Dos niñas de dos mundos opuestos nacen el mismo día de 1900 en el pazo gallego del Espíritu Santo. Clara es la hija de los señores, Catalina, la hija de la criada, y sus destinos –y los de sus familias– se verán trastocados cuando ambas sean intercambiadas. Así imaginó Sonsoles Ónega a las protagonistas de Las hijas de la criada, la novela con la que ganó el Premio Planeta en 2023 y que se convirtió en el libro más vendido en España entonces. Dos años después, sus personajes cobran vida en televisión.
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Intriga, pasiones ocultas, secretos familiares y luchas de poder se entrelazan en esta serie de ocho episodios que sigue a los Valdés, una familia del mar gallego que emigró a finales del siglo XIX y principios del XX. Un relato, que dice la periodista, trata sobre “mujeres poderosas, valientes, que sobreviven en un mundo no muy fácil para ellas”.
Verónica Sánchez, Carlota Baró y Alain Fernández encabezan el reparto de la serie, que ha sido grabada en diferentes rincones de Galicia, así como en Madrid y Canarias. Cuando Sonsoles Ónega visitó el set de rodaje de la adaptación de su novela, la emoción fue inevitable: “Ver cómo Galicia se convertía en mi novela ha sido un impacto. Es como si los personajes hubieran decidido empezar a caminar de verdad”, confesó. La autora también destacó como la mirada de los directores sobre las Rías Baixas le devolvía detalles que incluso ella había imaginado solo de forma intuitiva: “Encontraron rincones que parecían escritos antes de existir”.
Acompáñanos ahora en un recorrido por las localizaciones gallegas de la serie y empieza a sumergirte en el universo de Las hijas de la criada.
LA PLAZA DE LA LEÑA DE PONTEVEDRA
Uno de los escenarios más reconocibles en la serie es la plaza de la Leña, el rincón más emblemático del casco antiguo de Pontevedra. Durante el rodaje se llenó de figurantes, puestos de mercado, carros de madera, cestos de pesca, cántaros y todo tipo de elementos para recrear la vida cotidiana en una villa gallega de principios del siglo XX. Su nombre recuerda su pasado como punto de comercio de leña, como hoy es la típica plaza gallega: pequeña, con soportales, rodeada de viviendas de sillares de granito, galerías y el típico cruceiro en el mismo centro. Con buen tiempo, sus terrazas le dan vida y se convierte en la más fotografiada de la ciudad.
No es la única plaza con reminiscencias gremiales del precioso casco antiguo de Pontevedra, que rivaliza en encanto con Santiago de Compostela. La Ferrería, la Verdura o la plazuela de las Cinco Calles son solo algunos ejemplos, junto a casas nobles, rúas de granito verdinoso con soportales, tabernas populares, iglesias como la del convento de San Francisco –con sepulcros medievales y vidrieras–, jardines y la curiosa capilla con forma de vieira, donde los peregrinos del Camino Portugués se detienen para venerar a la patrona de la ciudad.
LOS HÓRREOS Y LAS MAREAS DE COMBARRO
Casi tan conocida como la plaza de la Leña –o quizá incluso más– es el pueblo de Combarro, otra de las postales más reconocibles de Galicia y localización clave en la serie. Su arquitectura tradicional y su marcada identidad marinera resultaron idóneos para varias escenas de Las hijas de la criada.
Quien recorra hoy sus callejuelas estrechas reconocerá al instante sus hórreos alineados junto al mar, las casas de piedra, los cruceiros y las pequeñas plazas. En pantalla, la decoración añade toques antiguos para la ambientación de época, pero el encanto del lugar es completamente real.
DE LA PLAYA AL PUERTO EN MUROS
El paisaje de la ría de Muros parece hecho para el cine, y eso lo saben bien las productoras, que desde hace años han encontrado en este entorno el perfecto set de rodaje. A la playa de Area Maior se desplazaron los actores de la serie para grabar otras secuencias, un lugar que combina tranquilidad y naturaleza en estado puro. Es también un destino ideal para los amantes del surf, que tienen puestos sus ojos en este arenal salvaje de Louro, en la desembocadura el río Negro. Por sus dunas, la laguna de Xelfas y el mítico monte Louro, que quedan a sus espaldas, es referencia fotográfica del turismo gallego.
Además del encanto de sus playas, Muros presume de una villa con alma medieval: calles estrechas que suben y bajan entre cuestas y escaleras, soportales de piedra, pequeñas ermitas y esa arquitectura marinera que parece detenida en el tiempo. Entre todos sus rincones destaca un enclave muy especial, un pequeño puerto que todavía conserva la atmósfera del siglo XVII: el puerto de Cabanas. Allí se rodaron varias escenas de la serie y, con unas cuantas transformaciones de atrezzo, se convirtió en la ficticia conservera La Deslumbrante.
Aunque el rodaje finalizó en julio, meses antes Sonsoles Ónega se acercó al set para encontrarse con el equipo, y salió visiblemente emocionada. En su programa contó lo que sintió al ver a las actrices caracterizadas como obreras, con sus pañoletas y las latas de sardinas recreadas al detalle: “Es impresionante el montaje… Me he emocionado mucho porque es como darle otra vida a los personajes”, confesó. Para la autora, volver a ver a sus protagonistas –Martina Cariddi y la coruñesa Judith Fernández– vestidas con los trajes que ella misma había imaginado fue casi un déjà vu literario. Y, como remató entonces, el entorno gallego hizo el resto: “No deja de sorprenderte”.
