Con Norma Duval rompieron el molde. En todos los sentidos. Modelo, actriz, supervedete, presentadora, empresaria… Trabajadora incansable, ha tocado todos los palos en el mundo del espectáculo. Y en su vida personal, disfruta de la estabilidad junto a su marido, Matthias Kühn, y ejerce con pasión su papel de madraza y abuela entregada.
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Norma es el pilar y la roca de la gran familia que ha formado: sus tres hijos, Marc, Yelko y Christian; sus "cuatro" nietos, Izan, Valentina y Bosco; Carlos Santiago, el hijo de su sobrino Juan Carlos, al que adora porque para ella "es un nieto más", y sus sobrinas, Paula y Andrea —"las niñas" las sigue llamando—, son su mayor orgullo y su principal prioridad. También su alegría, el chute de energía y vitaminas —y eso que a la estrella de las tablas no es que le haga falta algún suplemento para estar así de bien— que necesita cuando el ánimo flaquea. Porque la vida le ha dado muchos reveses que ha ido sorteando con una fortaleza abrumadora. Pero también dentelladas, que le han dejado cicatrices en el alma: la prematura marcha de su hermana Carla, hace casi 15 años; la larga enfermedad de su madre, aquejada de alzhéimer, a la que cuidó hasta el final de sus días, y la última, la del primogénito de Carla, de la que se cumplió un año el pasado 15 de agosto. Tenía 35 años y acababa de ser padre junto a su pareja, Cristina.
"Es muy difícil aceptar que una persona tan joven, con 35 años, y con tanto futuro por delante, con un niño tan chiquitito, de la noche a la mañana desaparece. No hay palabras"
La artista, toda una superabuela, aunque "atípica", como ella misma dice, nos recibe en su casa de Madrid rodeada de sus nietos: Izan, de doce años, que es el hijo de Marc y Patricia Vállez; Valentina, de tres años, y Bosco, de dos meses, hijos de Yelko y su pareja, Carmen, y el pequeño Carlos Santiago, que en mayo cumplió un año, al que nos presenta en este reportaje.
—Norma, el de abuela, ¿es tu mejor papel?
—No sé si el mejor, porque soy una abuela "atípica", teniendo en cuenta que viajo mucho con Matthias, pero cuando estoy aquí, me encanta estar con mis nietos. Cada uno tiene su personalidad, claro, y cada uno tiene su espacio. Por ejemplo, a Izan, el mayor, me encanta traerle cositas de todos los sitios donde viajo. Sí, porque él colecciona esos recuerdos. Entonces, siempre en cualquier sitio al que vamos, le digo a Matthias: "Venga, vamos a comprar el regalito de Izan". Aunque sea una tontería, porque a él le gusta y colecciona objetos del mundo entero. ¿Sabes? Me ha hecho mucha ilusión hacer esta sesión de fotos, porque es un recuerdo muy especial, para mí y para ellos, para que tengan un recuerdo bonito el día que yo no esté.
—¿Cómo son tus nietos?
—Izan es un amor de niño, es muy dulce. No tiene hermanos, al ser hijo único, así que lo que tiene son primos. Tenía muchas ganas de tener primos que fueran chicos y, bueno, ahora Bosco le llega un poco tarde... pero es muy niñero y muy cariñoso. Este año lo ha aprobado todo y estoy superorgullosa de él. Como le encanta el fútbol, me lo llevé al Bernabéu, a hacer el "tour" por el museo, y nos fuimos él y yo solos. Sí, a mí ya lo que me apetece es hacer ese tipo de cosas con él porque es más mayorcito.
—¿Es muy deportista?
—Él hace deporte, pero más que deportista, lo que le encanta y la afición que tiene es que lo sabe todo de todos los equipos, es admirador de todos los jugadores... Y te partes de la risa, porque es muy seguidor del Sevilla.
—¿Y eso?
