Ágatha Ruiz de la Prada, que cumple 65 años en dos meses —el 22 de julio—, tiene una conexión especial con Mallorca. "Cuando nací, veraneaba en San Sebastián. Luego, he estado en Ibiza, Comillas, Sotogrande… Pero, para mí, el verano es Mallorca", cuenta a ¡HOLA! desde la zona de Son Servera, donde tiene su residencia estival. Fue con "cuatro o cinco años" cuando comenzó su historia de amor con la isla. "Mi padre se compró un barquito, pues le gustaba comprarlos y arreglarlos. Entonces, veraneábamos en la casa de mi abuelo", nos relata. "Cuando yo tenía seis años, mi padre ya se compró una casita por esta zona. Era una gozada, porque teníamos una bajada al mar impresionante. Era una urbanización que estaba empezando, como de muy de pijos de Madrid. Teníamos de vecinos a los Obregón y terminaron comprándonos la parcela".
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Ya ha pasado mucho tiempo de esto, porque hace años que Ágatha veranea en la casa que compró en la isla junto a Pedro J. Ramírez, el padre de sus hijos, y que perteneció en su día al dramaturgo y periodista Joaquín Calvo Sotelo, tío del presidente Leopoldo Calvo-Sotelo. Pero el motivo por el que viajamos a Mallorca con la diseñadora es por el reto que le hemos hecho: que pose en bañador, con motivo de su inminente 65 cumpleaños, para demostrar lo estupenda que está. Reconocemos que se quedó sorprendida en cuanto le comunicamos la idea semanas atrás, pero ella, que se apunta a un "bombardeo", no tardó más de un minuto en aceptar.
Tras mudarse de casa y vender una de París, dice: "No tengo problemas económicos. Desgraciadamente, la nueva casa ha sido mucho más cara que el ático. Me da pena venderlo y lo voy a alquilar"
"Nunca había hecho unas fotos en una playa", nos confiesa ya casi con los pies en el mar y tras probarse una infinidad de trajes de baño. Allí, comprobamos el tipazo que tiene Ágatha, por mucho que nos recalque que no se cuida "nada". También nos cuenta lo libre que es a la hora de afrontar cambios: se ha cambiado de tienda, de casa, ha vendido otra y vuelve a estar soltera, tras finalizar sus tres años de noviazgo con el abogado José Manuel Díaz-Patón. Pero ya le avisamos que, una vez salga este reportaje a la luz, no van a tardar en salirle pretendientes. "Ojalá", responde con gracia.
—Quedan dos meses para que cumplas 65 años.
—Sí. Los voy a cumplir tranquilita, que sería muy bueno. Como el año pasado tuve una nieta y tantas muchas novedades… Son muchas. Hay que ir paso a paso. Necesito un poco de paz para hacer todo esto que estoy haciendo, que es mucho.
—Entonces, ¿no tienes pensado celebrarlos con alguna fiesta?
—Creo que no.
—Te vemos estupenda, pero ¿cómo te encuentras físicamente?
—Nunca he sido presumida, pero la verdad es que, para tener 65 años y no cuidarme, estoy mejor de lo que me imaginaba. Es que no me cuido nada.
—¿Te has hecho algún arreglillo?
—Un poco de mantenimiento, digamos. Tengo la suerte de ser muy amiga de Tata y Juan —se refiere al matrimonio del doctor Peñas, especialista en estética—. Pero no te puedes obsesionar con los arreglillos porque te acabas deformando. Lo importante es hacerlos poco a poco.
—¿Cómo te ve la gente a tus casi 65?
—No sé… Pero están muy pendientes de mí. Por ejemplo, mi primer novio me organizó hace unos días una fiesta maravillosa, solo con gente que me quiere. Son todos muy monos.
—¿Quién te organizó la fiesta?
—No lo puedo decir… (ríe). Ahora, todo el mundo me llama 20 veces al día y me pide que le dé una fecha. Y eso es horrible, porque tengo la agenda fatal. Para venir a Mallorca he hecho el pino puente.
