¿Son reales los beneficios de estos dispositivos?
Según Silvia Moreno, en POOM se emplean las máscaras de luz LED (concretamente las de L'Eclair) porque "se ha demostrado científicamente su eficacia y su seguridad". En palabras de la experta: "Pueden aportar energía directamente al corazón de las células de nuestro rostro, reanimándolas y logrando un aspecto más brillante y saludable". Moreno insiste, como el doctor Morales Raya, en la necesidad, eso sí, de personalizar cada tratamiento en función de las necesidades del paciente. Por eso:
- Si es una piel muy madura: la luz roja estimula la generación de colágeno y elastina, reparando el tejido. Con este tratamiento conseguimos rejuvenecer, reducir arrugas y mejorar la apariencia de la piel aportándole firmeza, elasticidad y vitalidad.
- Para pieles apagadas o con manchas solares: usamos la luz naranja, que aporta brillo, luminosidad y suavidad a la vez que descompone los pigmentos de color, aclarando las manchas.
- En casos de acné: la luz azul, porque favorece la eliminación de las bacterias nocivas y la grasa. Posee efecto antiinflamatorio.
A todo esto hay que añadir, como indica Marta García, esteticista, facialista y fundadora de los centros y clínicas de Marta García (Oviedo), que en general, estos dispositivos ayudan a reducir la inflamación e impulsan la producción de colágeno. Además, ajustando las longitudes de onda y el tipo de luz a las necesidades de cada piel mejoran la textura, el color y el tono de la piel. Para la experta, "escoger la luz adecuada, y el momento correcto de aplicación ayuda a que sea un indispensable".