—Pues eso mismo le pregunté yo, que por qué era del Sevilla. Y me dice: "Porque del Real Madrid ya hay mucha gente, así que, para compensar, yo soy de Sevilla, me gusta el Sevilla". Así que, un día que fui a Sevilla, pensé en llevarle una camiseta de su equipo. Como yo no entiendo de fútbol, me metí en la primera tienda con ropa deportiva que vi. Cuando entro y le digo al dependiente: "¿Me puede dar, por favor, una camiseta del Sevilla?". Y me dice: "Señora, ¿usted no ha visto que somos del Betis? ¿No ha visto que tenemos ahí una foto bien grande de Joaquín?". (Risas). ¡Si es que yo no tengo ni idea de fútbol!
—¿Y cómo es Valentina?
—Es un trasto y es la artista de la casa. Sí, yo veo que va a ser artista, tiene pinta total. Es más lista que el hambre y tiene una gracia que alucinas. Y eso que tiene tres años, los cumplió el 7 de julio, el día de San Fermín.
—Va a seguir tus pasos...
—Es superespecial. Muy, muy espabilada. Empezó a hablar muy pronto. Es muy inteligente, igual que Izan, pero es que esta, para lo pequeña que es, nos sorprende día tras día. Este año ya no va a la guardería, ya va a ir al cole.
"Estoy fenomenal"
—¿Y los pequeños?
—Bosco, de dos meses, se parece mucho a mi hijo cuando nació, me recuerda mucho a él cuando era pequeñito. Y es buenísimo, buenísimo. Y Carlos Santiago, el de mi sobrino Juan Carlos, es una monada. Cumplió el año en mayo y está para comérselo. Es graciosísimo, simpático, divertido, risueño, es un niño adorable. Para mí, es un nieto más. Él sería el nieto de mi hermana Carla, pero como no está mi hermana, pues es mi nieto también. Yo soy la "nonna" de todos. A mi madre la llamaban "nani", y a mí, la madre de Izan me puso "nonna" y con "nonna" me quedé. Pero a mí la palabra abuela me encanta, no tengo nada en contra de esa palabra, ni tonterías, ni complejos de ningún tipo.
—Es que eres una abuela estupenda.
—Pues sí. Yo estoy fenomenal. Además, la vida ha cambiado mucho. Hoy en día, los 50 no son los 50, ni los 60 tampoco son los 60 de antes. Yo no tengo nada que ver con mi abuela, por ejemplo, que se murió antes de tener la edad que yo tengo ahora mismo, que tengo 69. Y era una abuela, abuela, abuela. Y yo no me encuentro abuela en el sentido físico. Pero en el emocional, sí.
—¿Cómo está llevando Valentina la llegada de su hermano? ¿Tiene celos?
—Un poquito, sí. El otro día cogió un cepillo de dientes de ella y se lo quería meter en la boca para lavarle los dientes. ¡Imagínate qué peligro!, cuando el bebé no había ni cumplido los dos meses. Pero al mismo tiempo es muy graciosa, le dice cosas como: "Hermanito, yo soy la hermana mayor, yo te protejo". Y si le dices: "El niño es muy bonito", ella responde: "Sí, pero yo fui la primera". Es listísima.
"Carlos Santiago es una monada. Cumplió el año en mayo y está para comérselo. Es graciosísimo, simpático, divertido, risueño, es un niño adorable"
—Llama la atención el nombre del hijo de tu sobrino, Carlos Santiago.
—Sí, le pusieron Santiago de segundo por el marido de mi hermana, por Santiago Paredes, porque así lo quiso mi sobrino. Y el nombre de Carlos lo eligió su madre, Cristina, con quien mantengo, por cierto, una relación estupenda.
—El padre de Paula y Andrea.
—Exacto. Tuvimos una relación con él magnífica hasta que falleció. A pesar de que Carla y él estaban divorciados, venía todos los fines de semana a mi casa, pasaba las Navidades con nosotros, también las vacaciones…
"Izan ha aprobado todo este año y estoy superorgullosa de él. Como le encanta el fútbol, me lo llevé al Bernabéu, a hacer el “tour” por el museo y nos fuimos los dos solos"
—Y tu sobrino también la tenía, claro, a pesar de que Santiago no era su padre, hasta el punto de ponerle su nombre a su hijo.