—¿Cómo definirías tu momento actual?
—Un momento de mucha aceleración, ya que este año ha sido muy complicado: el cambio de casa, de estudio, de tienda…Muchos cambios y mucho mucho trabajo. Siempre he tenido, pero ahora más si me apuras. Han sido unos meses muy estresantes. Estoy intentando tranquilizarme, pero con poco éxito. Cuando no es el apagón, es la gotera… Es que tengo una gotera en mi nueva casa y se me ha inundado el salón… justo cuando habían terminado las obras… Necesito estar tranquila.
"No sé qué pasó con Patón y nunca lo sabré. Me llevé un disgusto monumental. Fue una ruptura inesperada y muy extraña. Estoy deseando que se me pase. De momento, es inimaginable que seamos amigos"
—A nivel de trabajo, nunca has estado tan activa.
—Estoy muy activa. Acabo de venir de Rabat y salí triunfante, pero el viaje fue… No había vuelo directo, así que fui a Tánger y cogí un tren a Rabat. Pero, cuando aterricé en Tánger, no tenía dinero en efectivo y los taxis no me querían cobrar con tarjeta. Al final, pagué a uno con gasolina en la gasolinera y me llevó al tren. Ha sido un trabajo brutal… No sé ni cómo me lo he echado a las espaldas. Estoy haciendo 74 desfiles al año.
—A nivel personal, también han sido unos meses muy intensos.
—Muy muy. Empezando por la llegada de mi primera nieta, que, quieras que no, cambia muchas cosas. Pero es superguay, siempre había querido tener una. Luego, he hecho la mudanza, que tenía tantas ganas y está siendo maravilloso, aunque la gotera me está alargando todo.
El "jaleo" que dinamitó su relación
—Eso sin contar la polémica con los gitanos.
—Eso fue terrible, me afectó muchísimo. Últimamente, en cuanto meto la pata con algo, se me tiran al cuello como locos. Pero lo de los gitanos no lo decía en plan negativo. Es una frase hecha. Lo que quería decir es que, cuanto menos tenía en mi otra casa, más contenta estaba. Con la mudanza a la nueva, fui reduciendo todo: cocina, lavabos, cuartos… De hecho, el último día me vine con el bolso y dos cositas en la mano.
—¿Con Lolita lo has arreglado?
—Sí. Enseguida lo arreglamos.
—Pero todo se fue de madre y precipitó tu ruptura con Patón.
—Fue una ruptura inesperada y muy extraña.
—No entendiste cómo actuó Patón.
—Era un momento en el que estaba muy débil por la mudanza, el trabajo, por todo. Lo que menos me venía bien era ese jaleo. Lo que necesitaba eran mimos y tranquilidad.
—Pero todo se terminó agravando por él.
—Sí. Ahí no sé qué pasó y nunca lo sabré. Tengo una buena relación con la prensa desde hace 40 años y él no entendía cómo funcionaba esto. Yo sé que un paparazzi pasa toda una noche en la calle y, por eso, nunca hago bromas con uno ni con periodistas. Jamás me tomaría a broma el oficio de periodismo porque me ha ayudado mucho. Además he vivido 30 años con un periodista y sé lo que cuesta.
—¿El juego se le fue de las manos a Patón?
—Yo no hago juegos de "no soy yo, soy mi hermana". Los periodistas saben que soy respetuosa y que, cuando puedo, hablo. La verdad es que todo ha sido tan incómodo que nos hemos quedado los dos completamente alucinados.
—¿Te arrepientes de haber cortado con él?
—La verdad es que me llevé un disgusto monumental. Estoy deseando que se me pase porque estas cosas se pasan.
—¿Volverías con Patón?
—Ha sido tan extraño que, de momento, es inimaginable.
—¿Y ser amigos?
—Me imagino que en cuanto se me pase. Pero necesito mucho tiempo porque ha sido muy duro.
—¿Lo has superado?
—Bueno, ya sabes que todo lo supero.
—Patón ya ha sido fotografiado con mujeres.
