chica sentada pensando© Getty Images

Psicología

¿Te sobrecargas de tareas para no sentir? Esto es lo que revela una psicóloga sobre tu forma de evitar emociones

Echar a un lado lo que sientes y centrarte solo en tus tareas, o añadir incluso más, es una manera errónea de protegerte de lo que sientes. Una psicóloga explica cómo puedes hacerlo bien y por qué debes evitar volver a caer en este comportamiento.


11 de mayo de 2025 - 12:00 CEST

Salir del trabajo e ir directo al gimnasio. O a una cena con amigas. O a ver ese nuevo capítulo de Netflix con una copa de vino. En el paseo hasta casa, música animada a todo volumen en los auriculares. Hacer, moverse, reír, planear, tachar tareas pendientes. Vivir non stop es casi una medalla de honor hoy en día. Pero, ¿qué pasa cuando lo que parece autocuidado es, en realidad, una forma de huir?

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Cómo dejar de racionalizar las emociones© Getty Images

Rellenar el tiempo para no sentir es uno de los mecanismos emocionales más extendidos y menos reconocidos. Y aunque distraerse en el corto plazo puede parecer efectivo, la psicóloga Lorena González, cofundadora de Serena Psicología, advierte de las consecuencias: 

Racionalizar lo que sentimos es una especie de escudo. Nos contamos historias lógicas sobre lo que vivimos para no tener que entrar en contacto con el dolor, el miedo o la tristeza

Lorena González, psicologa

Porque aunque el ser humano es emocional por naturaleza, muchas veces la cabeza gana la batalla al corazón.

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Pensar, para no sentir

La cultura de la positividad tóxica —esa que invita a estar bien siempre, pase lo que pase— y la exigencia constante de productividad están alejándonos peligrosamente de la conexión emocional. Lo explica Lorena González: “Muchas personas racionalizan los hechos para evitar sentir sensaciones desagradables. Usan la cabeza para protegerse del corazón. Esa distancia racional nos permite sentir menos, o incluso apagar las emociones”.

¿Y por qué sucede? Hay respuestas en la infancia. “Tal vez nos enseñaron que llorar era de débiles, o que enfadarse estaba mal. Así que crecimos creyendo que las emociones son algo que hay que controlar. Y lo que no se siente, se racionaliza. Le ponemos explicaciones, justificaciones… Todo para no mirar de frente la emoción en sí”, comenta la psicóloga. 

A ello se suma la inercia del día a día: no hay tiempo para sentir cuando siempre hay algo más que hacer. Pero el cuerpo no olvida. Y tampoco calla.

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Señales de que estás huyendo de tus emociones

Antes de que llegue el día en el que no puedas más y estalles sacando a la luz todo lo que tenías reprimido, y que incluso ni sabías que estabas albergando, puedes llevar a cabo una introspección sobre cómo te encuentras y analizar si estás cayendo en ese patrón. Lorena González comparte tres ejemplos concretos que pueden ayudarte a darte cuenta:

1. Reaccionar como si nada hubiese pasado. “Una señal clara es cuando estamos en una situación límite o emocionalmente intensa y lo que hacemos es solo pensar o actuar de manera práctica”, explica. Pongamos un ejemplo: tras una ruptura, en lugar de llorar o sentir tristeza, alguien se lanza directamente a vaciar el armario de su pareja, llama al abogado y se lanza a una nueva rutina como si nada. “Cuando lo natural sería sentir antes de racionalizar, aquí la emoción se bloquea por completo”.

2. Decir que estás bien, pero tu cuerpo cuenta otra historia. Frases como “estoy bien”, seguidas de un nudo en la garganta o un peso en el pecho, son alarmas emocionales. “Nos escuchamos todo el rato tratando de explicar lo que nos pasa con la cabeza, pero no conectamos con el cuerpo”, dice la experta. El cuerpo, ese gran delator, muchas veces expresa lo que no nos atrevemos a decir en voz alta.

3. No parar nunca. Estar siempre ocupada, distraída, acelerada... o incluso salir mucho de fiesta. El modo automático puede ser una forma encubierta de huida emocional. “A veces no es que no sintamos, es que no nos damos el espacio para sentir”.

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Cómo empezar a abrazar las emociones

No se trata de dramatizar ni de revolcarse en la tristeza, sino de permitir que las emociones hablen. Que tengan un lugar. “Para cambiarlo, lo primero es darnos permiso para sentir y perderle el miedo. No tenemos que tener todas las respuestas ni estar bien todo el tiempo”, recuerda Lorena González.

Al parar, respirar y observar sin juzgar, algo se empieza a mover. El objetivo no es encontrar una solución, sino reconectar. Porque muchas personas no tienen un lenguaje emocional desarrollado. No saben ponerle nombre a lo que les pasa, y eso solo perpetúa el bloqueo.

© Getty Images

Hablarlo también ayuda. Con una amiga de confianza o con un profesional, poner en voz lo que duele puede ser liberador. A veces, al verbalizarlo, algo cambia. Pierde peso, y se ve desde otra perspectiva. Pero aún hay más, pues existen otras estrategias que propone la psicóloga para que, de una vez por todas, puedas liberarte:  

Abrirse poco a poco y hacerse preguntas sobre lo que sientes cada día es una buena estrategia para normalizar las emociones sin juzgarlas, sin bloquearlas, o sin tenerles miedo

Lorena González, psicóloga

Además, la profesional añade otro consejo: "Si cada día escribimos un poco sobre cómo nos hemos sentido, ayuda muchísimo a evitar racionalizar tanto. También hablar con alguien de confianza, o con un psicólogo, que nos ayude a ponerle nombre a lo que sentimos sin tener que justificarlo todo". 

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Al final, no hay que elegir entre sentir o funcionar. Se puede llorar y luego ir al gimnasio. Se puede hablar de lo que duele o lo que nos alegra mucho e ilusiona en una cena con amigas. Se puede ver Netflix, pero también preguntarse qué está pasando dentro. Porque cuando lo emocional se bloquea, lo físico y lo mental pagan el precio. Y como todo en la vida, también sentir es un músculo que se entrena.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

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