La villa monumental de Ávila que ha pasado de enclave medieval a nuevo destino del arte contemporáneo


Famoso por su rica historia y su arquitectura mudéjar, Arévalo está viviendo una transformación con el arte contemporáneo como protagonista. El ambicioso proyecto museístico de Collegium busca llevar el arte al medio rural, sacándolo de sus espacios habituales y acercándolo a nuevos territorios.


Plaza de la Villa Arévalo Ávila
Por: Rafael Estefanía
20 de octubre de 2025 - 15:18 CEST

Algo se está cociendo en Arévalo, y no estamos hablando de los cochinillos asándose al calor del fuego en los hornos de la ciudad e impregnando el aire de olor a pueblo y a leña. Lo que está ocurriendo aquí es alimento para el espíritu, más que para el estómago, un proyecto que aspira colocar a este pueblo castellanoleonés en el mapa del arte internacional. Tiene sentido. Al fin y al cabo, Arévalo ha sido cuna de la cultura desde la Edad Media y enclave notable en la Corona de Castilla, donde la mismísima Isabel la Católica recibió su primera educación.

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Soportales de la plaza de la Villa

En esta villa y sus alrededores vivieron y murieron reyes, reinas y personajes ilustres. Aquí se formó, de los 16 a los 26 años, Ignacio de Loyola, y se refrendó el famoso Tratado de Tordesillas. Menos conocido, pero igual de importante en el mundo de la cultura, fue el Mancebo de Arévalo, escritor morisco de la primera mitad del siglo XVI, erudito de la lectura arábiga, hebraica, griega y latina, y autor de la Tafcira, un libro de crónicas de Arévalo escrito en literatura aljamiada (mezcla de castellano con caracteres árabes).

Javier Lumbreras, impulsor del proyecto Collegium

Con semejante pedigrí cultural, la localidad está lista para dar un salto al futuro de nueve siglos y convertirse en referencia nacional del arte contemporáneo gracias al proyecto Collegium. Doce nuevos edificios desarrollados sobre 15.000 metros cuadrados, donde se levantará un museo, un centro de creación e investigación artística y un espacio dedicado a residencias de artistas. El padre de este ambicioso proyecto de financiación pública privada es el coleccionista de arte, inversor y filántropo Javier Lumbreras, nacido en Arévalo pero ciudadano del mundo.

Con una filosofía similar a los mecenas que hace siglos apostaron por el arte y la cultura, Javier y su esposa, Lorena Pérez-Jácome, han concebido un lugar que, además de albergar su colección Adrastus, con más de 1000 obras de más de 150 artistas y 45 países, sirva, como nos cuenta, «como un proyecto de conocimiento, que genere un bienestar social y toque la vida de las personas que pasen por sus exposiciones». Hablamos en el cascarón en ruinas de la antigua iglesia de San Nicolás, donde se levantará el museo, imaginando las estructuras de cubos diseñados por la arquitecta Tatiana Bilbao que unificarán el conjunto, conservando los restos de los ancestrales edificios. Al lado del templo está el antiguo colegio jesuita del siglo XVI, que inspiró el nombre de Collegium.

Arte en las exposiciones de Colegium
Obra de la fotógrafa Luana Fischer

Mientras se lleva a cabo el proyecto, la espectacular iglesia de San Martín, flanqueada por dos torres mudéjares, desacralizada desde 1911 y prácticamente en ruinas –hace solo dos décadas se usaba como granero–, sirve hoy de escaparate para asomarse a lo que será Collegium, con exposiciones temporales. Las pinturas, esculturas, instalaciones y vídeos a menudo provocativos, expuestos en las seis exposiciones temporales que han tenido lugar hasta la fecha, contrastan con la imaginería religiosa y el fabuloso altar barroco que corona la iglesia. Reacciones de sorpresa, admiración, estupor, pero nunca indiferencia, ante este matrimonio de conveniencia entre la vanguardia y la tradición. La nueva exposición, inaugurada a finales de septiembre, La lluvia no viene del cielo, incluye fondos de Collegium, piezas de la colección personal de Javier y Lorena, obras de artistas locales de Arévalo y hasta piezas del museo de América.