—Pero eso es una tontería.
"A Luismi le quiero mogollón, pero, sabiendo cómo es y que no va a cambiar, es imposible volver juntos. Creo que él tampoco quiere, porque sabe que va a tener una tentación y no va a poder superarla"
—¿Y tú? ¿Estás abierta a tener citas?
—Yo salgo, que mis amigos me pasean. Hoy voy a hacer una excepción y voy salir con una amiga, que ya sabes que cenar con señoras… Apenas comen y no quieren tomar ni una copa porque luego engordan… Ahora estoy con brotes verdes (ríe).
—¿Cómo estás viviendo esta nueva soltería?
—Es que no me ha dado ni tiempo. He estado en Argentina, en México y en Málaga, donde he tenido una exposición en el Museo del Automóvil. También he presentado mi nuevo libro, Todo por un plan, en Mijas, Marbella y otros sitios que ni me acuerdo. Creo que me ha convenido un poco estar soltera, porque, con tantas cosas, necesito estar tranquila. No es que esté más intranquila con un tío, sino que lo que más necesito es estar sola una temporada.
—Pero has vuelto a quedar con Luismi.
—Las fotos que salieron publicadas eran un montaje, porque los dos entramos y salimos por separado. Pero Luismi es un amor. En cuanto se enteró de lo que me había pasado, me llamó y me dijo: "Flaca, ¿cuándo nos casamos?". Se lo dirá a todas, pero es una monada de frase.
—¿Volverías con Luismi?
—Le quiero mogollón, pero, sabiendo cómo es y que no va a cambiar, es imposible. A esta edad, me he dado cuenta de ciertas cosas. Para mí, es muy importante que a tu pareja le guste un poquito lo mismo: viajar, leer, la cultura… Es fundamental. Nunca me ha importado mucho la cosa sexual, que bastante he tenido ya. Quiero decir que no necesito más. Prefiero irme de viaje y pasarlo bien. Pero ya sabes que tener una convivencia buena es muy difícil.
—Luismi querrá volver contigo...
—Creo que tampoco, porque sabe que va a tener una tentación a los tres días y que no la va a poder superar.
—¿Tienes ganas de enamorarte o de tener pareja?
—Aún no. Me gustaría muchísimo, pero no las tengo.
—¿Qué le pides a un hombre?
—Nada. Es que lo de enamorarse es una cosa mágica. Pero que tenga cultura e inteligencia. Vamos a dejarnos de tantas tonterías y volvamos a algo más intelectual.
—¿Tienes ganas de divertirte?
—Tengo muchas ganas de divertirme, pero ahora tengo tal follón que no doy abasto.
—Me refería a divertirte con hombres.
—En este momento… Yo me divierto siempre.
—¿Cómo es la pasión a los 65?
—No sé, porque no los he cumplido. Pero nunca ha sido importante para mí. Luismi siempre me decía: "Flaca, si esto no te gusta".
"Demasiados planes"
—Desde que cortaste con Patón, ¿no has tenido ninguna cita con ningún hombre?
—No, la verdad. He quedado con amigos, pero no como cita.
—Pues prepárate, que cuando salgan publicadas estas fotos en bañador, te van a salir citas.
—Ojalá (ríe). Espero que ¡HOLA! sea mi Tinder.
—¿No notas que se te acercan?
—Nada. No tengo sensibilidad.
—¿Quién te parece guapo?
—Estoy que me fijo poco. Te lo juro, estoy como dormida.
—¿No tienes algún prototipo?
—Muchos me parecen guapos, pero me gustan para mirarlos tres segundos. Es que siempre me han gustado los feos. De verdad.
—Ahora es el momento de hacer planes, como bien dice tu libro. ¿Qué has empezado a hacer que no hacías?
—Tengo demasiados planes. Cada día soy más independiente. Eso de irme yo sola a Marruecos sin dinero, sin teléfono y sin nada era impensable. También me he ido a Argentina yo sola. Antes iba con catorce personas y era "requetedependiente" a tope. Cuando estoy en Nueva York, quedo con una amiga y parece que soy el patito que va detrás. Si se mete a un cuarto de baño, casi que la espero en la puerta. Ahora, he visto que me tengo que organizar y me está divirtiendo. Me estoy volviendo muy independiente.
