Lola Flores, la 'Faraona', la artista, la madre… la leyenda. Hoy recordamos a una mujer única, de la que se llegó a decir que “ni cantaba ni bailaba”, pero nadie se podía perder. Porque si algo demostró, a lo largo de su vida y su carrera, es que a ella eso de estar sobre el escenario -y embelesar a su público-, se le daba de maravilla.
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Esa famosa crítica, que, durante tanto tiempo, se atribuyó al periódico The New York Times, explica bien la impresión que causaba Lola en todo el que la descubría. Sin embargo, no fue ningún diario el responsable de esa cita, sino alguien que, al encontrarse con ella en Nueva York, se lo dijo, "y ella pensó que lo habían escrito", como explicó su hija mayor, Lolita, en el documental Lola-.
Sea como fuere, lo cierto es que ya es otro capítulo imborrable de la historia de Lola, el 'torbellino de colores' que se apagó el 16 de mayo de 1995.
Dios quiso cumplir uno de sus deseos. Dio su último suspiro en Madrid. No quería que fuese en Sevilla o en Jerez, nos explicaba, porque "habría disturbios callejeros".
"Que me tengan expuesta un día para que me vean mis compañeros y amigos; pero, por favor, que no me echen tierra encima", era otra de sus voluntades. Y no solo fueron sus compañeros y amigos, sino España entera la que lloró su muerte. Por su capilla ardiente, en el Centro Cultural De la Villa de Madrid, en la Plaza de Colón, pasaron más de cien mil personas que quisieron despedirse de Lola.
Ella, que escribió en sus problemas ocultos "tengo miedo a la miedo a la muerte", nos decía que estaba "preparada para ver la cara De Dios". "Solo le pido que me deje vivir unos diez años más para ver crecer a mis nietos". Aquello, sin embargo, no fue posible.
Su primera portada
Corría el año 1955 y Lola había dejado de ser 'Lolita Flores, Imperio de Jerez' -su primer nombre artístico'. Ya era 'la Faraona' -un poco a su pesar, porque, aseguraba, eso era una cosa "que le sonaba a momia"-. Acaparaba también su primera portada en la historia de nuestra revista -y no sería la última-. Conquistó 'las Américas' -"fue para mí una gran oportunidad"- , aunque, reconocía a ¡HOLA! no era oro todo lo que relucía. "Veinte horas tardábamos de sitio a sitio. Una eternidad. De aquí a México, de México a Río de Janeiro". Aun así, se decía a sí misma: "-Merece la pena, Lola, no te revientes, adelante...". Y no se equivocó. A finales de los cincuenta, tras sus intensas giras al otro lado del Atlántico, regresaba a España. Ya había nacido el mito.
Su boda con el 'Pescaílla', el hombre de su vida
"Mi marido, Antonio, es el hombre que más he amado en mi vida". El 27 de octubre de 1957 en El Escorial, Lola se casaba con Antonio González, 'El Pescaílla', el hombre de su vida y padre de sus tres hijos, Lolita, Rosario y Antonio.
"Me gustó desde el primer día que le conocí", nos confesaba. Y ella, sabía, que a él le gustaba "de siempre". "Le conocía desde Barcelona, desde el Charco de la Pava, donde él tocaba la guitarra y cantaba divinamente, el mejor que hubo jamás, mejor que Peret, y lo digo con la boca grande". Sin embargo, creía que, "por vivir a mi vera, no ha llegado a ser el artista que pudo ser, porque es el mejor en lo suyo con una guitarra y por rumbas...".
Su historia de amor, casi pudo ser fallida. Su boda llegó tras un noviazgo breve, intenso. "Después de la boda, en la que pasamos mucho miedo porque yo sabía que la familia de una gitanita que había dejado en Barcelona le podía matar... pero no pasó nada, gracias a Dios".
En mayo del 58, nació Lolita, su primera hija -"una artista increíble"-. Tres años más tarde, Antonio y, Rosario, en el 61. Comenzaba, así, una de las grandes sagas del mundo artístico en España.
'Yo, en carne viva'
En una serie de ocho capítulos, Lola nos contó todo sobre su vida, como era ella, auténtica. De sus primeros años -cuando la llamaban 'La Morucha', por lo "negrita" que era-, sus grandes amores a su historia de amor con 'El Pescaílla'. No se dejó nada en el tintero.
'Si me queréis algo, irse'
En la boda de su hija Lolita con Guillermo Furiase, pronunció la que, sin dudas, es una de sus frases más icónicas: "Si me queréis algo, irse". Pese a que, paradójicamente, todo comenzó con una invitación que ella misma hizo ante las cámaras: "Toda la gente que realmente quiera a Lolita, puede entrar en la iglesia. Estáis todos invitados".
Con lo que no contaba Lola era que, en efecto, se presentarían el mismo día del enlace en la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación de Marbella. Tanta gente se reunió allí que Lolita no podía ni acercarse al altar. Así que Lola, desesperada, se dirigió a la muchedumbre: "Mi hija no se puede casar. ¡Así que si me queréis aquí, marcharse!"
La boda de su hijo Antonio
Era buena artista, lo sabía, pero, ante todo, decía, con orgullo, "buena madre". Lolita, Rosario y Antonio eran “lo mejor de mi vida”: “Los quiero con pasión. Paso por todo menos porque se haga daño a mis hijos".
"En mi hijo Antonio veo una luz tremenda, como músico y como poeta. Creo que tiene una enorme personalidad". Madre e hijo tenían una conexión muy especial. En una época en la que triunfaban "los cantantes guapos y rubios", llegó con su melena "y con una nariz de espanto (la mía: no tengo otra)", diría él mismo. Pero, lo cierto es que despuntó como artista -Lola no se equivocaba, tenía un gran talento-.
El 19 de marzo de 1986 se casaba con Ana Villa, madre de su hija, Alba.
Su primera nieta: Alba Flores
Siete meses después, llegaba al mundo la pequeña Alba -que continúa la saga y triunfa como actriz-. "No me canso de mirarla", contaba Lola. "Lo conseguí. Ya no me moriré con la pena de no ver a un hijo de mis hijos". De hecho, después llegarían Elena y Guillermo, los hijos de Lolita.
Su último posado
Le pedía a Dios diez años más para poder ver crecer a sus nietos. Y, nos explicaba, ya podía "morir tranquila", puesto que tenía sucesora: su hija Rosario. "Canta y baila como nadie. Supe que iba a venir al mundo en Hollywood y con ella hice tres películas. ¿Cómo no va a ser lo que es? ¡Si lo lleva en la sangre! Lo que pasa es que no quiere ser solamente la hija del mito".
Nunca mencionó, en su última entrevista, la palabra 'maldita' -el cáncer-, con la que "convivía en la crónica de una muerte anunciada", como escribía Tico Chao en ¡HOLA! "Hasta en eso fue grande Lola, querida Lola; hasta en su propia pelea con la muerte. Ella, que tanto peleó por la vida".