ESTRENAMOS ESTACIÓN

Los 10 mandamientos del buen senderista y 3 rutas que no hay que perderse en otoño


¿Es mejor andar con un impermeable de Gore-Tex o con un paraguas? ¿Qué hacer si nos persigue una vaca y no sabemos torear? ¿Y cuáles son los bosques más bellos de España en otoño? Tres buenas preguntas para las que tenemos respuesta. Toma nota.


Cueva del Santo, La Rioja© Andrés Campos
24 de septiembre de 2025 - 7:30 CEST

Otoño es la época preferida por todos para salir al campo a pasear y el mejor momento para recordar cuál es el equipo necesario para hacerlo, qué precauciones hay que tener y cómo debemos comportarnos. Estos diez mandamientos del buen senderista se resumen en uno: amarás caminar sobre todas las cosas. Una buena razón para andar sin parar es lo que ha escrito el explorador y micólogo estadounidense Lawrence Millman: “Caminar hace del mundo el lugar inmenso y agradable que era antiguamente”.  

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© Andrés Campos

1.NO CONFUNDAS EL CAMPO CON UNA PASARELA

A un buen senderista se le reconoce por su discreción, por su sobriedad, por su llaneza. El que sale equipado con marcas técnicas ultra caras de diseños estridentes, con bastones telescópicos de carbono y aparatosos relojes de montaña, no es un senderista: es un dominguero acomplejado. El campo no debe ser un desfile de modelos ni de pantorrillas. Mejor usar pantalón largo que corto, por las garrapatas que acechan en las matas y hierbas altas. Mejor llevar varias capas finas de abrigo que una sola gruesa. Y mejor unas zapatillas ligeras de trail running que unas incómodas botas de montaña. 

2. A SAN GORE TEX ROGANDO Y CON EL PARAGUAS DANDO

¿Las zapatillas y la ropa, con o sin Gore-Tex? Pues teniendo en cuenta lo poco que dura esta membrana transpirable y supuestamente impermeable –dos o tres meses de uso continuado–, es mejor ahorrarse la compra y dejar en el maletero del coche o del autocar ropa y calzado de recambio, por si se moja lo que llevamos puesto. En caso de que llueva a cántaros, olvídate de chubasqueros y capas pluviales, que ponen el tren inferior del que los lleva hecho una sopa, y agarra un paraguas. Además, cerrado sirve de bastón y para buscar setas. Un truco: llevar en la mochila una camiseta de repuesto para cambiarse a mitad de recorrido si se ha sudado mucho o se está calado por la lluvia.

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3. TAMPOCO CONFUNDAS EL CAMPO CON UN SUPERMERCADO

No seas depredador. Deja al consumista compulsivo en casa, en la ciudad, y no vengas al monte a llenar tu carro de espárragos silvestres, de castañas, de nueces, de moras, de arándanos, de endrinas, de musgo, de muérdago, de menta, de orégano, de achicoria, de corujas y de setas que no conoces y que te han dicho que se comen, pero no te fías y, al final, acabas tirando. El buen senderista observa mucho y apenas toma nada. 

4. LLAMA A LOS SERES VIVOS POR SU NOMBRE

Veo, veo. ¿Qué ves? Pinos y vacas. Pues poco ves, porque en España hay 85.000 especies de seres vivos. Solo mariposas, 257 diurnas y 5.227 nocturnas. Para aprender a distinguir una mariposa blanca de la col de una apolo y un abedul de un álamo temblón, no hace falta estudiar biología. Basta salir a pasear por el campo llevando en el móvil la app iNaturalist: fotografías algo, la inteligencia artificial te dice lo que es y los expertos de la comunidad te lo confirman. Para identificar setas, no vale: la aplicación falla más que una escopeta de feria. Para esto hay que salir con alguien que sepa. 

© Andrés Campos

5. DEJA TODO COMO ESTABA

Incluso mejor de lo que estaba: lleva siempre a mano una bolsa de basura y recoge la poca que alguien haya tirado. Las puertas, déjalas siempre cerradas para evitar fugas de ganado. No amontones piedras por aburrimiento o para indicar una nueva ruta. Ya existen demasiados caminos marcados con hitos o con trazos de pintura blanca y roja –los senderos GR o de gran recorrido–, blanca y amarilla –los PR o de pequeño recorrido– y blanca y verde –los SL o senderos locales–. No compliques más el laberinto.

6. GUARDA SILENCIO

En la naturaleza están prohibidas –o deberían estarlo– las voces, las músicas y las ayas virtuales que, cada cuatro pasos, advierten: “Gira a la izquierda en el siguiente desvío” o “Has llegado a tu destino”. A Siri y Alexa, déjalas en casa calladitas. Ir con los cascos oyendo un podcast o cotorreando por el móvil, sin sentir el frufú del viento en el follaje, el ladrido de un corzo –porque lo corzos ladran, no solo los perros poco mordedores– y el saludo de otros senderistas, es de urbanitas podridos.

7. SÉ PRECAVIDO, PERO NO DEMASIADO

Hay que informarse del tiempo que va a hacer y del terreno que se va a recorrer, dejar dicho dónde se va, llevar el móvil a tope con una batería de repuesto y una aplicación adecuada para hacer senderismo ­–como Wikiloc–, un gps si somos más pros, bastante ropa, agua y comida… Pero no ir cargados como sherpas, ni tan seguros como si estuviéramos en casa. Para eso, es preferible no salir. Saber perderse es bueno. Y saber encontrar de nuevo el camino, mejor. Una tormenta imprevista. Un refugio improvisado. Aprovechar un claro y dar con el hito o con las marcas de pintura que señalizan la ruta. Confirmar que aquellos tejados son los del pueblo deseado, donde nos echamos a andar esta mañana… El senderismo, sin una pizca de aventura, es una elíptica, un rollo.

