Beber agua fría y ducharse con agua caliente

Estefanía Mata, nutricionista integrativa: "Ducharse con agua caliente y beber agua fría es un error"

La temperatura del entorno y lo que bebemos y comemos determina (mucho) la manera en la que nos sentimos y nos vemos


26 de junio de 2025 - 12:00 CEST

En el mundo del bienestar, muchas prácticas que parecen "saludables" pueden estar actuando en contra de lo que realmente necesita tu cuerpo. Una de las más comunes: ducharse con agua caliente pero beber líquidos fríos. Según especialistas en medicina tradicional china y nutrición integrativa, esta combinación es contraproducente, especialmente para las mujeres y te explicamos por qué.

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Consejos para controlar tu temperatura corporal© petitbainbrand
© etam

¡Cuidado con los extremos!

Estefanía Mata, nutricionista integrativa y doctora en medicina tradicional china, nos lo explica con claridad: "La circulación periférica es el flujo de sangre que llega a las zonas más externas del cuerpo, como la piel, manos y pies. En mujeres, suele ser más sensible por factores hormonales y menor masa muscular, lo que hace que el frío provoque una vasoconstricción que reduce ese flujo sanguíneo externo para conservar el calor interno, pudiendo causar sensación de frío, extremidades heladas o incluso desequilibrios digestivos o menstruales".

En otras palabras, ducharse con agua caliente puede relajar momentáneamente, pero favorece una pérdida de tono circulatorio y deja el cuerpo más expuesto a enfriamientos posteriores. Por otro lado, beber agua fría o tomar alimentos fríos, como batidos o ensaladas refrigeradas, puede agravar esta situación, sobre todo si hay una constitución corporal más fría o estás en una fase sensible del ciclo menstrual.

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Alimentos templados, digestión activa 

Estefanía nos cuenta que los alimentos templados o cálidos (sopas, infusiones, cereales cocidos, especias como canela o cúrcuma) activan el peristaltismo intestinal, favorecen la digestión y mantienen la circulación en equilibrio. En cambio, el agua con hielo solo debería usarse de forma puntual, y solo en personas con mucho calor interno (nerviosismo, enfado fuerte, días de verano y calor extremo...). La experta recuerda que "mucho hielo también quema, genera calor". Por eso, nos dice que "si queremos enfriar el organismo, hay mejores opciones". Hace referencia al aloe vera, al agua con menta, o prácticas como la natación y hábitos como los baños fríos progresivos (no helados) según el momento del ciclo menstrual en el que nos encontremos.

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Bebidas adaptadas a la estación y al cuerpo 

En invierno, bebidas como la leche dorada (golden milk) o el té chai con canela ayudan a regular la temperatura corporal sin impacto negativo. En verano, la clave está en no perder líquidos: no necesitamos bebidas heladas, sino infusiones suaves y astringentes como limonada con hierbabuena, cilantro o incluso agua de pétalos de rosa e hibisco, ideales para quienes no toleran bien los cítricos.

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Carla Zaplana: "Evita enfriar el sistema digestivo"

La nutricionista funcional Carla Zaplana promueve un enfoque muy alineado con lo anterior: apuesta por cuidar la temperatura de los alimentos y evitar impactos fríos en el sistema digestivo. Carla ofrece algunas recomendaciones, que también aplican a los meses de verano:

  • Evitar zumos y batidos fríos directamente de la nevera
  • Mantener frutas y verduras a temperatura ambiente
  • Calentar suavemente preparaciones crudas (sin sobrepasar 45–60 °C)
  • Usar especias cálidas (canela, clavo, cúrcuma) para añadir calidez y equilibrio digestivo

En definitiva, no hay que renunciar a la alimentación cruda durante el periodo estival, que es cuando más nos puede apetecer. Tampoco a los alimentos fríos en general, pero sí adaptar su temperatura al cuerpo. Los líquidos templados ayudan a no impactar negativamente la digestión y eso, es fundamental para tener un intestino y un organismo, en general, en calma. 

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