Lola Álvarez Romano©Antonio Navarro

Adolescentes

Las claves de la terapeuta Lola Álvarez Romano para que tu hijo adolescente disfrute de buena salud mental

Es una etapa de muchos cambios en la que no hay que perder de vista los problemas psicológicos que puedan presentarse. ¿Cómo detectarlos?, ¿de qué modo evitarlos?

Más que como un periodo a temer, para Lola Álvarez Romano, la adolescencia es una ventana de oportunidad que brinda la ocasión de poner las bases de la salud mental presente y futura.

En su nuevo libro ¿Qué me he perdido? (Ed. Planeta), esta terapeuta que trabaja en los servicios de asistencia para adolecentes del Reino Unido, desvela cómo entender qué pasa por la cabeza de los hijos adolescentes y, sobre todo, cómo empatizar con ellos y ayudarlos a superar los momentos difíciles. Hemos charlado con ella.

La adolescencia es como un ‘tsunami emocional’. ¿Cómo saber que los cambios que experimentan son propios de la edad o, por el contrario, responden a un problema de salud mental?

Hay muchas conductas inesperadas en la adolescencia. Pero puede haber un problema de salud mental cuando hay un cambio de conducta en más de un frente, un cambio generalizado que se mantiene. Por ejemplo, que deje de salir con los amigos, que su rendimiento escolar baje en picado, que tenga insomnio, que deje de disfrutar con cosas con las que antes disfrutaba, que se aísle de todo el mundo… Esto puede ser una reacción puntual ante algo que le ha pasado, pero si se mantiene en el tiempo, más de dos o tres semanas, puede indicar que hay algo que no está bien.

¿Cuáles son los problemas de salud mental que más afectan en la actualidad a los adolescentes?

Lo más frecuentes, como cuento en el libro, son la ansiedad y la depresión. Porque, además, cualquier otro cuadro de salud mental suele cursar con algo de ansiedad o de depresión, o ambas. Es como el telón de fondo para muchas otras cosas que ocurren en el mundo de los jóvenes.

Comenta en el libro que hay una especie de ‘moda’ por confesar problemas de salud mental como una forma de ganar prestigio social, que se viene observando en Reino Unido. ¿Qué pueden hacer los padres ante esto?

Hay que hablar con ellos y ayudarles a distinguir la diferencia entre estar un poco bajo de ánimo y tener una depresión. O estar un poco ansioso antes de un examen a sufrir de ansiedad. Son cosas diferentes. Los jóvenes de hoy en día con mucha facilidad se auto diagnostican todo tipo de cosas cuando en realidad son adaptaciones temporales en relación a algo. Tener un poco de ansiedad antes de un examen es incluso bueno porque vas a estar más alerta, y estar triste cuando rompes con tu pareja es normal, pero eso no es una depresión.

Se ha constatado en los últimos años un incremento de las autolesiones como forma de tolerar el dolor emocional que no saben gestionar. ¿Cómo ayudar a los adolescentes a encontrar otra forma de gestionarlo?

La clave es tener una buena comunicación con ellos. Las autolesiones son un modo de expresión de lo que sienten. A veces no tienen recursos internos para expresarlo de otra manera. Por eso, cuanta más comunicación haya entre padres e hijos, menos tendrán estos últimos que buscar esos modos de expresión.

Se suele decir que las autolesiones son una llamada de atención, y no son solo eso. Es la manera de regular su estado mental que les proporciona un alivio temporal. Esto es problemático porque a veces resulta muy difícil que dejen de hacerlo. Cuando los padres se dan cuenta de esto deben buscar ayuda profesional, además de hablar con sus hijos. Salir de ahí es un proceso que lleva un tiempo y en el que necesitan encontrar alternativas para actuar cuando se sienten así, en lugar de autolesionarse. Es un problema tratable y tratable con éxito.

Libro ¿Qué me he perdido?©Planeta

El suicidio es un tema tabú, pero se da también en población adolescente y es una de las primeras causas de muerte entre los jóvenes. ¿Hay que hablar de suicidio abiertamente con los hijos, aunque no muestren síntomas de depresión o malestar emocional?

Siempre va bien mantener conversaciones sobre las cosas de la vida. La comunicación desde la infancia es muy importante para tener una buena salud mental. Si surge el tema, porque lo ven en las noticias, por ejemplo, no está mal hablar con ellos. Esto puede dar una idea a los padres de lo que piensan sus hijos con respecto al suicidio. Puede haber adolescentes que expresen “yo pienso a veces en suicidarme”. Entonces hay que hacer algo. O puede haber quien diga, “yo jamás lo haría, eso no es solución”.

A veces para saber cómo piensan es bueno poner el foco en una tercera cosa, por ejemplo, viendo una película, para ir viendo cuál es su visión sobre ello.

Comenta en el libro que la mitad de los trastornos de salud mental que se ven en la edad adulta comienzan sobre los 14 años. ¿Qué falla para que esto sea así?

La mayoría de las veces lo que falla es que esos adolescentes no tienen ayuda, tienen un trastorno y no hay quien les ayude, y lo arrastran hasta la edad adulta porque no han tenido el apoyo que han necesitado. Muchos adultos arrastran problemas desde siempre. A veces la madurez te da recursos para luchar contra problemas como la ansiedad o la depresión, pero otras veces no. Llegan a la edad adulta con temas por resolver que les hacen muy infelices. Tener ayuda a una edad en la que aún te estás formando es básico.

La adolescencia es un momento idóneo para reconducir cosas porque estás cambiando. Lo bonito de la terapia infanto-juvenil es que todavía hay muchas oportunidades de cambio y de desarrollo.

A pesar de que, tal como comenta, la adolescencia es una oportunidad, la mayoría de los padres se enfrentan a ella con miedo, más que con ilusión…

La adolescencia tiene muy mala fama y no es merecida. Lo que sucede es que en la adolescencia los padres tienen que darse cuenta de que el cascarón se rompe. Hasta ese momento, los padres han controlado todo lo que hacen los hijos. Pero a partir de la adolescencia, los hijos quieren hacer otras cosas, quieren explorar mundos diferentes, y los padres han de poder tolerar que haya una mayor distancia con sus hijos, y darles un poco de espacio. Tiene que haber un ajuste necesario por ambas partes. Si los padres insisten en que las cosas tienen que ser como eran hace dos años, claro que van a surgir enfrentamientos. Los adolescentes están en otra etapa. Es como quererles poner ropa que les queda pequeña.


Al margen de la comunicación, que ha citado ya, ¿qué otras bases habría que crear para que los hijos tengan una buena salud mental en la adolescencia?

Tienen que observar y tener tiempo para sus hijos, no ir tan acelerados que no se dan cuenta lo que le pasa al otro. Todos tenemos vidas muy llenas y hay padres que trabajan mucho, pero cuando tienes hijos tienes que dedicarles tiempo, no solo para que te cuenten cosas sino para que tú veas cómo están. Que tú notes cosas, aunque no te lo expresen.

Y, por otro lado, el ejemplo. Los hijos aprenden a través del ejemplo. Los padres son un modelo, y cómo gestionas los conflictos y las adversidades les enseña mucho a ellos. No tienes que ser un padre o una madre perfecta. Puedes comentarles que has hecho algo de un modo y que te equivocaste. Eso es un buen ejemplo para los hijos. Les enseñas que los adultos cometemos errores y que entonces hay que volver a empezar. Todas estas son herramientas que les das para la vida.