Cinco planes para vivir y disfrutar la cultura cervecera belga, declarada Patrimonio de la Humanidad, en Bruselas


Visitar una fábrica única, descubrir el museo que narra la historia de esta bebida, probar una de las más de 2.000 referencias del bar más famoso de la ciudad… estas son algunas ideas para organizar el viaje perfecto de todo cervecero


Plaza de la Bourse, Bruselas, Bélgica© Alamy Stock Photo
Por: Rocío Jiménez
17 de octubre de 2025 - 14:00 CEST

La cerveza es a Bélgica lo que el vino a Francia o el whisky a Escocia, un elemento vital de la gastronomía y vida social del país, es orgullo e identidad y una parte importante de su ADN. A lo largo de todo el país se producen alrededor de 1500 variedades de esta bebida elaboradas con diferentes métodos de fermentación. De trigo, trapenses, lambic y geuze (de trigo sin gas fermentada con levadura aerotransportada y envejecida en barricas de madera), de frutas… las hay de todos los colores, gustos y graduaciones de alcohol para que cada cervecero puede encontrar su match perfecto. Y ojo, porque cada una de ellas se debe servir en su copa de marca exclusiva y a una temperatura determinada, no hacerlo es casi como un pecado. La hora de la cerveza se ha convertido casi en un ritual y sus cerveceros en respetados vecinos que han sabido mantener las recetas y métodos de elaboración generación tras generación.  

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© Apple Photos Clean Up
El futuro de la cerveza avanza hacia una producción más sostenible y responsable con el medio ambiente.

La cultura que se ha generado en torno a la cerveza en este país es tan grande que la Unesco la declaró, en 2016, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, desde donde destacan también los múltiples usos que le da la sociedad belga y su avance hacia una producción más sostenible y responsable con el medio ambiente.

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Para conocer los orígenes de esta tradición hay que echar la visita siglos atrás. Si bien los celtas que habitaban las tierras de la actual Bélgica ya elaboraban y consumían bebidas fermentadas –una rudimentaria cerveza–, no sería hasta la Edad Media que comenzaría a desarrollarse esta tradición en el país. Durante esta época las abadías se convirtieron en centros de estudio sobre agricultura, ganadería y gastronomía, entre otras especialidades, y comenzaron a dar forma a sus propias variantes. Gracias a los monjes la elaboración de cerveza pasó a ser considerada como un trabajo artesanal y el resultado un producto de calidad que se caracterizaba por su complejidad, refinamiento y equilibrio.

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El famoso Manneken, símbolo de la ciudad.

Hasta la llegada del lúpulo a la región de Flandes en el siglo XII, las cervezas se aromatizaban con una mezcla de hierbas conocida como gruit, una tradición que se ha mantenido hasta hoy día en algunas poblaciones. Así, en función de la zona que se visite, se podrá conocer una u otra variedad y sus procesos de elaboración. En el caso de Bruselas capital, su identidad es el lambic, variedad que se fermenta al aire libre con levaduras naturales del valle del río Senne. La devoción de sus habitantes por esta cerveza es tal que, en ocasiones especiales, el famoso Manneken, símbolo de la ciudad, mea cerveza en lugar de agua. Para profundizar un poco más en la historia de esta bebida, o disfrutarla al máximo, la capital belga ofrece diferentes y atractivos planes, estos son algunos de ellos.

Visitar el Belgian Beer World

Bruselas cuenta desde 2023 con un espacio imprescindible para conocer a fondo la tradición cervecera, el Belgian Beer World (belgianbeerworld.be). Considerado como uno de los mayores centros interactivos del mundo dedicado a la cerveza, este centro expositivo se sitúa en el corazón de la ciudad, en la antigua Bolsa de Bruselas, un edificio de estilo neoclásico diseñado por el arquitecto Léon-Pierre Suys entre 1868 y 1873.

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La exposición se divide en varias zonas: ‘Saborea la Belgitude’, donde se explica qué hace tan especial a la cerveza belga; ‘Las historias no contadas’, que recupera relatos reales de productores, anécdotas y sorprendentes giros de su historia; ‘Sumergiéndose en la mente de un cervecero’, un viaje a la mente de los maestros cerveceros para experimentar toda su creatividad, curiosidad y pasión; ‘Sé testigo de la magia’, donde el visitante se adentra en la sala de cocción; ‘Explora tus preferencias de sabor’, espacio en el que se pueden conocer los diferentes sabores, aromas, colores y formas de copas; e ‘Inspirar al mundo’, una vuelta por el globo terráqueo para conocer otros destinos donde elaboran cerveza al estilo belga.

