Muere Jacqueline de Ribes, el "unicornio de marfil" de Saint Laurent y la "última reina de París", a los 96 años


Icono de la moda francesa y una amante empedernida del arte, fue también la inspiración de los grandes diseñadores del siglo XX


Fallece Jacqueline de Ribes a los 96 años© Getty Images
Actualizado 31 de diciembre de 2025 - 17:29 CET

Jacqueline de Ribes falleció la noche del 30 de diciembre a sus 96 años, dejando tras ella una estela de elegancia extraordinaria. Se consolidó como una pieza clave de la moda francesa a sus jovencísimos 16 años, cuando conoció al inigualable Christian Dior gracias a su tío, el conde Étienne de Beaumont. Fue en ese momento cuando se selló su pasión por la alta costura, y su encuentro con el icónico diseñador la catapultó a los talleres de las más delicadas y exclusivas casas de moda, convirtiéndose en musa de los grandes modistos del siglo XX.

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© Getty Images

 

Nació en 1929, bajo el nombre de Jacqueline Bonnin de la Bonninière de Beaumonten el seno de una familia de la alta sociedad francesa —perteneciente al condado de Beaumont—, descendiente de la nobleza del país franco. Su padre fue Jean de Beaumont, de profesión banquero —y considerado uno de los mejores cazadores de Francia—, y su madre, Paule de Rivaud, era una amante del arte y trabajó como compositora, pintora, productora teatral e, incluso, traductora. 

 Musa de maestros

Desde una temprana edad, la inherente gentileza de Jacqueline prometía conquistar y revolucionar la aristocracia francesa. Su garbosa postura, junto a mirada perspicaz y su intuición artística la elevaron al punto álgido de la moda. Tras esa primera visita al taller de Christian Dior, la joven se convirtió en la inspiración de numerosos de sus diseños, así como de otros maestros de la aguja y el hilo como Valentino —quien la apodó como  "la última reina de París"—, Emilio Pucci o Yves Saint Laurent, quien se refería a ella como “unicornio de marfil” y con quien, además, mantuvo una estrecha relación de amistad. 

© Gett Images

Sin embargo, su impacto en la moda contemporánea no solo estuvo relacionado con su faceta como 'maniquí'. Jacqueline entendía el estilo como un lenguaje cultural que nadie más comprendía. Leía piezas de teatro entre las telas y visionaba las prendas como las mayores prendas de arte jamás creadas. Para ella, la moda inundaba y se entrelazaba con todos los aspectos de nuestra vida cotidiana; pero, sobre todo, se inspiraba y se infiltraba en el arte. 

Jacqueline no solo fue icono de la moda debido a su impecable personalidad a la hora de vestir, de impecable distinción y elegancia; también consiguió toda una revolución al diseñar su propia línea. Esta, compuesta de 14 piezas atemporales, femeninas y muy 'chic', fiel a su estilo, fue presentada en la Semana de la Moda de París de 1983. 

Casada con un conde

A sus 18 años, tan solo dos años después de conquistar a la jet set parisina, Jacqueline conquistó al conde Édouard de Ribes, quien terminó siendo su marido durante más de seis décadas.  Siete años después de su matrimonio, en 1955, la pareja hizo uno de sus primeros viajes a Nueva York —que, si bien no lo sabía, cambiaría el rumbo de su carrera profesional—. Allí, la joven musa conoció a Diana Vreeland, la icónica y todopoderosa editora de Harper's Bazaar, quien, fascinada por la exótica belleza de la aristócrata, le concretó una cita con el fotógrafo Richard Avedon. 

© Getty Images

“Siento pena por las casi bellezas de nariz pequeña", sentenció el fotógrafo después de la sesión, en la cual nació el distintivo retrato de la condesa. Tomado de perfil, con su cuello refinado y su inconfundible nariz que nada tiene que envidiar a las relacionadas a diosas egipcias; la imagen reflejaba a la perfección la elegancia inherente a Jacqueline. Finalmente, esta instantánea se publicaría en su libro Observations (1959), el cual contiene comentarios del escritor Truman Capote, quien la otorgó el selecto apodo de "cisne". 

Comprometida con el arte 

Además de ser la emperatriz de la escena social internacional y ser galardonada con el título de reina de la moda, Jacqueline siempre demostró que el arte corría por sus venas. Tomó el relevo de su madre y fue productora de eventos culturales, así como mecenas y filántropa empedernida. Además, era una gran anfitriona, y en sus fiestas convivían artistas, escritores y músicos, con aristócratas o grandes figuras de las finanzas. 

© Getty Images
Jaqueline con Jean-Claude Drouot

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.