El cielo prometía un espectáculo inolvidable: la llamada Luna de sangre teñiría de rojo el firmamento este domingo, 7 de septiembre de 2025. Pero la expectación chocó con la realidad. Aunque el eclipse lunar total estaba marcado en los calendarios desde hace años, una densa capa de nubes arruinó la visibilidad en gran parte de España, incluidas las Islas Baleares, uno de los lugares privilegiados sobre el papel. La naturaleza volvió a recordarnos que, aunque la ciencia calcule al segundo la fecha y la hora de un eclipse, lo impredecible es siempre el cielo.
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Si fuiste uno de los miles de decepcionados que se quedó sin verla, no te preocupes. Mientras aquí nos quedamos con la miel en los labios, en otros rincones del planeta sí se disfrutó de la magia: desde Asia hasta África, pasando por Australia, el satélite se tiñó de rojo y dejó imágenes espectaculares que ya recorren el mundo. Y hay más: además de contarte el secreto del hipnótico color rojizo, te damos un motivo para no guardar los telescopios.
La gran revancha astronómica para España ya está marcada en el calendario… y llegará antes de lo que imaginas. Tras esta Luna de Sangre esquiva, nuestro país vivirá momentos únicos con el Sol como protagonista: un eclipse solar total el 12 de agosto de 2026 visible en Canarias, otro aún más impresionante en el sur peninsular el 2 de agosto de 2027 y un eclipse anular el 26 de enero de 2028. Tres citas históricas que prometen compensar con creces la decepción de este septiembre nublado.
La postal de los afortunados. Mientras las nubes cubrían gran parte de España, Barcelona disfrutaba de un palco privilegiado para el eclipse. La Luna de Sangre unió en un solo instante dos visiones de la ciudad, la Sagrada Familia de Gaudí y la Torre Glòries, en una imagen que conecta lo orgánico, lo tecnológico y lo cósmico.
Una Luna de sangre asomando entre los edificios de Eindhoven (Países Bajos) durante el eclipse total del 7 de septiembre de 2025. El fenómeno ocurre cuando la Tierra se alinea entre el Sol y la Luna, proyectando su sombra y tiñendo al satélite de un inconfundible tono rojizo.
El eclipse total de Luna transformó el cielo sobre Lebus, en Brandeburgo (Alemania). Durante más de 80 minutos, el satélite apareció teñido de un rojo intenso, el efecto de la luz solar filtrada por la atmósfera terrestre. Un espectáculo que aquí se dejó ver con claridad, a diferencia de lo ocurrido en gran parte de España, donde las nubes lo ocultaron.
Así se vio la Luna de Sangre sobre Pekín. Los astrónomos confirman que este tono carmesí tan perfecto es un fenómeno esquivo, visible apenas unas pocas veces en toda una década. Anoche, la capital china tuvo un asiento en primera fila
Ni los neones del distrito financiero de Lujiazui pudieron eclipsar a la verdadera protagonista de la noche en Shanghái. La Luna de Sangre se alzó sobre los rascacielos, ofreciendo un espectáculo donde la naturaleza demostró ser más impactante que cualquier creación humana.
En Odesa, a orillas del Mar Negro, bañistas y residentes buscaron un instante de asombro mientras la Luna de Sangre se elevaba, indiferente a los conflictos en la Tierra. Un recordatorio de que, incluso en tiempos difíciles, la belleza del cosmos persiste.
La Luna que observó Aristóteles. Anoche, sobre la Acrópolis de Atenas, el eclipse fue un viaje en el tiempo. Este mismo disco rojo es el que vieron los filósofos griegos para intentar descifrar por primera vez, con la razón y no con el mito, los secretos del cosmos. Una conexión directa con la cuna de la ciencia.
Un asiento en primera fila para ver cómo la Tierra proyecta su sombra. Así de simple y a la vez profundo fue el eclipse en Leipzig (Alemania), donde desde un banco se pudo contemplar el viaje completo de la Luna hasta convertirse en un disco rojo suspendido en la noche.
Una ventana al eclipse que nos perdimos. A miles de kilómetros de las nubes de la península, el cielo de Jiujiang (China) se convirtió en un lienzo perfecto para la Luna de Sangre. Su increíble color carmesí no es magia, es pura física: es el reflejo de todos los atardeceres y amaneceres de la Tierra proyectándose a la vez sobre la superficie lunar.
Una postal de ciencia ficción sobre Tokio. Como si de una escena de 'Blade Runner' se tratara, la Luna de Sangre emerge tras la aguja de la Tokyo Skytree. Un espectáculo que tuvo lugar en mitad de la noche japonesa, regalando una de las imágenes más futuristas y potentes del eclipse.
Un espectáculo en absoluto silencio. Mientras la Luna se oscurecía sobre el Mar Negro, el único sonido era el de las olas. Por un momento, el lento y silencioso baile del cosmos se impuso al ruido y la furia de la Tierra, ofreciendo una paz extraña y fugaz.
La noche en que la Luna reinó en el Templo del Sol. No podría haber un lugar más simbólico para el eclipse: la Luna de Sangre se alzó sobre el Templo de Apolo en Turquía, el dios del Sol. Una espectacular paradoja mitológica donde la sombra triunfó, por unas horas, en el hogar de su rival celestial.
Mientras la Luna terminaba su viaje, otros comenzaban el suyo. Un avión comercial saluda a la Luna justo después del eclipse sobre Frankfurt. ¿Sabrían los pasajeros que, a 10.000 metros de altura, estaban protagonizando una de las postales más fortuitas y poéticas de la noche?
La Luna en el corazón de la sombra. Con una frialdad y una belleza dignas de un 'thriller' nórdico, así se vio el eclipse desde Estocolmo. La imagen captura el momento de máxima totalidad, cuando nuestro satélite se sumergió por completo en la 'umbra', la parte más oscura de la sombra de la Tierra, revelando su rojo más puro y profundo.
La hipnótica mirada de la Luna. Más allá de la ciencia, hay algo ancestralmente inquietante en ver nuestro satélite teñido de rojo. Esta nítida imagen desde Pekín nos permite apreciar en detalle su textura y su color, un rostro familiar transformado en un completo misterio por la sombra de nuestro propio planeta.