—Tanto que ahora vives sola.
—Sí. Me ha gustado mucho llegar a la nueva casa sola y no tener recuerdos de nadie. La primera noche fue muy dura y extraña. No me quería ir de la otra y me estaba quedando en un cuartito. Hasta un día que me dije: "No tengas tanto cuento y vete".
"Nada en el mundo me gustaría más que arreglarlo con mis hermanos. Con todos. Pero estas cosas son complicadas. Ya me gustaría… Ojalá"
—Ahora te toca terminar de decorar la nueva casa.
—Y con este follón de la gotera morrocotuda… Otra vez la casa llena de albañiles.
—¿Tienes el síndrome del nido vacío?
—No, aunque me arrepentí de no haberle pedido a Tristán que estuviera conmigo el primer día. Vivo sola, pero Tristán viene todos los días. Le veo más que nunca. También va mucho mi nieta, que me aterra, porque es una terrorista total. Con las cosas que tengo en mi casa… Imagínate. Aparte, es muy alta y llega a todo. La nueva casa no está hecha para la niña, la verdad. Mala cosa.
—¿Y el ático del paseo de la Castellana? ¿Sigue en venta?
—Al final, lo voy alquilar. A lo mejor dentro de cinco años sí lo vendo, pero ahora me da pena.
—Pero lo que sí has vendido ha sido una casa de París.
—Una de mis casas de París, pero no en la que me quedo cuando voy. La tenía alquilada a una arquitecta y pensé que me iba a cuidar la casa… Cuando se fue, vi que tenía que hacer mucha obra y, en Francia, es todo tan complicado… Si aquí tienes que llamar cien veces a un fontanero, allí dos mil o veinte mil. Como no me gustan las chapuzas, decidí venderla.
—Háblanos de tu nueva tienda.
—No está acabada porque hemos tenido muchísimos problemas. Vamos a tener que levantar el suelo entero. Ha sido un año muy difícil y muy duro en ese sentido, pero, en cambio, el sitio me encanta. Me encanta la idea de la nueva tienda.
—Y vives justo al lado.
—Además, hay mucha gente divertida por aquí. Muchos latinos y mucha gente que me encanta. Creo que el cambio es muy bueno, porque es como rejuvenece la cabeza.
—Es que se te habían acumulado muchas cosas y necesitabas simplificar.
—Estoy simplificando. En la pandemia, empecé vendiendo cuadros y vendí un montón en Christie’s. Al año siguiente, seguí vendiendo…
—¿De qué te has desprendido?
—Por ejemplo, de una escultura de Franz West. Creo que le cogí el gusanillo a la subasta con Luis Gasset, porque me dio por venderlo todo. Hasta quería vender el ático entero, con todo dentro. Unos amigos míos de París lo hicieron, hasta con ceniceros. Yo lo quise hacer, ya que mi mudanza era muy traumática, con mil cajas. Ahora, lo que estoy haciendo es reducir, que es algo muy difícil, porque hay que hacerlo con mucha cabeza.
—Pero lo de vender no es porque tengas problemas económicos.
—No tengo problemas económicos. Desgraciadamente, la nueva casa es más pequeña, pero ha sido mucho más cara que el ático.
—Con 30 sueldos, 200 licencias… Decir que tienes problemas de dinero…
—Se pueden tener, pero soy muy cuidadosa e intento no tenerlos. Luego, tampoco voy a dejar todas las cosas a los niños. Por ejemplo, tengo un dibujito de Zóbel, que me hizo delante cuando yo tenía siete años. Pone "Para Ágata, de su amigo Fernando Zóbel". Para mí es muy emocionante, pero a lo mejor no lo es tanto para Cósima. Pues lo mismo con todo. No les puedo dejar diez mil cajas con trastos.