El artista brasileño Xaladu trabajando en su obra
Miguel Benjumea, artista residente en Collegium

Además de este templo con vocación de museo, Arévalo posee otras seis iglesias. La más bella de todas, la de Santa María, nos recibe con unos coloridos frescos medievales en su ábside y la inquietante hilera de 32 caras barbadas insertadas en un friso que parecen observarnos desde la altura. El mudéjar es el estilo predominante de todas ellas y todo lo referido a él está recopilado en el moderno Centro de Actividades del Mudéjar, abierto en 2019 en la rehabilitada casa del poeta Nicasio Hernández Luquero, en los soportales la plaza de la Villa. Aquí se estudia, documenta y cataloga este legado omnipresente en la ciudad.

El moderno Centro de Actividades del Mudéjar

En la misma plaza, impoluta y serena y una de las mejor conservadas del mundo, que sorprendentemente ha conseguido mantener intactos sus edificios de ladrillo, madera y canto, libre de bares y ruidosas terrazas, se encuentra también el Museo de Historia de Arévalo.

Javier Rodríguez, propietario de Asador Museo Siboney
Dulces de la Pastelería Álvarez.

Tanta cultura abre el apetito, y cuando se trata de comer, el cochinillo y el lechal al horno son la carta de presentación de Arévalo. En el Asador Museo Siboney, la mejor pieza de entre su impresionante colección de antigüedades, es el antiguo horno donde asoman los cochinillos asados en bandejas de barro. Piel crujiente y tostada y carne blanca y tiernísima, acompañada de ensalada verde.

Tras el asado y unos mantecados caseros de la Pastelería Álvarez, es hora de rebajar calorías paseando hasta el mirador de Adaja para observar la curva del río, abrazado por frondosos chopos y sauces y las casas del pueblo asomadas a la ladera. Después espera el castillo de Arévalo, una fortificación mudéjar del siglo XV que alberga tras sus gruesas murallas y que acoge el único museo del cereal de España. Arévalo, debe ser el único lugar del mundo donde el cereal y el arte moderno encuentran su punto de convergencia en el interior de un museo.

Obra en barro de Layla Tavares

DÓNDE COMER

Arévalo es uno de esos lugares de peregrinaje los fines de semana para degustar su famoso cochinillo asado, su lechazo y sus legumbres de la región. Multitud de restaurantes disponen de asador propio, entre ellos el Asador Museo Siboney, con su impresionante colección de antigüedades y su producto siempre fresco. En el espacioso asador Desireeé Asador Casa Felipe (asadorcasafelipe.com), el cochinillo y las chuletillas de lechal son las estrellas de la carta. Para una cocina más contemporánea y elaborada, Anduriña (restauranteandurina.es) con su delicioso canelón de rabo de toro y su rodaballo salteado con setas y navajas. Reserva un último hueco de tu estómago para probar los dulces caseros de la Pastelería Álvarez (@pasteleria_alvarez), en el centro de la ciudad.

Habitación del Parador de Ávila

DÓNDE DORMIR

Sin ser tan aristocrática como su nombre sugiere, la Posada Real Los Cinco Linajes (loscincolinajes.com) es la opción de alojamiento más recomendable en Arévalo. Construida en la antigua sinagoga, conserva algunas columnas y arcos originales. A 40 minutos, en Ávila, está La Casa del Presidente (lacasadelpresidente.es), un lugar con historia, pues fue residencia de Adolfo Suárez, primer presidente de la Transición, quien la mandó construir en los años 70 en el casco histórico de su ciudad natal. Pegada literalmente a la Muralla, su enorme jardín arbolado y su piscina son un oasis dentro de la ciudad. También en la capital abulense, otra opción más clásica, pero igualmente lujosa es el Parador de Ávila (parador.es).

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