No hace falta cruzar el Atlántico para sentirse en el Lejano Oeste. A las puertas de Teruel, se despliega un paisaje de tonos ocres y paredes erosionadas que parecen sacados de Arizona. Un rincón que sorprende por su belleza árida, formaciones caprichosas y el espectáculo natural que regala con cada cambio de luz.
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La Rambla de Barrachina es uno de esos rincones en el que pocos se habían fijado hasta hace poco, pese a estar a solo 7 kilómetros de la ciudad, y demuestran que Teruel deslumbra. Se trata de un enclave natural que forma parte de la depresión del río Alfambra donde uno alucina con sus paredes rojizas y su inmensidad y siente, por un instante, que ha viajado a otro continente. El Cañón Rojo lo llaman.
Su acceso es sencillo: basta tomar la carretera N-234 en dirección a Valencia y desviarse por la A-1512, hacia Cuevas Labradas. A pocos minutos, una pista de tierra lleva hasta un mirador natural que permite contemplar de un vistazo el espectáculo geológico de postal. No hay pérdida: el paisaje lo anuncia antes de llegar, con sus tonos rojizos y formas singulares.
El cañón tiene más de 3 kilómetros de longitud y paredes que alcanzan los 80 metros de altura. Fue esculpido durante millones de años por la acción del agua y el viento sobre las margas y arcillas de la zona. El resultado es un escenario de chimeneas de hadas, cárcavas y barrancos que cambian de color a lo largo del día: del naranja al bermellón, del dorado al vino tinto, según la hora y la inclinación del sol.
Pero hay que animarse a explorarlo más allá del mirador, siguiendo la ruta circular de unos 12 kilómetros que rodea la rambla. Es un recorrido de dificultad media, con miradores y vistas panorámicas espectaculares, que sobrevuelan aves rapaces, por lo que será buena idea llevar los prismáticos para observarlas. Cada tramo regala una perspectiva distinta: un juego de luces y sombras que parece moverse con el paso de las nubes. Quienes ya lo conoce, coinciden en que sorprende que algo así esté tan cerca de Teruel, porque es como estar en un decorado del Oeste, no parece Aragón.
OTROS CAÑONES EN TERUEL
ESTRECHOS DEL RÍO EBRÓN
A 24 kilómetros de la Rambla de Barrachina, entre los pueblos de El Cuervo y Tormón, este tramo estrecho y espectacular del río Ebrón es una ruta popular de senderismo. Se inicia en la zona recreativa Los Chorros, y puede recorrerse de manera lineal o ida y vuelta, combinando un tramo bajo fácil junto al río y otro alto con miradores y mayor desnivel, con una distancia aproximada de 10 kilómetros. En el camino se contempla la cascada de Calicanto, el puente de la Fonseca, bosques de ribera, sabinas y pinos mediterráneos.
HOCES DEL GUADALAVIAR
Albarracín es un pueblo precioso, de los más bonitos de España, y en la sierra a la que da nombre nace el Guadalaviar (después Turia), el río que ha creado un conjunto de cañones amplios por los que el serpentea entre paredes rocosas y bosques ribereños. El sendero para recorrerlos comienza en el mismo pueblo, tiene unos 4 kilómetros, pero se puede alargar el doble por los miradores.
BARRANCO DE LA HOZ
Del buen número de cañones, cárcavas, surgencias y cascadas que se descubren en la sierra de Albarracín, uno de los más espectaculares es el cañón del río Blanco, afluente del Guadalaviar, cuyas aguas se desploman por un conjunto de resaltes y pozas de toba caliza de gran belleza. Desde Calomarde arranca una ruta de 6 kilómetros (idea y vuelta) que discurre por puentes de roca natural y pasarelas flotando sobre el cañón hasta llegar a un antiguo molino harinero en ruinas.
CAÑONES DEL RÍO MARTÍN
Aguas debajo de Montalbán, la capital de la comarca de las Cuencas Mineras, el río Martín atraviesa unos impresionantes cañones, entre Obón y Alcaine, que solo se pueden recorrer a pie por el sendero GR 262. A lo largo del paseo, de unas tres horas (solo ida), se ven las pinturas rupestres de la Coquinera y de la Cañada de Marco, dos de los más de 40 abrigos con arte levantino y esquemático que salpican el Parque Cultural del Río Martín (parqueriomartin.com) y que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad.
