Estar en la calle, en el metro o en el autobús sin auriculares, sin móvil, o sin libros escuchando solo el murmullo del vagón, con el único barullo de las conversaciones ajenas. Esta situación, que antes del cambio de siglo podría parecer normal, ahora suena rara. Sin embargo, esta forma de viajar "a pelo", sin distracciones, está comenzando a ser reclamada por la Generación Z en TikTok, e incluso tiene nombre (aunque confuso, ya que difiere bastante de lo que los motores de búsqueda señalan): barebacking.
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Lejos de parecer aburrido, el barebacking está ganando adeptos porque ofrece algo cada vez más valioso: una pausa mental real. Nada de productividad, ni multitarea, ni bombardeo de estímulos. Solo presencia. Una desconexión que, aunque parezca sencilla, no es tan fácil de lograr.
No se trata de ningún reto peligroso sino de una de las últimas tendencias de bienestar que circulan por esta plataforma social. Barebacking, en este contexto, significa transitar por el mundo —sobre todo en trayectos como el transporte público— sin el "paraguas digital" al que nos hemos acostumbrado. Es decir, no usar el teléfono, ni música, ni redes, ni leer. Si no, solamente estar con uno mismo, a la antigua, con el modus operandi que seguían las generaciones anteriores. Una manera sencilla de entrenar la atención plena, de dejar que la mente vague, de reencontrarse con un silencio al que ya no estamos acostumbrados.
¿Qué beneficios tiene el 'barebacking' para la salud mental?
Psicólogos y expertos en bienestar coinciden en algo: nuestro cerebro necesita espacios vacíos. Cuando dejamos de llenarlo constantemente con información, le damos espacio para integrar, procesar y hasta soñar y proponernos nuevas metas. Nos conocemos mejor, analizamos cómo nos sentimos, e incluso, al estar alejados de estímulos externos, no nos sentimos demasiado influenciados por esa letra de la canción que nos recuerda al momento que estamos viviendo, o ese personaje del libro con el que nos identificamos. Algunos de los beneficios que los vídeos de TikTok señalan que tiene esta tendencia son:
- Menos ansiedad, al bajar la estimulación constante.
- Más creatividad, porque la mente, cuando no está ocupada, conecta ideas de forma natural.
Mayor presencia, al prestar atención al entorno o simplemente a uno mismo.
Cómo coger el hábito y aprender a desconectar de distracciones
Aunque sus ventajas para la salud mental son numerosas, lo cierto es que, en un mundo en el que la hiperconectividad está a la orden del día, no resulta fácil pulsar el off de estas distracciones. De hecho, incluso parece imposible. No obstante, profesionales como el coach experto en bienestar, desarrollo personal y meditación, Tony Espigares, señalan que es factible y que, además, no necesariamente debe ser tedioso: "Es posible desconectar realmente, y cuando lo consigues, descubres un espacio mental nuevo, más tranquilo y profundo, que transforma cómo experimentas cada momento de tu día a día". Pero, ¿cómo hacerlo? Como todo, el primer paso consiste en instaurar el hábito.
Para ser capaces de desconectar realmente, hay varios consejos a seguir que deben repetirse durante días hasta conseguirlo. Hacerlo la primera vez es complicado, ya que, por costumbre, aparecerán las ganas de
1. Tomar consciencia de la dependencia: "Reconoce que la ansiedad es parte natural de romper un hábito que libera dopamina constantemente. Entender esta reacción cerebral ya es parte del proceso de liberación".
2. Llevar a cabo microdesconexiones progresivas: "Empieza por períodos cortos (5-10 minutos) aumentando gradualmente hasta viajes completos. El cerebro se adaptará lentamente a estar cómodo sin estímulos tecnológicos constantes", señala.
3. Enfocar la atención conscientemente: Cambia el foco hacia tu cuerpo, respiración o entorno inmediato. El simple acto de observar con curiosidad neutraliza la ansiedad al activar redes neuronales relacionadas con la atención plena, bajando la activación de áreas cerebrales implicadas en el estrés.
Una sensación muy común que aparece cuando se trata de instalar este hábito en el día a día, sobre todo, al principio, es la del aburrimiento Sin embargo, el aburrimiento es uno de los estados más sanos para la mente. Permitirnos aburrirnos —sin sentir culpa ni necesidad de llenar el vacío— nos enseña a ser pacientes, a valorar el tiempo, permite sacar a relucir emociones y, también, relaja, y hasta activa la creatividad (cuando estás aburrido surgen muchas ideas).