Leonard A. Lauder, presidente emérito de Estée Lauder Companies e hijo de la icónica empresaria que fundó la casa de belleza que lleva su nombre, falleció el pasado 14 de junio a los 92 años, en su residencia de Manhattan, rodeado de su familia, tal y como ha anunciado Estée Lauder Companies Inc. en un comunicado: "El Sr. Lauder fue un verdadero visionario, un líder intrépido y un amigo muy querido por muchos. Fue el faro de nuestra empresa y el norte de toda una industria. El mundo es un lugar mejor gracias a Leonard Lauder.
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Los mensajes de sus hijos
El mundo de la belleza la ha rendido homenaje al igual que sus hijos, William y Gary, fruto de su matrimonio con su primera mujer, Evelyn Hausner Lauder. "Fue el hombre más caritativo que he conocido; creía que el arte y la educación eran de todos y abogó por la lucha contra enfermedades como el Alzheimer y el cáncer de mama", escribió William. "Sobre todo, mi padre era un hombre que practicaba la bondad con todos los que conocía. Su impacto fue enorme".
Por su parte, Gary le ha dedicado también unas bonitas palabras: "No solo era muy respetado y admirado, sino también adorado por sus empleados y compañeros. Si bien lamentamos su fallecimiento, también celebramos su extraordinaria vida, sus contribuciones y los valores que nos inculcó a todos: integridad, curiosidad y la importancia de retribuir. No podemos expresar con palabras lo que le vamos a echar de menos".
El legado de su madre
Leonard era el hijo mayor de Estée y Joseph Lauder, quienes fundaron juntos la empresa Estée Lauder en 1946. Leonard se incorporó a la empresa en 1958 y ocupó el cargo de director ejecutivo durante años. Leonard no solo heredó una marca, heredó una visión, y la llevó a lo más alto. Bajo su dirección —primero como presidente desde 1972, luego como CEO a partir de 1982— la pequeña empresa familiar se transformó en un imperio internacional presente en más de 150 países. Fue el artífice de la expansión que convirtió a Estée Lauder en sinónimo universal de belleza, lujo y sofisticación.
"Mi madre no era como las demás madres", escribió Leonard en sus memorias de 2020, The Company I Keep: My Life in Beauty (La compañía que mantengo: mi vida en la belleza). "Cuando era niño, en la década de 1930, recuerdo estar sentado en la cocina viendo a mi madre preparar cremas faciales", confesó. "Llegaba a casa del colegio y sonaba el timbre con una clienta: eran mujeres que querían aprender a usar sus pociones aterciopeladas y perfumadas que dejaban su rostro suave y terso como la seda. Mientras yo hacía los deberes, mi madre les hacía tratamientos faciales en el dormitorio. Solía escuchar cómo las animaba a cuidar su piel con lo que se convirtió en su frase máas característica: "Toda mujer puede ser bella". Y era cierto: cuando las mujeres pasaban por la sala después de sus tratamientos, su piel resplandecía. Y en sus bolsos se llevaban algunos envases blancos y negros con la etiqueta 'Estée Lauder'".
Adiós a Leonard Lauder
Graduado en la Wharton School, la escuela de negocios de la Universidad de Pensilvania, y con un Máster en Administración de Empresas de la Universidad de Columbia, Leonard fue mucho más que un empresario con formación de élite. Era un visionario con instinto infalible para los negocios y el buen gusto. Con él llegaron marcas como Clinique, Bobbi Brown, MAC, La Mer, Aveda y Tom Ford Beauty, cada una con su personalidad, cada una bajo el paraguas de la excelencia.
Fue pionero en impulsar una estrategia basada en la diversificación, el marketing emocional y el poder de la mujer real. Mientras todos se fijaban solo en la belleza superficial, Leonard apostaba por la autenticidad. "Lo importante no es lo que vendes, sino cómo haces sentir a quien lo usa", solía decir. En 1995, llevó la compañía a cotizar en bolsa, y con ello marcó un antes y un después para la industria cosmética global. Con clase y sin estridencias, convirtió a Estée Lauder Companies en sinónimo de elegancia, innovación y éxito.
Leonard también fue un famoso coleccionista de arte y filántropo. Fue un hombre de causas nobles y de profundo compromiso con el arte y la salud. Donó parte de su colección al Museo de Bellas Artes de Boston y a la Biblioteca Newberry, y ha sido presidente y director del Museo Whitney de Arte Estadounidense. En abril de 2013, su pasión por el cubismo le llevó a donar al Museo Metropolitano de Nueva York una de las colecciones más valiosas del mundo (81 piezas), con obras de Picasso, Braque, Gris y Léger, valoradas en más de mil millones de dólares. El New York Times lo calificó como "un acto de filantropía excepcional". Fundó organizaciones clave en la lucha contra el alzheimer y fue un impulsor de la concienciación sobre el cáncer de mama, causas que apoyó tanto con recursos como con su influencia.
El lazo rosa: símbolo universal de la lucha contra el cáncer de mama
El icónico lazo rosa tiene en la familia Lauder un origen cargado de compromiso. Fue Evelyn Lauder, esposa de Leonard, quien en 1992 cofundó la Breast Cancer Research Foundation y popularizó este emblema, transformándolo en un poderoso mensaje de esperanza y conciencia mundial. Desde entonces, el lazo rosa ha unido a millones de personas en una causa común, mientras la familia Lauder ha seguido apoyando con generosidad la investigación y el cuidado, haciendo honor al legado de amor y filantropía que marcó su historia familiar. Este emblemático símbolo ha contado con el respaldo de numerosas celebrities que han puesto su voz y visibilidad para impulsar la concienciación y la investigación, desde Elizabeth Hurley hasta Julia Roberts, pasando por Victoria Beckham, Hilary Swank, Sheryl Crow, Oprah Winfrey o Ivanka Trump, entre otras muchas.
Su lado más personal
Leonard Lauder estuvo acompañado en su vida por dos grandes mujeres. Su primera esposa, Evelyn Hausner Lauder, fue no solo su compañera de vida, sino una figura clave en la expansión y humanización del imperio Estée Lauder, con quien tuvo dos hijos: William y Gary. William P. Lauder, el mayor, continuó la tradición familiar al liderar la empresa y estuvo casado con Karen Jacobs, con quien tuvo tres hijas, fortaleciendo así la próxima generación Lauder. Gary, por su parte, ha destacado en el mundo de las inversiones tecnológicas y comparte su vida con su esposa Laura, con quien ha profundizado la vocación filantrópica familiar. Tras el fallecimiento de Evelyn, Leonard encontró en Judy Glickman Lauder una compañera apasionada por el arte y la filantropía.
Una historia que continúa
Su hijo mayor, William P. Lauder, ha demostrado ser un digno heredero del espíritu visionario de su padre. Formado en economía en la prestigiosa Wharton School, William ha ocupado diversos cargos clave dentro de Estée Lauder Companies, desde puestos operativos hasta la presidencia y el cargo de CEO. Bajo su liderazgo, la compañía ha seguido creciendo y adaptándose a las demandas de un mercado global cada vez más competitivo y diverso. Más allá del negocio, William también ha heredado la vocación filantrópica familiar, apoyando causas vinculadas a la salud y la educación, asegurándose de que la marca destaque no solo por sus negocios, sino también por sus valores.