Fue en el mes de febrero, en la recepción que ofrecieron al presidente Abdelfatah al Sisi, cuando Felipe VI daba pistas de su próximo destino: “La Reina y yo esperamos poder acompañarle pronto en Egipto”. Esta promesa se hará realidad a partir de mañana, cuando comiencen su viaje de Estado que se extenderá hasta el próximo viernes 19 de septiembre. El primero desde que el monarca fue proclamado rey en 2014 y que, además, les hace “una especial ilusión en lo personal”.
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La agenda comenzará con una ceremonia oficial de bienvenida en el palacio Al-Ittihadiya y continuará con la participación en el Foro Empresarial Hispano-Egipcio, que se celebrará en El Cairo. Luego la visita real se trasladará a Luxor, verdadero corazón arqueológico de Egipto, en cuyas misiones trabajan equipos españoles. En este escenario que conjuga historia faraónica y belleza paisajística se encuentran algunos de los tesoros más admirados del país: templos, tumbas y estatuas colosales que muestran en todo su esplendor la grandeza del Antiguo Egipto y que fascina a millones de turistas cada año. Nos adelantamos para descubrir todo lo que esconde el mayor museo al aire libre del mundo:
TEMPLO DE KARNAK
Por su grandiosidad, significado histórico y belleza arquitectónica, este templo es la primera de las joyas de Luxor, Patrimonio de la Humanidad. Dedicado al dios Amón, está situado en la orilla oriental del Nilo y es el más grande de Egipto. Se construyó por partes durante casi 2000 años, lo que explica que tantos faraones dejaran su impronta: desde Hatshepsut hasta Ramsés II y Ramsés III, todos contribuyeron a sus 4200 metros de extensión.
Tras permanecer oculto bajo la arena durante más de mil años, fue redescubierto en el siglo XIX, aunque incluso hoy aún existen zonas por excavar. Visitarlo es maravillarse intentando descifrar sus increíbles jeroglíficos, quedarse sin palabras en su sala hipóstila –que todavía conserva más de 100 columnas en pie después de 4000 años– o rodear tres veces la figura del escarabajo para asegurarse felicidad… ¡y la vuelta a Egipto!
Además, en este templo se da un fenómeno único: cada 21 de diciembre, el sol queda alineado con su eje principal, marcando oficialmente el comienzo del solsticio de invierno.
TEMPLO DE LUXOR
En la misma ciudad de Luxor, la antigua Tebas, se levanta este templo a orillas del río Nilo. Tres kilómetros le separan del de Karnak, al que antiguamente estaba unido por la avenida de esfinges, que en su día llegó a tener 1400 imágenes. Su visita es algo excepcional, porque se trata de uno de los templos mejor conservados, construido por varios de sus gobernantes. La parte más antigua es de la época de Hatshepsut, la parte central de Amenhotep III y también hubo ampliaciones en la de Ramsés II, dándole la forma que hoy en día conocemos.
Pasar por su entrada, flanqueada por dos enormes colosos sedentes, es adentrarse en el mundo de los dioses del Antiguo Egipto y a partir de ahí, todo sobrecoge: la columnata de Amenhotep III, la del patio de Ramsés II, los patios, la sala hipóstila y un inmenso obelisco de 25 metros de altura, aunque originariamente eran dos: el segundo lo encontrarás en la plaza de la Concordia de París.
TEMPLO DE HATSHEPSUT
En Deir al-Bahari se alza el célebre templo de la única mujer que llegó a gobernar Egipto con título de faraón. Su figura, excepcional en una civilización dominada por reyes varones, se refleja en este conjunto monumental que impresiona tanto por su arquitectura como por su valor simbólico.
El templo se compone de tres amplias terrazas artificiales que ascienden hasta fundirse con los acantilados del desierto, creando una de las estampas más sobrecogedoras del Antiguo Egipto. Conocido en su tiempo como “La maravilla de las maravillas”, está decorado con relieves que narran episodios de su reinado y con altares dedicados a divinidades como Ra, Anubis o Amón.
MUSEO DE LUXOR
Es el complemento a la visita a los templos y necrópolis de la zona. Situado en el corazón de la ciudad, alberga una colección cuidadosamente organizada de estatuas, relieves y artefactos procedentes de los templos de Karnak, Luxor y Deir al-Medina, así como piezas de tumbas de la orilla oeste del Nilo. Entre sus joyas destacan objetos de Tutankamón y estatuas de faraones de la dinastía XVIII que ayudan a comprender la vida religiosa y cotidiana del Antiguo Egipto.
VALLE DE LOS REYES
Hay que dirigir la mirada a la orilla contraria del Nilo para contemplar el gran Valle de los Reyes, donde fueron enterrados miembros reales de las dinastías XVIII, XIX y XX del Imperio Nuevo. Su situación no es casual, la mayoría de los enterramientos en el Antiguo Egipto estaban situados en la orilla oriental del río, porque es en el occidental donde el dios Ra se situó para renacer. El complejo lo forman un total de 60 tumbas repartidas de este a oeste, siendo la parte oriental la de mayor relevancia. Las más visitadas corresponden a Tutmosis I, Tutmosis II, Ramsés VI, Ramsés IX, Seti I, Mrenptah, Amenofis II o Amonhotep II. También encontramos aquí la tumba de Tutankamón, cuya entrada para visitarla se compra por separado del resto. Muchos de los objetos del ajuar funerario, sin embargo, están siendo trasladados al Gran Museo Egipcio de Giza, para mostrar la colección completa de sus tesoros.
LAS REINAS TAMBIÉN TIENEN SU VALLE
Justo frente a la ciudad moderna de Luxor, muy cerca del Valle de los Reyes está el de las Reinas, el lugar donde descansan las princesas y esposas de los faraones del Imperio Nuevo, aunque también hay tumbas de algún príncipe. Hay más de 60, aunque pocas de ellas abiertas al público, la más impresionante de todas corresponde a Nefertari. La tumba de la esposa favorita de Ramsés II fue descubierta a principios del siglo XX y se encontró casi vacía (había unas sandalias que hoy se encuentran en el Museo Egipcio de Turín y poco más), sin embargo, la magnífica decoración de sus muros ha hecho de su tumba el gran tesoro de este valle.
MEDINET HABU Y COLOSOS DE MEMNÓN
En la ribera oeste del Nilo se encuentran dos de los sitios más representativos de Luxor. Si Medinet Habu, el templo mortuorio de Ramsés III, impresiona con sus murallas monumentales y relieves casi intactos, no menos los Colosos de Memnón, con las gigantescas estatuas de Amenhotep III, símbolo de la majestuosidad faraónica en esta orilla del río.