No había otro lugar en el mundo que representara mejor el espíritu que Belén Écija soñaba para su boda con Jaime Sánchez: Menorca, la isla de las calas paradisíacas, el mar de cristal y los acantilados agrestes, de los payeses y artesanos, los muros de piedra serpenteando al son de las carreteras y la vegetación mediterránea; la isla del aire y del lujo silencioso, donde el verdadero tesoro es abandonarse a su esencia y dejarse conquistar precisamente por su sencillez.
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La novia está ligada a este mágico enclave desde su infancia, cuando ya pasaba aquí los veranos en familia y sus recuerdos van indisolublemente unidos a la isla balear. Desde el sábado 14 de junio, puede sumar otro día inolvidable, uno de los más felices de su vida, a este calendario emocional.
La actriz y el asesor financiero se casaron en la parroquia de San Climent, un coqueto templo neoclásico cerca de Mahón, emocionados de poder tener cerca a sus más allegados. Y de igual manera, compartir este día tan especial con los lectores de nuestra revista, cediendo las imágenes desinteresadamente.
La pareja se dio el 'sí, quiero' tras seis años de relación y en la isla balear porque es un lugar muy especial para la novia, desde que era niña
En total, casi 300 invitados para celebrar el amor de la pareja, que se daba el "sí, quiero" tras seis años de relación —se comprometieron el pasado septiembre— y algunos más de amistad.
De los influencers Tomás Páramo y María García de Jaime a los actores Dafne Fernández, Carmen Ruiz y Francis Lorenzo; el exjugador de baloncesto y presentador Juanma Iturriaga, o Emilio Aragón y su mujer, Aruca, amigos de toda la vida… No hay que olvidar la vinculación de la familia de la novia al mundo audiovisual.
Su padre y padrino, Daniel Écija, es uno de los showrunner (productor, guionista y creador) más importantes de nuestro país (fundador junto a Emilio Aragón de Globomedia, la factoría de algunos de los mayores éxitos de la televisión), y su madre, Belén Rueda, reconocidísima actriz —aún más querida—, ganadora del Goya y protagonista de títulos como El orfanato, Mar adentro, La ermita o El silencio de la Ciudad Blanca en la gran pantalla y de series míticas como Periodistas y Los Serrano, entre muchas otras.
La intérprete participó de primera mano ayudando a su hija mayor en una organización compleja que requirió de una gran logística, un proceso en el que fue fundamental la figura de la wedding planner Natalia Brichs, que "conquistó" a toda la familia y se convirtió en un hada madrina capaz de hacer realidad todos los deseos de los novios.
Junto a ella, y después de recorrer la isla, encontraron el enclave perfecto para la celebración: una finca asomada al mar turquesa y, al mismo tiempo, un espacio atípico, que representaba todo lo que les gusta y les hace sentir Menorca.
Al elegir una localización tan espectacular, Belén y Jaime convirtieron su boda también en un destino de viaje y organizaron planes para los invitados, desde una salida en barco fondeando en las calas a una fiesta preboda en el chiringuito Binidali Beach Bar Som Sis, cuyas propietarias son íntimas amigas de Belén Rueda y a quienes la novia conoce desde niña. El sábado, día de la boda, la cita, a las 17:00 de la tarde, reunió a los vecinos de San Climent en los alrededores de la iglesia para ver llegar a la novia.
Primero lo hacía Belén Rueda, espectacular con un diseño de Valenzuela, firma que la viste siempre para las grandes ocasiones. Y no podía haber una más especial. La actriz, con esa belleza que la conecta directamente con las estrellas de la edad dorada de Hollywood (se convirtió en una inolvidable Ingrid Bergman para nuestro especial 80 aniversario de ¡HOLA!, el pasado septiembre), deslumbró con un vestido de inspiración años 50, con un enfoque contemporáneo y muy sofisticado, elaborado con seda rústica color mostaza: la falda "midi" efecto pareo, entubada y estructurada, realzaba su figura.
La ceremonia tuvo lugar en la parroquia de San Climent, un pequeño templo neogótico con mucho encanto e historia, cerca de Mahón
El conjunto se completaba con un fajín drapeado a mano para enmarcar la cintura; un original tocado en contraste color burdeos, de Mariana Barturen; sandalias a juego, de Juan Vidal, y bolso de Bvlgari. Llegó acompañada por su hija menor, Lucía, que eligió un vestido azul noche de escote palabra de honor para en enlace de su hermana.
El novio eligió un chaqué de Toque de Sastre y calzado de Cronwhill Shoes, y como joyas especiales, los gemelos de su abuelo y el reloj de pedida que le regalaron su suegros, Belén y Daniel, el día de la petición de mano. Iba del brazo de su madre, Elena, sin duda, una madrina fuera de lo convencional y muy chic, que ya se ha convertido en un referente para las próximas bodas, con su look elegante y lleno de historia y significado.
Elaborado también por Valenzuela: se trataba de un vestido en tonos azul Klein y verde, de inspiración hindú, confeccionado a partir de un sari auténtico traído de la India, un guiño emocional que le hacía especial ilusión por su vínculo con el país, ya que trabaja con Manos Unidas y viaja allí varias veces al año.
Belén llevó un vestido de la diseñadora favorita de su madre, elaborado en tul de seda drapeado, de larga cola, y reflejo de su personalidad alegre y natural
Otro guiño a su labor en el país asiático, como quiso la novia, era la bolsa donde los niños portaron las arras, un regalo para la actriz de 4 estrellas de una persona a la que aprecia mucho, que tiene un puesto de reliquias del mundo en el puerto pesquero de Cales Fonts. La pieza en sí también estaba hecha con telas de saris.
