En épocas de incertidumbre financiera, los metales preciosos han vuelto a recuperar su brillo como activos refugio. Mientras mercados accionarios fluctúan y la inflación presiona los bolsillos, muchos inversores vuelven la mirada hacia el oro, la plata y otros metales como una forma de resguardar valor con un componente tangible.
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Durante los últimos años, factores como la pandemia, las tensiones geopolíticas y la subida de precios han impulsado la demanda de estos activos considerados seguros. En 2024, por ejemplo, el oro se revalorizó más de un 27%, alcanzando valores por encima de los 2.600 € por onza. Ya en 2025, su cotización ha llegado a superar los 3.630 € por onza, con un incremento acumulado cercano al 35%. Por su parte, la plata sorprendió en 2024 con un alza cercana al 45 %.
Pero, ¿qué hace que estos metales sean tan atractivos justo ahora? En primer lugar, su escasez natural y carácter físico; en contraste con activos meramente financieros, les otorgan un aura de solidez.
A diferencia de acciones o bonos, el oro y la plata no dependen directamente de balances corporativos ni del buen hacer de una empresa para mantener su valor. Unidos a esto, el oro puede servir como garantía para préstamos y es una opción “real” para diversificar cartera ante crisis.
Aun así, no todos los metales preciosos se comportan igual. El oro suele presentar menor volatilidad y es más adecuado para inversores que buscan estabilidad a largo plazo. La plata, aunque más accesible para inversiones menores, tiende a ser más oscilante debido a su menor liquidez.
Formas de invertir en metales preciosos
Existen diversas formas de invertir en metales preciosos. Una de las más tradicionales es la compra directa de lingotes o monedas, una opción que requiere especial atención al vendedor; que debe estar debidamente certificado, por ejemplo, como miembro de la London Bullion Market Association, y también al almacenamiento, ya que mantenerlos en un lugar seguro es fundamental.
Otra alternativa son los fondos de inversión especializados, que replican índices o se apoyan en contratos financieros y permiten participar en este mercado sin necesidad de poseer el metal físicamente. Son opciones más sofisticadas que ofrecen mayor exposición al mercado y suelen estar orientadas a inversores con un perfil más experimentado.
Por último, invertir en acciones de compañías mineras de metales preciosos brinda una vía indirecta para aprovechar su rentabilidad. Estas empresas pueden generar dividendos y beneficios ligados al precio del oro o la plata, aunque también están sujetas a los riesgos propios de cualquier negocio dentro del sector minero.
Desventajas
Claro que no está exenta de desventajas. Los metales preciosos no generan intereses, dividendos ni rentas periódicas. Además, la custodia del activo físico (guardarlo en caja fuerte propia o alquilar una caja de seguridad) implica costos y responsabilidad directa del inversor.
En definitiva, en un contexto global marcado por la inflación, la volatilidad financiera y las tensiones internacionales, invertir en metales preciosos puede ser una estrategia con sentido para diversificar riesgos y proteger el patrimonio. No obstante, como en toda inversión, se recomienda informarse bien, contar con asesoría y definir un horizonte de mediano a largo plazo.