Villa Talamo, situada en Fonteblanda, un pueblo de la Maremma Toscana, representa mucho más que un lugar de descanso: es el corazón de la vida estival de Massimiliano Zampolli, su mujer, Lucrezia Gaetani, y sus dos hijos, Egidio y Cristoforo, de cinco y dos años. La finca fue adquirida por Egidio Zampolli, padre de nuestro anfitrión, tras una búsqueda paciente que se extendió durante tres años, junto a su esposa, Alessandra, con el deseo de encontrar el escenario ideal donde compartir veranos con sus tres hijos: Massimiliano, Michelangelo y Manuela.
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La elección fue todo un acierto. Esta residencia, cargada de historia, se alza frente al mar Tirreno, a escasos kilómetros del promontorio del Argentario, un espacio natural protegido italiano. Sus puestas de sol, el verde que rodea la construcción y el acceso directo a la playa hacen de este rincón un auténtico refugio familiar durante todo el año. Los orígenes de la propiedad se remontan alrededor de 1730, anteriores a la reforma Leopoldina. Es una de las edificaciones más antiguas de la zona, que antaño se distinguía por pequeños núcleos rurales y explotaciones agrícolas.
La elegante fachada, integrada en la vegetación mediterránea, esconde unos interiores llenos de carácter. Desde la zona de estar en la planta baja, concebida para la convivencia familiar, hasta los dos niveles superiores, cada espacio ha sido pensado con cuidado y coherencia. El edificio cuenta con ocho habitaciones y una vivienda principal independiente, que incluye una sala de estar y otros dos dormitorios.
Cada estancia tiene un diseño único, fruto del trabajo del reconocido arquitecto Piero Castellini Baldissera, amigo de la infancia de Egidio Zampolli. Su firma también está presente en la renovación de las zonas comunes, donde colaboró estrechamente con Manuela, hermana de Massimiliano, en una reforma que respeta la esencia original y suma sensibilidad estética.
La finca fue adquirida por Egidio Zampolli, padre de nuestro anfitrión, después de una búsqueda paciente que duró tres años, con el deseo de encontrar el escenario ideal donde compartir los veranos con su mujer y sus tres hijos
En este espacio, los salones invitan al recogimiento y la familiaridad, fusionando objetos que evocan recuerdos de viajes exóticos con una paleta de colores clásicos toscanos. Los muebles, de diseño moderno, se mezclan con detalles coloniales vintage, reflejo de la pasión de la familia por el estilo africano de principios del siglo XX. El resultado es una expresión genuina de la esencia de una auténtica y acogedora casa toscana.
El punto culminante de la propiedad es la impresionante vista desde el jardín. Como una terraza abierta al mar, ofrece panorámicas que se extienden desde la fortaleza de Talamone hasta Montecristo, y desde la isla de Giglio hasta el Argentario. En días claros, incluso se alcanza a divisar la isla de Córcega.
Lucrezia, nuestra encantadora anfitriona, proviene de una de las familias más destacadas de Italia. Lleva años trabajando en Taschen y conoció a Massimiliano cuando apenas tenía 20 años. Tras compartir media vida juntos y ser padres de dos hijos, disfrutan plenamente de su hogar en la Toscana, muy cerca de esta propiedad, a la que se escapan cada vez que su apretada agenda se lo permite.
Imponentes vistas
—¿Qué nos puede contar sobre la historia de Villa Talamo y de cómo empezó todo en el siglo XVIII?
—Villa Talamo, situada junto al mar, destaca por su importancia histórica ligada a su ubicación estratégica para el comercio, el transporte y el intercambio cultural. La propiedad ha sido parte fundamental de este contexto a lo largo de los años, consolidándose como un punto clave en la región.
—¿Ha cambiado con el paso del tiempo? ¿Se han llevado a cabo reformas o adaptaciones en la propiedad?
—A lo largo de los siglos, ha ido transformándose, adaptándose a los tiempos sin perder la esencia de su historia. Sus primeras menciones se remontan a 1430, cuando aparece registrada en el Catastro de Tierras de Siena.
Desde entonces, la propiedad ha sido testigo de grandes cambios, incluyendo el periodo previo a la histórica reforma judicial de Leopoldo de Habsburgo, cuyo gobierno se convirtió en el primero del mundo en abolir la pena de muerte. Otro hito relevante en su historia es la consagración de su capilla por el obispo de Sovana, en 1831, momento tras el cual la villa fue utilizada como convento durante un breve lapso.
—¿Qué elementos definen la personalidad arquitectónica de este lugar?
—Villa Talamo destaca por un estilo arquitectónico singular en la región de la Maremma, donde se erige como una de las escasas residencias nobles concebidas para el placer, y la única situada frente al mar. Su privilegiada ubicación, con vistas al espléndido mar Tirreno, ha influido de manera decisiva en su diseño y distribución. De hecho, su orientación responde a un propósito claro: realzar la luz natural y enmarcar las imponentes vistas panorámicas que la rodean.
—¿Y cómo describiría el estilo de la decoración?