—¡Fíjate! Sí, sí, una relación magnífica. Estaba muy unido a la familia.
—Justo acaba de cumplirse un año de su pérdida. ¿Le habéis recordado de alguna manera especial?
—A nuestra manera, con recogimiento, recordándole con todo nuestro amor, pero con mucha tristeza. Es muy difícil aceptar que una persona tan joven, con 35 años, y con tanto futuro por delante, con un niño tan chiquitito, de la noche a la mañana, desaparece. No hay palabras.
—Él no estaba bien, ¿no? Tenía una depresión.
—Pero no nos imaginábamos que a ese nivel. Que hablé con él el domingo y el jueves siguiente… Y cuando hablé con él, estaba bien. Nada nos hacía pensar en ese desenlace. Para nada. Tenía proyectos, se iba a comprar una casa y estábamos buscando juntos. Me mandó la foto y, como era agosto y estaba en Palma, le dije: "Bueno, ahora en septiembre, cuando vuelva a Madrid, lo miramos todo bien". Eso era el domingo. Y el jueves, el día que pasó, salíamos de casa de Matthias, que habíamos quedado a comer con Agatha Ruiz de la Prada en su casa de la costa de Los Pinos, cuando, abriendo la puerta para salir, me llamaron por teléfono y me dieron la noticia. Me quedé en "shock". No hay palabras, es un dolor inmenso… Es que no sé, no sé lo que le puede pasar a uno por la cabeza. Tenía a su niño, tenía un trabajo fijo, los compañeros le adoraban, vinieron todos al funeral…
"Es muy duro"
—Y sus hermanas, ¿cómo están?
—Las niñas... Como pueden, porque se han quedado sin madre, sin padre y sin hermano. Entonces, solo nos tienen a nosotros, demasiado bien están.
—Prácticamente, las has criado tú, así que se apoyan en ti, claro.
—Es muy duro también lo que han sufrido estas niñas. Han estado navegando con Matthias y conmigo unos días, fuera de España. Están guapísimas y hablamos de todo, tenemos una relación magnífica. Lógicamente, se apoyan en mí, yo soy el pilar y la roca de la familia. Siempre he sido muy mamá gallina. Cuando vivía mi madre, lo era mi madre. Al faltar mi madre, pasé a serlo yo. Y el día que yo falte, a ver quién me sustituirá.
—Norma, debes de tener una fortaleza fuera de lo normal.
—Pues sí, soy una persona muy fuerte emocionalmente. No tengo fuerza física, pero sí soy una persona con mucha fuerza mental. Nunca he ido a un psicólogo, no lo he necesitado, y no está de más que la gente que lo necesite vaya porque hace mucho bien. Pero yo, afortunadamente, he tenido mucho autocontrol en situaciones muy duras de mi vida. Cada uno sabe sus sentimientos. No vas a estar exhibiendo por ahí tu pena y tu dolor. A veces es inevitable, como cuando he ido a una televisión y me ponen la imagen de mi hermana... Claro, entonces me rompo, hombre, me rompo... Voy a pedir que no me pongan imágenes de mi hermana, porque es algo que yo no puedo controlar (se le quiebra la voz).
—Tienes una familia muy unida y unos nietos preciosos que te dan la vida.
—Siempre lo digo. He tenido una carrera artística muy completa y muy extensa. Pero mi familia ha sido siempre mi mayor prioridad. Siempre hemos procurado estar muy unidos. No hay familia perfecta, como tampoco el amor es perfecto. Pero en mi familia siempre ha predominado la armonía. Luego, afortunadamente, tengo a mi marido, que es una persona muy muy fuerte, como yo. Me ha apoyado en momentos muy duros, tremendos. Entonces, tener un compañero de vida que está a mi lado, y que me sujeta y me apoya, es fundamental para mí.
—¿A Matthias le gusta ejercer de abuelo con tus nietos?
—Él, a los niños pequeños, no los entiende mucho. Y yo le digo: "No te preocupes, que ya te tocará, que no te vas a librar…" (risas).