Los padres de Mario Casas se dieron cuenta muy pronto de que su hijo tiene estrella. No se equivocaban. Con ocho años le animaron a protagonizar sus primeros anuncios, una experiencia en la que mostró un gran desparpajo y naturalidad ante las cámaras. Lo vivía como un juego que a la vez iba calando dentro. Porque rápidamente se dio cuenta de que quería convertir aquello en su profesión. Así es como empezó la historia de uno de los actores más queridos de nuestro cine, cuya popularidad se disparó a raíz de 2006 por su participación en SMS. Mucho ha cambiado su vida en las casi dos décadas que han pasado desde aquel primer papel, una transformación que analizamos a continuación coincidiendo con su paso por el Festival de San Sebastián.
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En las inmediaciones del Hotel María Cristina, uno de los más exclusivos de la ciudad gipuzcoana, se ha desatado la locura este miércoles con la llegada de Mario Casas, que ha demostrado una vez más que es un ídolo de masas y uno de los actores más deseados. Ha estado atendiendo a los fans, con los que se ha fotografiado antes de acceder al alojamiento y prepararse para los actos enmarcados en la proyección de su próxima película: La cena. La comedia, dirigida por Manuel Gómez Pereira y proyectada en el festival antes de su llegada a los cines el 17 de octubre, cuenta con Alberto San Juan, Asier Etxeandia, Elvira Mínguez, Carmen Balagué, Eva Ugarte y Antonio Resines en el reparto.
La sonrisa de Mario Casas a San Sebastián deja claro que atraviesa una etapa muy positiva. No deja de encadenar proyectos que le ilusionan igual que el primer día y se siente afortunado de compartir rodajes con grandes figuras de la interpretación a las que mira siempre con admiración y dispuesto a aprender. Además, le gusta arriesgar y salir de su zona de confort porque siente que es en este contexto donde más crece profesionalmente. El ganador de un Goya también ha logrado hacer check en uno de los deseos que tenía: pasarse al otro lado para ser director. La idea comenzó a gestarse durante la crisis sanitaria, donde encontró que escribir era una única manera de no volverse loco, y el resultado llegó hace ahora dos años con Mi soledad tiene alas.
Personalmente también se encuentra en un momento de plenitud y tranquilidad. En marzo comenzaron los primeros rumores de relación con Melyssa Pinto y semanas después ¡HOLA! publicó en exclusiva las fotografías que lo confirmaban. Desde entonces no dejan de compartir planes y este verano se fueron a El Salvador con los Casas, un gesto con el que quedó claro que la influencer es una más en la familia, de la que también forma parte Ana Mena, pareja de Óscar Casas. Tras varias relaciones mediáticas, el actor apuesta por la máxima discreción, aunque también por la naturalidad. No esconde que está feliz, y tampoco lo oculta la exconcursante de Supervivientes, pero prefieren manejar sus propios tiempos y elegir qué compartir con el mundo.
En plena etapa de estabilidad, el actor ha sorprendido con un cambio. Según Look, ha puesto en venta su hogar, ese que tantas veces ha aparecido en redes sociales como punto de reunión familiar. Está ubicada en el distrito de los Peñascales (Torrelodones), donde Mario ha encontrado la tranquilidad que necesita para su día a día. La casa aparece anunciada en un conocido portal inmobiliario por 1.493.000 euros. Se trata de un chalet independiente que tiene vigilancia las 24 horas del día y está dividido en dos plantas. Tiene tres habitaciones, dos baños, garaje y terraza.
También nos encontramos con un nuevo Mario, estilísticamente hablando. A lo largo de los años ha sido muy camaleónico en cuanto a imagen, y es que ha llevado bigote, barba, el pelo con entradas, el pelo más largo... Ahora también le vemos arriesgar con su armario. Siempre ha apostado por toques deportivos, colores neutros y sastrería moderna para grandes acontecimientos, pero ha dado un paso más. Combina la elegancia con un aire relajado, minimalista, masculino, atemporal y más sofisticado, compuesto por prendas versátiles.
Su gran familia, su motor
A pesar de la gran evolución que hay en la vida de Mario Casas desde sus inicios, hay un aspecto que se mantiene intacto: no olvida sus raíces y su absoluta prioridad sigue siendo su numerosa familia. "Yo vengo de una familia muy humilde, he crecido en un barrio muy barrio. Aunque haya logrado muchas metas, no me olvido de quién soy. Gracias a mi familia soy quien soy. Cuando he metido el pie en un hoyo, ellos me han sacado. Cuando he tenido miedos, ellos me han ayudado a recuperar la estabilidad", reconocía en Esquire, donde añadía que en casa siempre le han enseñado a luchar por sus sueños. Capitanean el gran equipo Ramón y Heidi, sus padres, y lo completan sus cuatro hermanos: Sheila, Óscar, Christian y Daniel.