—Si no tienes problemas de dinero, te hago la pregunta inversa: ¿eres rica?
—No. Pero tengo más de lo que necesito y me divierto lo que quiero.
—¿Sabes cuánto dinero tienes en el banco?
—Es que nunca me ha gustado tener dinero en el banco, siempre me lo gasto o lo invierto. Por ejemplo, al "Innombrable" sí le gustaba tener mucho el dinero en el banco.
—Por cierto, ya no vives cerca de él.
—Sí, pues hace unos meses se mudó cerca de la otra casa, aunque, por suerte, no me lo encontré. Ahora estoy más relajada en ese sentido.
Una abuela con ganas de ejercer
—Antes nos hablabas de tu nieta, que ya tiene un año. ¿Te gusta la palabra "abuela"?
—Me encanta. Pero aún no sabe hablar, así que todavía no me llama "abuela".
—¿Ejerces?
—No, porque es muy pequeña y, a día de hoy, es imposible. Pero quiero que me la dejen sola, para educarla yo y hacer lo que me dé la gana con ella. Por ahora, no se puede, pero estoy soñando con que llegue ese momento y llevarla al circo, a exposiciones, al campo… Además, es tan ideal… Es lo más ideal que he visto de guapa.
—¿Te imaginabas que ibas estar así de estupenda siendo abuela?
—Tenía que haberlo sido mucho antes. Una amiga mía tiene varias nietas y creo que algún bisnieto. He protestado mucho para ser abuela.
—Ahora que ya lo eres, ¿te gustaría que uno de tus hijos se case?
—La verdad, me da igual. Para casarlo bien, sí. Para casarlo mal, prefiero que no.
—Así evitas coincidir con el padre de tus hijos.
—Bueno, eso lo tendríamos que ver, el cómo nos organizaríamos. Mi amiga Sofía —se refiere a Sofía Barroso, madre de la duquesa de Huéscar— fue tan valiente que, haciendo su hija la mejor boda del siglo de España, no coincidió con el padre de sus hijos. ¿No te acuerdas de que su hija no le invitó?
—Pero su caso era distinto.
—No, no es nada distinto. A Sofía ya la quería, pero ahora la tengo como la tía más lista del mundo. Hay cosas innegociables y ella estuvo genial. Ella es genial.
—Cuando una persona llega a una edad, empieza a hacer un repaso a sus cosas pendientes, a lo que tiene por solucionar.
—Yo estoy solucionando muchísimo. Como lo de ordenar libros, que lo hago yo. Hay gente que contrata a alguien para ordenarlos. Tengo otra amiga muy simpática, que es Fátima de la Cierva, que se dedica a ordenar libros y casas, pero no, yo soy muy especial para eso.
—En tus memorias, hablabas de tus hermanos, con los que no te hablas desde hace años. ¿Podrás arreglarlo con alguno de ellos?
—Nada me gustaría más…
—¿Con cuál?
—Con todos. Pero… estas cosas son complicadas. Ya me gustaría arreglarme con todos… Ojalá.
—Sobre tus memorias, ¿hubo consecuencias por algo que contaste?
—Alguna tuve, porque hubo gente que se sintió ofendida, pero poco para lo que fueron.
—¿Alguien te lo dijo?
—Alguno. Y lo siento. Por ejemplo, a Ana Botella le pido perdón.
—Por último, llamó la atención verte de luto cuando se murió el Papa Francisco. En contadas ocasiones has ido sin nada de color.
—Es que estaba de colaboradora en TardeAR. Cuando me iba a vestir, dije: "Si se ha muerto el Papa, hay que ir de negro". Y el resto, que siempre van de negro, fueron todos con color. No iría de negro en mi casa, pero a la tele, el día que se ha muerto el Papa, sí.
—¿Eres muy religiosa?
—A mi manera sí soy religiosa. Desde luego, tengo muchísimo respeto por el Papa y por el Vaticano.
—¿Tú rezas?
—Sí. En cuanto se pone fea la cosa, rezo como loca. Pero mucho mucho.