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Sara Carbonero lo ha vuelto a hacer. La periodista ha invitado, como hace en muchas ocasiones, a sus seguidores virtuales a reflexionar acerca de la oportunidad que el verano, con sus cientos de horas de claridad, nos brinda para tener una actitud positiva a partir de la que enamorarnos de la vida. Para la también empresaria cada verano cuenta una historia y, a través de los versos de Camus, invita a que, si puedes, te enamores. Hablamos con un experto para, no solo analizar el texto que la presentadora ha compartido, sino también para saber de qué manera podemos aprovechar el estío para sacar a la luz (y nunca mejor dicho) la versión más enamoradiza de nosotros mismos.
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El texto que ha "enamorado" a Sara Carbonero
Los versos o frases de Albert Camus que Sara ha compartido no pertenecen a un poema tradicional, sino a una obra en prosa poética y ensayística, incluida en su libro El verano (L’Été, 1954). En este conjunto de ensayos, Camus reflexiona sobre la luz, la belleza, el Mediterráneo, la naturaleza humana y la libertad, usando el verano como símbolo vital.
Uno de los pasajes más célebres del libro es: "En medio del invierno, aprendí por fin que había en mí un verano invencible". Camus sugiere que, incluso en los momentos más oscuros o fríos de la vida (el "invierno" como metáfora del sufrimiento o la adversidad), existe en el ser humano una fuerza interior luminosa e invencible: el "verano". El verano simboliza la vida, la belleza, la claridad, el sentido. No es una esperanza ingenua, sino una afirmación de la vida tal como es, incluso en su absurdo. También es una declaración de autenticidad y permanencia: pese al caos exterior, uno puede preservar su propio núcleo cálido, su "verano", que lo sostiene.
La ventaja estival
Según el psicólogo y divulgador Rodrigo Díaz Carazo, "el verano es una invitación al despertar". "La luz prolongada, el calor en la piel, el cuerpo que se afloja… Todo en esta estación nos empuja a salir, a abrirnos, a conectar", indica. "Desde la psicología sabemos que el sol favorece la producción de serotonina, pero más allá de la química, hay algo casi simbólico: el verano nos permite respirar más lento, mirar más lejos y recordar que la vida también puede ser simple y bonita".
Preguntado por cómo podemos aprovechar el verano para enamorarnos de la vida, el psicólogo nos dice: "Escuchándonos". "El verano ofrece espacios de pausa, y en la pausa aparece lo esencial", recuerda. "Si prestamos atención, descubrimos qué nos conmueve, qué nos llena, qué nos hace bien", matiza. "Enamorarse de la vida no siempre es euforia; a veces es simplemente quedarse mirando el mar sin prisa, o compartir una conversación al atardecer y sentir que ahí, justo ahí, todo tiene sentido", nos cuenta Rodrigo. "El verano invita al aquí y ahora", señala. "Y no hay mayor éxtasis que vivir el momento", agrega.
¿Y los amores de verano?
Hay otra dimensión del amor que también merece la pena explorar desde el texto de Sara. Según Rodrigo, "en verano bajamos la guardia. Nos despojamos del abrigo y, con él, de ciertas defensas emocionales". "Hay más tiempo, menos rutina, más juego. El cerebro se abre a lo nuevo, y el corazón también", indica. Nos hace pensar así en los amores de verano. Asegura que "aunque no siempre son duraderos, sí son auténticos". "El amor de verano no siempre es duradero, pero casi siempre es auténtico: nace del presente, de lo espontáneo, del deseo de compartir el momento sin pretensiones", explica Rodrigo.
Verano todo el año
Cualquiera de las dos visiones del amor que hemos analizado tiene en verano más cabida que nunca. Para Sara Carbonero cada una de las fotos que sube a sus redes sociales cuenta una historia. Y el verano, con esa claridad que ofrece, siempre trae relatos nuevos. La clave del éxito pasa por lograr que en nuestro interior sea verano todo el año. ¿Cómo? Según Rodrigo "guardando una reserva de luz interna". "No se trata de vivir en un estado constante de entusiasmo, sino de recordar lo que nos hace sentir vivos". El experto invita a crear rituales, a rodearnos de personas que nos inspiren y a dar espacio a lo bello y lo simple. "El "verano" del que hablaba Camus no es una estación, es una actitud de gratitud y presencia que, si la cultivamos, puede acompañarnos incluso en los días más fríos", termina el psicólogo. Siembra el verano hoy y riégalo para siempre.