© Andrés Campos

8. VE AL MONTE COMO A UN TEMPLO, NO COMO A UN GIMNASIO

Andar por el monte es sano, pero hacerlo demasiado rápido, contado los pasos y los latidos del corazón, cronometrando, resoplando, derrapando en las curvas, agobiando a los buenos senderistas, los calmados…, es convertir un santuario natural en un gimnasio. No tengas prisa. No seas el típico urbanita acelerado. Detente para charlar, para observar, para aprender, para zamparte un bocadillo y echarte la siesta recostado en un pino. ¿Qué has reservado para comer en un asador? Hala, corre, el monte no es para ti.

9. RESPETA A LAS VACAS

Las vacas rara vez embisten a nadie, pero cuando lo hacen, sus razones tienen. Por si acaso, mejor no acercarse rápido, ni mucho, y más si están con sus terneros. Nunca abras la mochila delante de ellas, porque piensan que es hora de comer sal y vienen escopetadas. Como corren más que el senderista medio, la solución es meterse enseguida detrás de unas peñas, un rodal de árboles o una buena zarza. Los perros que no saben estarse quietos y callados no hacen buenas migas con las vacas. Ni con nadie.

10. SALUDA A OTROS CAMINANTES

Algo que distingue inmediatamente al buen senderista del malo, del acelerado, del urbanita podrido, del dominguero acomplejado, es que el primero saluda a quien encuentra por el camino y el segundo pasa de largo sin decir ni mu, como si anduviera por un polígono o un centro comercial. Saluda, sonríe y aprovecha la ocasión para intercambiar impresiones y conocimientos, máxime si es con un ganadero, con un trabajador forestal o con cualquier lugareño. Lo que saben te puede salvar el día. Y la vida.

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CUEVA DEL SANTO: DE LA RIOJA AL CIELO

Cerca de San Millán de la Cogolla, río Cárdenas arriba, hay un bosque paradisiaco, que en otoño revienta de color. Sobre las hayas monumentales, en un risco con inmensas vistas, está la cueva donde el santo riojano (473-574) hizo vida eremítica durante cuatro décadas. Desde el área recreativa de los Corrales de Urre, una senda señalizada con balizas de madera y paneles informativos permite subir con comodidad a la cueva en media hora, salvando un desnivel de 140 metros. La vuelta se ha de hacer por el mismo camino. 

Tras el breve paseo de ida y vuelta hasta la cueva, podemos seguir andando por la carretera, por el fondo del valle, para visitar varios árboles singulares. A un kilómetro de los Corrales de Urre, valle arriba, se encuentra el haya de las Carrias, un ejemplar enorme de más de 350 años, protegido y señalizado como árbol singular de La Rioja. Y dos kilómetros más adelante, junto a la pista de tierra que viene a continuación de la vía asfaltada, el mostajo del Río Cárdenas, otro coloso de tres siglos y medio. Ambos caminos –el que lleva a la cueva y el que permite visitar los árboles singulares– suman tres horas de paseo por uno de los bosques más bellos de España.

© Andrés Campos

SENDA DE LOS PESCADORES: UNA JUNGLA EN LA TIERRA DE PINARES SEGOVIANA

El río Cega nace en la sierra de Guadarrama y corre hacia el Duero –donde muere 149 kilómetros después– atravesando la Tierra de Pinares, que es una llanura arenosa poblada de raquíticos pinos resineros, monótona a más no poder. Pero, de pronto, al acercarse a la villa segoviana de Cuéllar, se encaja en barrancos con una profundidad de 20 a 60 metros y una anchura de hasta 300, entre orillas pobladas de chopos, alisos, abedules, fresnos, sauces, avellanos, endrinos, majuelos, madreselvas y helechos de más de dos metros de altura. A través de esta jungla ribereña se abre paso como por un túnel la senda de los Pescadores, un caminito habilitado para los trucheros y los senderistas que está precioso todo el año, pero más en otoño, cuando las hojas viran del verde al amarillo. Abierta como a machete en la espesura, la senda está bien señalizada y acondicionada –con pasarelas y barandillas de madera– y no tiene pérdida si se siguen las indicaciones que se dan en cuellar.es/senderismo, donde puede descargarse el mapa de una ruta circular de 7,12 kilómetros ­­–dos horas de camino–, sin apenas desnivel.

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HAYEDO DE ALTUBE: ÁRBOLES GIGANTES Y SETAS EN EL MONTE MÁS ALTO DEL PAÍS VASCO

Como luchadores de sumo en una sala de neonatos: así destacan las gruesas hayas centenarias, rodeadas de miles más jóvenes, que salpican la falda suroccidental del Gorbea, el monte más alto (1.481 metros) del País Vasco y su parque natural más extenso (20.016 hectáreas). Desde el puerto de Altube, a caballo entre Araba y Vizcaya, una sencilla senda permite recorrer este fabuloso hayedo en un par de horas. El mapa del parque y los tracks de este y otros recorridos se descargan en gorbeiaparkea.eus. Si no queremos andar ni dos horas, frente a la Casa del Parque de Sarria, junto al aparcamiento, hay un área recreativa extraordinaria asombrada por hayas colosales, a orillas del río Baias.

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En otoño, el hayedo de Altube es una explosión de colores cálidos y de setas excelentes, sobre todo Boletus edulis. Para coger estas últimas, hay que pedir permiso en gorbeiamikologia.eus. Y hay que saber: los guías de Micología para Todos (micologiaparatodos.com) enseñan a identificar con seguridad las setas de la zona.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.