El maquillaje gótico ha vuelto, pero con una nueva cara: más delicada, más sofisticada y mucho más fácil de llevar. El estilo soft goth rescata la esencia misteriosa del look oscuro y la suaviza con un toque sutil, creando una estética magnética que se mueve entre lo romántico y lo rebelde. Este maquillaje ha saltado de Halloween a las pasarelas, al street style y los tocadores de las mujeres más elegantes del momento.
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Más que una tendencia, el soft goth es una actitud. Transmite seguridad, profundidad y un encanto melancólicoque se aleja de lo convencional. Es la expresión de una feminidad más introspectiva y poderosa, que abraza la oscuridad como una forma de belleza. Con una piel impecable, ojos ahumados en tonos suaves y labios profundos, este look se ha convertido en el favorito de quienes quieren destacar en cualquier evento.
Es la versión más refinada del maquillaje gótico de los noventa, pero reinterpretada desde la sutileza. Mantiene los tonos profundos, aunque los presenta de forma más difuminada y romántica. Es la mezcla perfecta entre el aire melancólico del grunge y la elegancia del minimalismo actual. Todo parece trabajado, pero sin esfuerzo: sombras que se desvanecen suavemente, labios que insinúan más de lo que muestran y una piel luminosa pero sin brillo excesivo.
La piel es la clave de este look, y se busca que luzca limpia, uniforme y aterciopelada, con una luminosidad que parece salir desde dentro. No hay lugar para excesos: las bases ligeras con acabado semimate son las favoritas. El iluminador se aplica de forma estratégica, en los puntos altos del rostro, para conseguir ese efecto casi fantasmal que caracteriza al soft goth. El resultado es una tez de porcelana moderna: perfecta, pero viva, natural y sin artificios.
Los ojos son el centro del look soft goth, y su encanto está en el equilibrio entre intensidad y profundidad. Se trabajan con sombras negras, borgoñas, vino o ciruela, aplicadas de forma difuminada para crear un efecto ahumado que envuelve la mirada sin endurecerla. La clave está en que no haya líneas marcadas: todo debe fundirse con naturalidad. Para completar el maquillaje, se añade máscara de pestañas, que aporta definición y volumen. El resultado es una mirada intensa, magnética y enigmática.
El soft goth se reconoce por sus labios: oscuros, desaturados y con un aire de melancolía irresistible. Para ello, se utiliza perfilador y labial, el primero en un tono ligeramente más oscuro para marcar el contorno y aportar profundidad. Los tonos más populares son el borgoña, el vino o el malva grisáceo, con acabados mates o satinados. El truco final está en difuminar la unión entre ambos con los dedos o una brocha, logrando ese degradado suave que parece natural.
El espíritu soft goth también se refleja en el cabello, que se lleva con un toque desenfadado y brillante. Los peinados con efecto wet look, ondas suaves o texturas ligeramente desordenadas son la elección perfecta para complementar este estilo. En cuanto al color, triunfan los tonos oscuros y profundos (negro azabache, chocolate intenso o violáceo apagado). El resultado es un look misterioso y sofisticado que parece casual, pero desprende elegancia en cada mechón.
Las uñas completan este universo oscuro y refinado con una paleta que va del negro al burdeos más profundo, pasando por morados y granates con acabado gel. Las versiones más creativas incluyen pequeñas mariposas negras, diseños en relieve o brillos estratégicos que aportan textura sin recargar. Es una manicura que habla de fuerza y sutileza a la vez, ideal para quienes disfrutan de los pequeños detalles.