—La decoración lleva la firma de Piero Castellini, reconocido interiorista y uno de los mejores amigos de mi padre, desde la infancia. Juntos compartieron vivencias e influencias estéticas. Los interiores reflejan esa conexión única: una armoniosa fusión entre los tonos clásicos de la Toscana, piezas de diseño contemporáneo y un sutil aire colonial vintage, inspirado en los viajes familiares y en su admiración por el estilo africano del siglo XX.
—Entre tantos detalles con personalidad, ¿hay alguna obra de arte o pieza de mobiliario que guarde una historia especial?
—Durante las renovaciones, se cambiaron piezas de arte y mobiliario, para ofrecer una interpretación fresca y moderna de las clásicas villas costeras toscanas, sin perder de vista el respeto por el estilo interior tradicional. Entre las adiciones más destacadas, se encuentran las obras de Charlie Masson, un talentoso artista italo-francés criado en Nueva York y hoy residente en la Maremma.
Los interiores reflejan una armoniosa fusión entre los tonos clásicos de la Toscana, las piezas de diseño contemporáneo y un sutil aire colonial "vintage", inspirado en su admiración por el estilo africano del siglo XX
—¿Qué es lo que más disfruta aquí?
—Lo que hace a este lugar verdaderamente especial es, sin duda, la combinación de su arquitectura única y su privilegiada ubicación. Desde sus espacios, se pueden contemplar vistas impresionantes del mar, del golfo y de la ciudad de Talamone, así como las islas de Giglio y Montecristo; y en días despejados, incluso la isla de Cerdeña asoma en el horizonte. La proximidad al mar no solo regala estos paisajes, sino que también suaviza el clima, brindando inviernos más cálidos y veranos refrescados por la brisa marina.
Tradiciones familiares
—¿Qué tradiciones familiares disfrutan más?
—La más querida es, sin duda, celebrar la Navidad juntos. La villa se llena entonces de alegría y de la energía de la familia, que ahora incluye a todos los sobrinos.
—¿Qué recuerdos guarda para ustedes este hogar?
—Los recuerdos familiares que más atesoramos son, sin duda, los momentos compartidos en compañía, disfrutando con amigos de todas las generaciones, desde los de mis padres hasta los de mis hermanos.
"Durante las renovaciones, se cambiaron piezas de arte y mobiliario, para ofrecer una interpretación fresca y moderna de las clásicas villas costeras toscanas, sin perder de vista el respeto por el estilo interior tradicional"
—¿Podría compartir algunas vivencias de su infancia?
—Crecí en Milán, en una villa histórica situada junto a un lago en el norte de Italia, donde disfruté de mis primeros años con mi familia chilena. A mediados de los 90, trasladamos nuestra casa de vacaciones a la Maremma y, desde entonces, este rincón del sur se ha convertido en un refugio para nosotros.
—¿Puede contarnos cómo fue el encuentro con su mujer?
—Nos conocimos siendo adolescentes en la isla siciliana de Panarea. A lo largo de los años siguientes, coincidíamos casualmente durante las vacaciones, hasta que, finalmente, poco después de cumplir los 20, comenzamos nuestra vida juntos.
—¿Cuáles son sus planes favoritos cuando se encuentra en este lugar?
—Según la temporada, nuestro tiempo se reparte entre el disfrute de la villa y su jardín y las actividades al aire libre que ofrece la región. En otoño e invierno, la temporada de caza marca la agenda local, complementada con senderismo y ciclismo de montaña. En primavera y verano, el mar se convierte en protagonista, con paseos en barco por la península de Argentario y días relajados en las playas cercanas. La zona se llena de vida en estos meses, gracias a la presencia de amigos con propiedades cercanas y visitantes habituales durante el verano.
—¿Cómo suele ocupar sus momentos de ocio cuando no está trabajando?
—Con dos niños pequeños, gran parte de nuestro tiempo libre se dedica a compartir momentos con ellos. Intento involucrarlos en actividades al aire libre y en pequeñas reuniones sociales, para que aprendan desde temprano que, aunque ahora vivimos en un entorno rural, siempre existe la oportunidad de conocer nuevas personas, apreciar la diversidad y disfrutar de la riqueza que aportan los distintos orígenes.
"Nuestro tiempo se reparte entre el disfrute de la villa y su jardín y las actividades al aire libre que ofrece la región. En primavera y verano, el mar se convierte en protagonista, con paseos en barco por la península de Argentario y días relajados en las playas cercanas"
—¿Qué valores espera dejarles en herencia?
—Sin duda, deseamos que nuestros hijos crezcan arraigados en los valores cristianos. Más allá del aspecto religioso, esto implica fomentar una mentalidad abierta, así como un respeto amable hacia las diversas culturas y diferencias que nos enriquecen.
—¿Cómo afronta la responsabilidad de cuidar este legado único?
—El legado no me asusta, aunque reconozco que la forma de vivir y cuidar propiedades ha evolucionado mucho en las últimas décadas. Nuestro objetivo es conservar la atmósfera y el estilo único de la villa, al mismo tiempo que incorporamos mejoras, que respondan a los estándares modernos de confort y funcionalidad.