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La clave de un suelo bonito durante más tiempo se encuentra en la limpieza diaria y en el mantenimiento adecuado. Los laminados y los de madera son dos de los pavimentos más usuales en las casas actuales, muchas veces conviven en la misma vivienda y, en ocasiones, cuesta diferenciarlos. Además, su cuidado es muy similar, aunque los primeros no se pueden reparar, por lo que debe extremarse el cuidado y prevenir posibles daños o accidentes. Estas 10 ideas prácticas te ayudarán a hacer que ambos luzcan siempre perfectos.

 

1. Ten en cuenta las recomendaciones del fabricante

En ambos casos, es importante que, antes de aplicar un producto que triunfa en YouTube (cuidado con ciertos remedios caseros, como el vinagre para abrillantar el parqué, especialmente si está barnizado), leas la etiqueta. La mayoría de las fabricantes tienen guías de productos e instrucciones detalladas sobre cómo limpiar sus pavimentos. Eso tampoco quiere decir que compres todo lo que recomiendan, porque suelen ser más caros y, en muchos casos, hay productos similares en el supermercado.

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2. Actúa con rapidez ante las manchas

Ningún suelo, salvo el porcelánico que es fácil de limpiar, tiene una buena relación con el agua. Por tanto, si se te cae un refresco o ves una mancha, limpia al instante para que no se fije, así evitarás tener que buscar una solución más radical. La mejor manera es eliminarlas con un paño humedecido en un limpiador suave. En un laminado “ante marcas de goma, plástico o tacones, bastará con un paño seco y acetona. Con las de betún o pintura, la acetona o un disolvente en un paño empapado serán nuestros aliados”, recomiendan desde Tarkett. Mientras que en los de madera, los polvos de talco son una buena opción ante las de grasa, el resto (café o vino, por ejemplo) no suelen dar mucho problema, ya que el barniz es una barrera protectora, por lo que se limpian con facilidad.

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3. No utilices utensilios abrasivos

Tanto los suelos laminados como los de madera se pueden rayar, por lo que olvídate de frotar con un estropajo o lana de acero ante una mancha difícil. Aunque puedes barrer con un cepillo de cerdas suaves, el aspirador es el mejor aliado para su limpieza. La mayoría de los modelos cuentan con un cepillo específico para parqué, que elimina la suciedad sin rayar. Úsalo a diario y ponlo a máxima potencia entre las lamas, para que acabe también con la suciedad que no ves. Ten cuidado con las ruedas del aspirador, muchas veces son ellas las que hacen un arañazo sin que te des cuenta.

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4. No los friegues a menudo

El agua es el mayor enemigo de ambos, ya que puede penetrar e hinchar las lamas o producir una mancha si se hace un pequeño charco. Por eso, no los friegues con asiduidad, lo ideal es hacerlo cada mes o, incluso, cada dos, a no ser que haya huellas de tus mascotas o se haya caído algo. Elige una fregona de microfibra (retiene menos agua) y escúrrela casi hasta que esté seca.

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5. Evita ciertos productos de limpieza

En general, desconfía de todos aquellos productos que dicen que van a pulir, dar brillo o rejuvenecer tu suelo: ¡No los necesitas! Hemos hablado antes del vinagre, pero en el caso de la madera también hay algunos jabones que pueden dañar y eliminar su capa protectora. Así, debes evitar los que contengan ceras o siliconas porque el barniz de tu suelo no dejará que penetre, de manera que en lugar de nutrir se irá creando una película, donde se acumulará la suciedad.

En el caso de los laminados, olvídate de los productos de limpieza a base de aceite, ya que pueden dejar rayas y residuos o dañar el sellador protector. Tampoco es conveniente el uso de cera o abrillantadores. Lo ideal son los limpiadores específicos para cada tipo de suelo. Utilízalo siempre con moderación y aplícalo en la mopa o la fregona, nunca directamente sobre el suelo.

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6. Haz tu propio limpiador

Aunque los fabricantes suelen recomendar un limpiador específico para cada tipo de pavimento, también puedes hacerlo en casa. En el caso de los suelos laminados, para una limpieza regular, simplemente mezcla una cucharadita de jabón de lavavajillas con agua caliente. Si notas que tiene una ligera película o incluso cera (lo que ocurre con el tiempo si no se usan los productos adecuados), añade al agua una taza de vinagre blanco, este romperá la ‘capa’ sin dañar la superficie laminada. Mientras que para el parqué, además del jabón neutro, puedes crear un abrillantador natural con 10 ml de aceite de almendras y 90 ml de agua. Para ambos, siempre con la fregona bien escurrida.

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7. Protégelos

Para evitar futuros arañazos, pon almohadillas de fieltro debajo de los muebles que se mueven a menudo, como las sillas de comedor, coloca una alfombra en zonas de mucho trote, como el estar o el recibidor, sustituye las ruedas de la silla de oficina por otras específicas para suelos blandos y deja los zapatos en la entrada, además de por higiene, por precaución. Si tienes mascota, no olvides cortarle las uñas a menudo para que, durante sus paseos por la casa, no deje su 'marca'.

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8. Repáralos

Si a pesar de tus cuidados, encuentras un arañazo en tu parqué, usa un rotulador reparador del mismo color en el caso de que sea superficial y cera para emplastecer madera, si es más profundo. Este truco también puede ser útil para un laminado.

La gran ventaja de los pavimentos de madera frente al resto, no solo los laminados, es que se pueden restaurar, pulir y barnizar, logrando alargar su vida útil. Los laminados, por su parte, no admiten renovaciones, aunque sí puedes sustituir la parte rota o deteriorada. Desde Quick-Step lo explican así: “En el panel nuevo dibuja una línea por donde realizarás el corte y haz las ranuras con una sierra de incisión. Corta dos ranuras paralelas a lo largo, lo más cerca posible de los bordes, en medio del panel deteriorado, y realiza incisiones diagonales en el extremo, de manera que coincidan. Retira el panel con un cincel, aplica cola en un lado largo y en otro corto y coloca el de sustitución con un clic por la parte que no está cortada ni encolada. Con un martillo golpea suavemente y presiona”.

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9. Crea un buen ambiente

Aunque los suelos laminados soportan bien la humedad, por lo que pueden instalarse en el baño y la cocina sin problemas, no ocurre lo mismo con el parqué, ya que las fluctuaciones pueden causar grandes daños, por lo que siempre es conveniente mantener una humedad constante (entre el 35 y 55%), usando un humidificador en condiciones secas y encendiendo el aire acondicionado o un deshumidificador en climas cálidos. Estate atento a las señales. La decoloración por el sol es otro de sus enemigos, pero se puede contrarrestar colocando cortinas que filtren y cambiando de vez en cuando los muebles y alfombras de sitio. Así, sus efectos serán uniformes en toda la superficie.

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10. Vigila la entrada

La suciedad que llega desde el exterior también puede dañar el suelo. Así, la arena, puede ser uno de los mayores enemigos a los que se enfrentan tus suelos, ya que ensucia, acaba con su brillo e, incluso, puede rayarlos. Por eso, nada mejor que colocar un felpudo en la puerta y, si quieres reforzar el efecto, también en el recibidor. Hay modelos tan decorativos que no te importará tener dos.

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