Tania Llasera, siempre discreta al hablar de su vida privada, ha querido hacer una excepción para celebrar públicamente una fecha muy especial: su decimotercer aniversario de boda con Gonzalo Villar, padre de sus dos hijos, Pepe y Lucía. "Me he casado dos veces, pero con la misma persona", confiesa con humor la presentadora, que ha compartido con sus seguidores fotos inéditas y recuerdos de aquel 15 de septiembre de 2012, cuando se dio el “sí, quiero” en Madrid, y también de la gran celebración que organizó una semana más tarde en Portugal.
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“La foto del autobús es mi primera boda, la de verdad, la de papeles, que fue por lo civil porque yo no soy creyente. Soy espiritual, pero no soy creyente. Me parecía feo casarme por la iglesia, aunque me gusta mucho más, la música, todo el folclore que a mí me encanta, pero claro hay que ser consecuente”, relata.
La boda madrileña tuvo lugar en plenas fiestas de la Melonera, en el Matadero de Legazpi, y el traslado de la novia no pudo ser más original. "Nada más casarnos, mi marido y sus padres cogieron un taxi y mi padre y yo que somos así, como más del puño cerrado, fuimos en autobús. Me pareció como una declaración de intenciones… como que un autobús es suficiente también para una boda, no necesito grandes lujos. Pero curiosamente mi marido se fue en taxi”, cuenta entre risas. Tras el enlace, lo celebraron con una cena junto a sus familiares en un restaurante, en lo que ella misma ha bautizado con humor como “mis votos de plástico”.
Su romántico 'sí, quiero' también contó con una segunda celebración, pero esta vez el 22 de septiembre del mismo año, pero en Portugal. Allí, en una playa del Algarve, la pareja reunió a 198 invitados para vivir una jornada inolvidable. “Fue un placer estar rodeada de tanta gente a la que amo y que también nos ama. El amor mola mucho cuando se comparte”, recuerda con emoción.
El origen de esa historia de amor tiene un detalle muy especial. Fue Tania quien pidió matrimonio a Gonzalo después de cuatro años de relación. “Yo se lo pedí a él, porque llevaba tiempo sugiriendo la idea, pero yo no estaba preparada. Y no fue hasta que mi madre me dejó —o me regaló más bien— el anillo de mi abuela. Viendo la tele, me acuerdo, paré la tele, estaba sentada encima de él en el sofá, y le dije: '¿Y si nos casamos?' Y me dijo: 'Ah, vale'. Y cuatro meses más tarde nos casamos”.
Para ambas bodas, la presentadora apostó por looks sencillos, pero cargados de simbolismo. En la primera lució un vestido adquirido en un mercadillo de Cadaqués —“se lo comió una polilla hace años”—, alpargatas de Hakei y un ramo improvisado por la florista de su barrio. En la segunda, cuidó más los detalles: una capa de encaje comprada en una tienda ibicenca en Madrid, un vestido firmado por Nacho Aguayo inspirado en un camisón de su madre y una corona de perlas de su abuela paterna, la misma que lució el día de su boda.
Consciente de que cada detalle tenía que reflejar su personalidad, la presentadora no contrató fotógrafo profesional: “Compramos una cámara buena y se la dimos a la familia (mi hermano es muy buen cámara). Yo me maquillé sola. No quería lujos y quería que fuera muy nuestra. Con suerte solo te casas una vez y tu propia boda es tan especial que es imposible de explicar con palabras”.
Tania Llasera recuerda con cariño cada momento de aquellas originales bodas, aunque mantiene la misma premisa que siempre ha mantenido sobre su vida privada. De este modo, en las fotografías que ha compartido no aparece su marido, algo que ella misma aclara: “Ya sabéis que no enseño a mi marido, los hombres que me acompañan son grandes amigos”, concluye.