Lo que debía ser una semana de celebración para Anna Ferrer Padilla y su madre, Paz Padilla, tras anunciar la apertura de su primera tienda física en Madrid, se ha visto empañada por una intensa polémica que ha encendido los ánimos en Zahara de los Atunes. Y todo por una raspa de pescado.
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La firma de moda NoNiNá, nacida en este enclave gaditano, ha sido acusada de intentar adueñarse de un símbolo cultural de la zona tras enviar burofaxes a comerciantes que usan imágenes similares al logotipo registrado por la marca. Las críticas no se han hecho esperar, y ahora es Anna Ferrer quien ha dado un paso al frente para explicar públicamente su versión.
En un comunicado publicado a través de sus redes sociales, la joven empresaria ha querido aclarar el origen del logo y defender su legalidad. “La raspa es parte de nuestra identidad como marca. Está registrada, igual que el nombre NoNiNá y algunas frases que usamos en nuestras colecciones”, afirmó con firmeza.
Frente a quienes la acusan de apropiación cultural, Anna respondió con un matiz importante:
“No estamos diciendo que todas las raspas del mundo sean nuestras. Pero sí esta. Es nuestra raspa, con nuestra forma, diseñada específicamente para nuestra marca”
. Según explicó, el proceso de registro fue revisado por la Oficina de Patentes y Marcas, que es quien decide si un logotipo puede considerarse exclusivo o no.
El conflicto estalló cuando varios comerciantes de Zahara comenzaron a recibir advertencias legales por usar símbolos similares en ropa y accesorios. Incluso una empresaria local afirmó en televisión que la propia Paz Padilla se presentó en su tienda para exigir la retirada de productos con raspas impresas. La actriz, por su parte, negó haber enviado los burofaxes personalmente y señaló que fueron acciones de su equipo legal.
Anna también ha querido poner contexto a este tipo de medidas.
“Tenemos tienda en Zahara, pero estamos creciendo mucho. Es lógico que queramos proteger nuestra identidad visual. No se puede usar un logo que se parece mucho al nuestro. Ni para lucrarse, ni para confundir”, explicó.
Y añadió que el uso no autorizado podría perjudicar la imagen de la firma: “Pueden utilizar tu raspa para algo negativo o simplemente para aprovecharse del reconocimiento que ya tiene tu marca”.
Aunque el comunicado defiende con claridad la posición legal de NoNiNá, Anna cerró su intervención con un gesto conciliador: “Si alguien se ha sentido ofendido, lo siento”. Un intento de templar los ánimos en una situación cada vez más tensa, especialmente cuando la firma se prepara para uno de sus hitos empresariales más importantes: su llegada definitiva a la capital.
La noticia de que NoNiNá abrirá su primera tienda permanente en Madrid, tras el éxito de su pop-up navideña, parecía el comienzo de una nueva etapa. La firma, que ha sabido combinar el carisma de Paz con el impulso joven y empresarial de Anna, estaba lista para consolidarse a nivel nacional. Sin embargo, este escándalo ha llegado en el peor momento posible.
Mientras en Cádiz se alzan voces que defienden la raspa como símbolo de uso común, el equipo legal de Noniná ha emitido también su propio comunicado reafirmando la titularidad sobre el diseño registrado desde 2019, asegurando que forma parte esencial de su identidad de marca.
Por ahora, el debate entre tradición y derechos de propiedad intelectual sigue abierto. Lo que está claro es que la raspa de pescado ha dejado de ser un simple icono costero para convertirse en el centro de una controversia que va mucho más allá de la moda.