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No solo hay una playa cerca de la capital de España. Hay docenas. Y de agua tan clara y dulce, que incluso se embotella como mineral. Hemos recorrido todo el Sistema Central, desde la sierra de Guadarrama hasta Gredos, para elegir las mejores pozas fluviales de Madrid, Segovia, Ávila y Cáceres. El baño en zonas fluviales sigue estando prohibido o restringido en varias comunidades autónomas, pero el verano nos hace mirar con ansia a estas piscinas naturales serranas de los alrededores de Madrid. En cuanto den el pistoletazo, celebraremos la normalidad con un chapuzón y con un largo trago del agua más pura.

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GARGANTA DEL TRABUQUETE

En la comarca cacereña de la Vera y en el pequeño pueblo serrano de Guijo de Santa Bárbara, con buenas muestras de arquitectura tradicional, descubrimos un tesoro natural: la garganta El Trabuquete. Después de caminar 4 kilómetros montaña arriba por un paisaje de postal, pero sin ninguna dificultad, el baño en las frías y cristalinas aguas de este charco rodeado por rocosas paredes será una recompensa para aliviar el esfuerzo.

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POZAS DE LA CASCADA DEL ALJIBE (GUADALAJARA)

Entre prados, jaras, robles y encinas discurre la ruta que lleva desde la pedanía de Roblelacasa a la bonita cascada del Aljibe, El premio después de recorrer los 3 kilómetros de sendero es llegar hasta sus dos grandes y escalonados saltos de agua que suman 10 metros de altura y darse un baño con el pico Ocejón como telón de fondo. Ya fresquitos se puede seguir caminando hasta el pueblo abandonado de Matallana. Esta excursión es una de las más recomendables de la ruta de la Arquitectura Negra, en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara.

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POZAS DE LA ANGOSTURA (RASCAFRÍA, MADRID)

Agua más limpia para bañarse no se hallará en 200 kilómetros a la redonda de Madrid, pues es la que se bebe en la capital desde 1858, la del alto Lozoya. Antes incluso de pasar por el monasterio de Santa María de El Paular, el río atraviesa el paraje de la Angostura, donde se suceden los rápidos, las cascadas y las pozas profundas, más que muchas piscinas, a la sombra de los pinos silvestres, robles y abedules. Bañistas habituales son los martines pescadores y las nutrias, indicadores de la pureza de estas aguas. El acceso más rápido es caminando por la pista forestal cerrada al tráfico que nace en el kilómetro 32,4 de la carretera M-604 (subiendo de Rascafría al puerto de los Cotos), la cual lleva en media hora de paseo hasta el viejo puente de piedra de la Angostura y las grandes pozas que hay poco más arriba. Quien no quiera andar, puede ir en coche a las piscinas naturales de las Presillas, en El Paular. Aquí el baño también es gratuito, pero el parking es de pago (rascafria.org).

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CALDERAS DEL CAMBRONES (LA GRANJA, SEGOVIA)

Otra agua purísima es la del río Cambrones, que abastece a la planta embotelladora de Bezoya de Trescasas, cerca de La Granja, poco después de nacer en el puerto de Malagosto, a 1925 metros de altura, y bajar al real sitio brincando de poza en poza, a cual más bella. Lo de llamarles calderas debe de ser una broma, porque el Cambrones es el río más frío de la sierra de Guadarrama. También es el de caudal más constante, que, en pleno verano, cuando otros casi se secan, lleva agua bastante para poder saltar a la poza Negra desde sus bordes rocosos de más de 7 metros de altura. Y el que tiene la poza más hermosa, la del Guindo, un espejo ovalado de 20 metros de largo por la mitad de ancho, enmarcado en una orla de hierba sobre la que se alzan y contonean, mirándose y remirándose en el cristal de las aguas, varios álamos, sauces, fresnos y un lánguido cerezo, o guindo, que es el que da nombre al remanso. Para llegar a las pozas del Guindo y Negra hay que caminar una hora larga desde La Granja, pero con andar solo media ya se descubren varias calderas ideales para el baño. El camino se describe con detalle en el apartado de rutas naturales de turismorealsitiodesanildefonso.com

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LOS CHORROS (MANZANARES EL REAL, MADRID)

Para evitar que las multitudes colapsen los accesos y contaminen la Pedriza, joya granítica y acuática de la sierra de Guadarrama, está prohibido desde hace años el baño en el río Manzanares, que nace ahí al lado, limpio y puro como la nieve que cae y se amontona en el ventisquero de la Condesa, a 2000 metros de altura. Lo que nadie puede prohibirnos es hacer senderismo y refrescarnos en una poza solitaria, sin ver ni ser vistos por nadie, como no sea por un buitre leonado o una cabra montés. En busca de ese baño dichoso y secreto, nos echaremos a andar desde el aparcamiento superior de Canto Cochino, a 7 kilómetros de Manzanares El Real, y subiremos a pie junto al río hasta las cascadas de los Chorros (2 horas), por encima de las cuales hay un rosario de pozas solitarias asombradas por pinos silvestres de añosísima corpulencia, con vistas a los riscos de las Milaneras. La ruta de los Chorros se describe en wikiloc.com.

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CHORRERAS DEL TORMES (NAVARREDONDA DE GREDOS, ÁVILA)

Nada más nacer en un prado de Navarredonda de Gredos, el Tormes surca un precioso pinar y el paraje de las Chorreras, donde el río encajonado entre grandes bloques de granito brinca y espumea hasta precipitarse en un poderoso último salto sobre una poza de 20 metros de ancho. En verano, es un lugar ideal para sentarse en la orilla, a la sombra de una peña o de un alto pino, y leer lo bien que lo describía Garcilaso: «En la ribera verde y delectosa / del sacro Tormes, dulce y claro río, / hay una vega grande y espaciosa… / verde en la fuerza del ardiente estío». También es un lugar ideal para bañarse, fácilmente accesible en coche (bajando desde Hoyos del Espino al puente del Duque y subiendo luego junto al Tormes 1,5 kilómetros). Por eso conviene evitar los fines de semana y los festivos. Lo más razonable, además de elegir un día corriente, es combinar el chapuzón con una ruta de senderismo, como la que se recomienda en navarredondadegredos.net

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LOS PILONES DEL JERTE (CABEZUELA DEL VALLE, CÁCERES)

Todo el mundo viene al cacereño valle del Jerte a contemplar la floración primaveral de los cerezos. Menos gente, solo la que sabe, vuelve en verano para disfrutar de los Pilones, unas pozas enormes que el agua ha esculpido con fantásticas formas y pulimentos en la Garganta de los Infiernos, que, de infernal, la verdad, tiene poco. A medio camino entre Jerte y Cabezuela del Valle, nace el sendero señalizado que lleva a este paraje idílico. Una hora se tarda subiendo por un espeso robledal, cuya sombra se agradece mucho en verano. Pozas y cascadas se encadenan formando un tobogán acuático de 200 metros por el que los bañistas se deslizan porque es muy divertido, sí, pero también porque no hay otra salida: tan empinadas y resbaladizas son las paredes de la garganta. Aparte de todo lo necesario para caminar por el monte (calzado de senderismo, protección solar, agua, comida…), conviene traer unas sandalias (o escarpines) para bañarse y una cámara sumergible para grabar el descenso. En turismovalledeljerte.com encontraremos información sobre 27 zonas del baño en el valle, incluida esta.

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