Aunque pensemos que ya lo hemos visto todo, hay rincones del planeta capaces de sorprendernos. Lugares que parecen irreales pero que nada tienen que ver con la inteligencia artificial de nuestra era.
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Un ejemplo es la playa roja de Panjin, en China, que no es de arena, sino un humedal cuyas plantas cambian de color cuando llega el otoño, dejando como resultado un inmenso manto rojizo.
Fascinantes también son las formaciones que se crean en el hielo en esta época del año, o la forma en la que la naturaleza moldea las rocas del Gran Cañón, en Estados Unidos.
Imágenes que invitan a soñar, como del Parque Nacional de Dartmoor, en Inglaterra, donde parece que los árboles crecen en todos los sentidos.