Además del museo hay varios puntos de restauración, un museo arqueológico y un rooftop que ofrece vistas panorámicas a la ciudad y una gran variedad de cervezas. El precio de la entrada por persona es de 19,50 euros, pero por Civitatis (civitatis.com) sale en ocasiones un poco más barata (14,50 €) e incluye la degustación de una cerveza.

Darte un baño en cerveza un spa

A priori, la idea de abrir cajas y cajas de cervezas y llenar la bañera para meterse dentro no suena atractivo, pero la realidad es que este no es el contenido real. Darse un baño solo en esta bebida sería carísimo y la temperatura nada agradable, por lo que en su lugar el ofuro (baño de origen japonés) se llena de agua tibia y se añade una mezcla de cerveza y de sus ingredientes principales –malta, lúpulo, levadura de cerveza y agua–. Estos elementos contienen, además, una alta concentración de vitaminas, minerales y aceites esenciales que presentan beneficios para la salud del cabello y la piel. Como aliciente, se puede degustar cerveza ilimitada durante la sesión (dura una hora), la Baptist de Brouwerij Van Steenberge, una rubia y clara de alta fermentación ligeramente amarga. En Good Beer Spa (goodbeerspa.com) se ofrecen diferentes opciones para vivir la experiencia en pareja o con amigos. Dos personas en jacuzzi privado cuesta 125 €, seis personas en tres jacuzzis 359 € y 18 personas en 6 bañeras 1079 €.

Degustar una de las 2000 referencias de Delirium Café

Delirium Café (delirium.be) ostenta el récord Guinness a la mayor cantidad de cervezas disponibles para degustación, título que ganó con un total de 2004 etiquetas en el año 2004. En una lista tan larga, que ha aumentado recientemente hasta prácticamente las 2500 –sumando las que se sirven en los otros establecimientos de la marca–, hay espacio para las innovaciones como la cerveza con sabor a chocolate, a plátano, a pimienta picante o a nuez y coco.

Ubicado en el número 4 del pequeño callejón de Impasse de la Fidélité, frente a la Jeanneke Pis, este local es uno de los más famosos de la ciudad y una parada que todo amante de la cerveza incluye en su lista de básicos. Su icónico elefante rosa pertenece a las fases del delirio que representa la etiqueta de la cerveza Delirium Tremens, de la casa Huyghe. El bar, que abrió sus puertas en 2003, está situado en un edificio del siglo XVIII. El éxito de este negocio hizo que la marca abriese otros locales en la ciudad y que se atraviese a llevar la franquicia a otros lugares del mundo como Tokio, Austria, Brasil o Francia.

Subirte al Brussels Beer Bus

El Brussels Beer Bus (brusselsbeerbus.com), que comenzó su andadura en los años 40, es una forma diferente de explorar Bruselas y sus imprescindibles, una ruta atípica a disfrutar con un grupo de amigos a bordo de un autobús vintage o, incluso, de una auténtica ambulancia de la Segunda Guerra Mundial. Durante una hora – hora y media los integrantes podrán descubrir los mejores miradores y monumentos destacados con un guía local mientras degustan una cuidada selección de cervezas locales. Los precios son de 300 € para un máximo de 8 personas y para grupos de 11 a 24 integrantes el precio es de 37,5 € por persona.

© @brasseriecantillonofficiel

Visitar una fábrica de cerveza única

Después de conocer la historia y variedades es momento de ver en directo como se hace. La única fábrica activa del centro de Bruselas que se especializa en variedades de fermentación espontánea es Cantillon (cantillon.be) y por suerte ofrece visitas en el número 56 de la rue Gheude. Esta fue fundada en 1900 por la familia Van Roy-Cantillon y desde entonces lleva elaborando Lambic, Gueuze, Faro y Kriek con métodos tradicionales en los que no faltan las marmitas de cobre rojo y barriles –algunos de ellos con más de 100 años–. Se puede realizar una visita guiada todos los sábados reservando previamente por la web y el precio es de 13 € por persona o visitarlo de manera libre e individual durante una hora por un precio de 9 €. En ambos casos se incluye la cata de una de sus cervezas.

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