Siempre la más esperada de toda boda es la novia. Llegó en un todoterreno con su padre y al "descubierto" quedó entonces el secreto mejor guardado: su vestido de Valenzuela, un diseño a medida, expresión de su personalidad alegre y natural, realizado con técnicas de alta costura tradicionales que reivindicaba el valor de lo hecho a mano.
El cuerpo, elaborado en tul de seda drapeado, se esculpió sobre el de la actriz con precisión, como si de un volumen arquitectónico se tratara. El vestido se completaba con un sobre pieza de lino y seda, también drapeada manualmente, que recorría el contorno y culminaba en una larga cola.
Belén Rueda y su consuegra, Elena, llamaron la atención con sus espectaculares looks y vivieron con emoción la salida de los recién casados
Belén, que no podía haber elegido una pieza que le sentara mejor, tenía muy clara la idea de lo que quería, inspirada en la fusión de dos vestidos que encontró tiempo atrás y que imaginaba perfectamente en su cabeza. Cristina y su equipo interpretaron, mejoraron y materializaron el sueño de la actriz.
Completaba su look con zapatos rosas de Christian Louboutin, inspirados en el ballet, y pendientes personalizados, regalo de sus amigas Mónica y Mar Bermejo, herederas de Coolok, que diseñaron juntas, inspirados en Menorca y en como ellas ven a Belén.
Del ramo nupcial y la decoración floral se encargó De Marés Studio, que trabajan entre Menorca y Galicia, los dos amores de la novia. De nuevo se trataba de reflejar su personalidad desenfadada, huyendo de ambientes recargados y demasiado románticos y potenciando la naturalidad y la frescura.
Después de recorrer la isla, los novios encontraron el enclave perfecto para la celebración, una finca asomada al mar que representaba todo lo que les gusta de Menorca
De su beauty look—igualmente, de lo más sencillo— se encargó su amiga y compañera de batalla María García, en la que confía siempre para cualquier evento importante, al igual que otras actrices, como Aitana Sánchez-Gijón, Carolina Yuste y Maribel Verdú. También peinó y maquilló a Veronik, la mujer de Daniel Écija, madre de los hermanos pequeños de la novia y a quien adora. Eligió productos de Lancôme por la estrecha relación de Belén Rueda con Roberto Siguero, que, como no podía ser de otra manera, se ocupó de que la actriz estuviera radiante.
Fieles a su discreción de siempre, todos dejaron el protagonismo a los novios, acompañándolos, eso sí, en el proceso, pero quedándose en un segundo plano en el gran día. En la ceremonia, oficiada por el padre Carlos Saldaña —que casó a Ana Boyer y Fernando Verdasco y recientemente ofició el bautizo del hijo de Álvaro Castillejo—, sonó la música del coro Laraland y los novios intercambiaron sus alianzas, regalo de sus cuñados Miriam y Mikel.
Abrieron el baile con You’ve got a friend, la canción favorita de Daniel Écija, y para romper dieron rienda suelta al ritmo de Yeah! (Lil Jon & Ludacris)
Los recién casados abandonaron la iglesia en un Mehari blanco rumbo al lugar de la celebración al atardecer. Las puestas de sol en Menorca son de película y en ese mágico ambiente tuvo lugar el cóctel, donde estuvieron presentes los productos típicos menorquines. La cena, bajo una carpa abierta en medio de la naturaleza, se estructuró alrededor de mesas redondas para los invitados y la principal en forma de serpiente.
El seating plan y los meseros personalizados fueron creados por Manila, que durante el cóctel también hicieron acuarelas para los asistentes, de tal manera que todos tuvieran su recuerdo especial. Organizaron además "la hora loca", como Belén y Jaime querían, lejos de parecer una fiesta rave.
Del sonido y la iluminación se ocupó Soundwave Menorca y del mobiliario, The Rental Collective. La emoción y las sorpresas fueron la tónica de un día inolvidable. Madre e hija, muy unidas y cómplices, se fundieron en numerosas ocasiones en fuertes y emotivos abrazos, como muestran las fotografías.
Los novios, además, sorprendieron regalando sendos ramos a Belén y Elena —con la canción You’ll be in my heart, de Phil Collins, de la BSO de Tarzán— y a sus invitados con infinidad de detalles: de Optimum, de Hifas da Terra, para los amigos del novio, una forma sencilla de introducirles en el cuidado de la piel, idea de Belén, a las camisas habaneras Scotta para los hombres de la boda, las muestras de belleza de Lancôme para las testigos de la novia o las abarcas menorquinas para darlo todo en la pista de baile sin pensar en tacones y rozaduras.
La pareja abrió el baile con You’ve got a friend, de James Taylor, la canción favorita del padre de Belén, Daniel Écija, y para romper el hielo dieron rienda suelta a su lado más desenfadado al ritmo de Yeah! (Lil Jon & Ludacris), el clásico urbano de Usher, con una coreografía con la que sorprendieron y que habían ensayado con un coreógrafo profesional. Esos momentos entre risas y pasos de baile fueron su escape del estrés durante los preparativos de la boda.
El DJ Adrián Lozano puso a todo el mundo a bailar y, cuando llegó el hambre, primero hubo ensaimada a modo de tarta nupcial, para reponer fuerzas, y después, recena con perritos calientes. A esas alturas, Belén ya había aparecido con su segundo look nupcial, también de Teté By Odette, como en la fiesta de la preboda (y zapatos de Bottega Veneta), en esta ocasión con cuñas de Castañer. Después de un día inolvidable, los recién casados pusieron rumbo a su luna de miel en África de la mano de Honnimunn, un viaje que promete ser espectacular.