Para muchas personas, las cucarachas son mucho más que un insecto molesto: su sola presencia provoca sudores fríos, gritos y hasta el impulso de salir corriendo de la habitación.
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Este miedo, tan común como incómodo, tiene incluso nombre propio: blatofobia, la fobia a las cucarachas. Y no es un simple capricho, sino una respuesta emocional real que puede generar ansiedad intensa. La buena noticia es que existen formas de superarlo.
Los psicólogos explican que este miedo suele tener su origen en experiencias pasadas —como haber sido sorprendidos por una cucaracha de pequeños— o en el rechazo que nos provoca su aspecto y movimientos. Al tratarse de animales asociados con suciedad y plagas, nuestro cerebro reacciona de manera automática para alejarnos de ellos.
El primer paso para superar esta fobia es entenderla. Reconocer que el miedo es irracional y que la mayoría de las cucarachas no representan un peligro real ayuda a reducir la ansiedad. Además, conviene informarse: estos insectos cumplen un papel en el ecosistema, ya que ayudan a descomponer materia orgánica. Conocerlos puede quitarles parte de su “poder”.
Otra técnica eficaz es la exposición gradual. Consiste en ir enfrentando el miedo poco a poco: primero viendo fotografías, luego vídeos y finalmente observando cucarachas reales en un entorno controlado, como un terrario en una tienda de animales. Este proceso debe hacerse de forma progresiva y, si es posible, con la ayuda de un profesional que guíe y regule la intensidad de la exposición.
Las técnicas de relajación y respiración también son grandes aliadas. Aprender a controlar la respuesta física (sudoración, palpitaciones) ayuda a que la situación parezca menos amenazante. Practicar la respiración profunda o el mindfulness antes de exponerse a este tipo de estímulos puede reducir el impacto emocional.
Por último, mantener el entorno limpio y libre de restos de comida es una medida práctica que aporta tranquilidad. Saber que el riesgo de encontrar una cucaracha es mínimo puede disminuir la sensación de alerta constante.
Intentar conseguir que no nos paralicen
Superar la blatofobia no significa que dejen de resultarnos desagradables, sino que dejamos de sentir que nos paralizan. Con paciencia, información y, si es necesario, ayuda profesional, es posible recuperar la calma y hasta aprender a convivir con la idea de que existen… sin que eso arruine nuestro día.