EXPERIENCIAS ÚNICAS

Cenar y dormir bajo las estrellas: 10 hoteles-faro para ver los crepúsculos más bellos en España


Alojarse en el primer faro que ilumina el sol en la península, el del cabo de Creus, o en el último que se apaga, el de Finisterre. Aunque para estar solos y a gustito, ninguno como el de Punta Cumplida, en la isla de La Palma. Que se lo pregunten a Brad Pitt.


Hotel Faro de Punta Cumplida, La Palma
11 de septiembre de 2025 - 7:30 CEST

¿Harto de alojarte en hoteles de tropecientas habitaciones, supuestamente “con vistas al mar”, que en realidad están en quinta línea de playa, rodeados de bloques de apartamentos entre los que a duras penas se ve un trocito de azul lleno de hidropedales y motos acuáticas? Si quieres ver el mar de verdad, tienes que reservar en alguno de estos diez hoteles-faro. Mires donde mires, solo hay Mediterráneo o Atlántico, amaneceres y puestas de sol de salvapantallas, un barquito de pesca que regresa a puerto dejando un reguero de gaviotas, Venus, la Estación Espacial Internacional y cero multitudes, porque en cualquiera de estos alojamientos solo caben diez personas.   

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CUATRO FAROS GALLEGOS

Si quieres ver el mar de verdad, te vas a inflar en Galicia, porque hay 147 faros. O Camiño dos Faros (caminodosfaros.com) invita a recorrer los 47 principales, los de la Costa da Morte, andando 200 kilómetros desde Malpica a Finisterre, por toda la orilla. Pero si quieres ver el mar sin matarte a caminar, déjate de senderos y de comer y cenar a salto de mata y alójate en uno de los cuatro hoteles-faro que hay en la costa gallega.

© Andrés Campos
Faro de Lariño, en Carnota.

El más reciente es el de Punta Insúa o de Lariño (hotelfarolariño.com), que está en el municipio coruñés de Carnota. Reciente como hotel, porque se abrió al público en 2021, aunque tiene más de un siglo como faro, porque lleva emitiendo desde 1921 una luz blanca y roja que alcanza una distancia de 20 millas y que orienta a todas las naves que se adentran por el sur en el arco de Fisterra y la ría de Corcubión. Es la luz que señala el comienzo –o el final, según se mire– de la Costa da Morte. Como hotel, que es lo que ahora nos interesa, tiene nueve habitaciones tematizadas y una taberna de picoteo selecto.

© Andrés Campos
Hórreo de Carnota, uno de los más grandes de España.

Al lado mismo, los huéspedes tienen una de las mejores playas para surfear, la de Lariño­. A 7 kilómetros, en la villa de Carnota, hay una playa también magnífica, ¡de más de siete kilómetros! y uno de los hórreos más grandes de España –34 metros de largo por 1,90 de ancho– y, más al norte, en Ézaro, una cascada de 40 metros de altura, donde el río Xallas salta desde una peña como un clavadista al océano. 

© Andrés Campos
Faro de Finisterre.

Si se continúa avanzando por la costa coruñesa, el siguiente hotel-faro es O Semáforo (hotelsemaforodefisterra.com). Está en el cabo Finisterre, “donde la tierra acaba y la mar, que no acaba jamás, comienza a herir y a enamorar”, que escribió Cela. Tiene seis habitaciones de nombres sugeridores –Stellae, Ventos, Naufraxios…–, un restaurante famoso por sus croquetas de choco y sus volandeiras y una terraza, O Refuxio, con las mejores vistas del fin del mundo, perfecta para picotear algo y tomar un trago viendo cómo el sol se apaga en el océano y se encienden el faro y la Vía Láctea.

En otro cabo importante –el más norteño de España, el de Estaca de Bares–, a 210 metros sobre el mar, está el hotel Semáforo de Bares (hotelsemaforodebares.com), que durante siglo y medio fue un observatorio militar desde el que se vigilaba a los barcos y se les hacían señales con banderas y ahora es un hotel de cinco habitaciones. O era, porque cerró por reformas en otoño de 2024 y aún no hay fecha prevista para su reapertura. Cuando se produzca, harás bien en reservar la antigua habitación de las banderas, una suite hexagonal con ventanas abiertas a todos los vientos, donde el huésped se siente alto y dominador, como un capitán en la torre de mando de un navío. 

© Andrés Campos
Uno de los dos faros de la isla Pancha, en la boca de la ría del Eo, a dos kilómetros de Ribadeo (Lugo).
© Andrés Campos
Cuando baja la marea, se puede caminar bajos los arcos y bóvedas naturales de la playa de Las Catedrales.

El último lugar de Galicia donde te puedes alojar en un faro no se encuentra en la costa coruñesa, sino en la lucense, ya casi en Asturias. Es la isla Pancha de Ribadeo, una ínsula que está alfombrada de hierba y flores púrpuras de uña de león, rodeada por un mar esmeralda y unida a tierra por un puentecillo que le da un aire como de jardín oriental. En esta isla hay dos bonitos faros, uno de 1857 y otro de 1983, reconvertidos en sendos apartamentos turísticos, los de Faro Isla Pancha (faroislapancha.es), donde muchos de los que se hospedan, por no decir todos, vienen atraídos por la cercana playa de las Catedrales. Viene tanta gente a pasear con la marea baja bajo sus inmensos arcos ojivales de roca –los que el oleaje ha esculpido en los acantilados–, que del 1 de julio al 30 de septiembre hay que pedir permiso para visitarla en ascatedrais.xunta.gal.

© Rusticae
Faro de Cudillero, al fondo el pueblo, sobre un anfiteatro abierto al mar.

CUDILLERO, EL PUEBLO Y EL HOTEL MÁS ‘GUAPUS’ DE ASTURIAS

Cudillero siempre ha presumido de ser el pueblo más guapu de Asturias, con sus casas de alegres colores escalonadas sobre el puerto viejo, formando un anfiteatro de encantadora y apretujada arquitectura popular. Y desde 2024, presume también de tener el hotel más guapu, el Faro de Cudillero (@farocudillero), que está instalado en un faro que luce desde 1858 sobre la Punta Roballera, a 23 metros sobre el mar. Antes se ocupaban de hacer las señales las mujeres de los pescadores, encendiendo hogueras. Ahora son los huéspedes los que encienden la chimenea para hacer bonito o para acurrucarse frente a ella cuando sienten frío.

© Rusticae
© Rusticae

Otra opción para entrar en calor es sumergirse en las bañeras de hidromasaje de las dos únicas estancias del hotel, las suites Farero y Pixueta. Las dos tienen terrazas con vistas al mar y al puerto, y cocinas bien equipadas, aunque ¿para qué molestarse en ir a la compra y cocinar si, cada mañana, el ama de llaves trae una cesta con todo lo necesario para desayunar al aire libre, contemplando el oleaje, los barcos y el colorido Anfiteatro –eso parece y así lo llaman– de Cudillero? Este extraordinario alojamiento pertenece al club Rusticae (rusticae.es), que es un faro del buen gusto, una reunión de los mejores hoteles, los más pequeños y adorables.

© Rusticae
Hotel Faro de Punta Cumplida.

CERCA DEL CIELO EN CANARIAS

A Rusticae pertenece también Faro Punta Cumplida, en La Palma, un hotelito de lujo con tres suites, patio canario y piscina infinita inaugurado en 2019 al pie de una torre de 34 metros que luce desde 1867 en la salvaje costa norte de la isla. Instaladas en la antigua casa donde vivían el farero, su familia y sus aprendices, las tres suites cuentan con obras de arte contemporáneo, sofás de piel, suelos de microcemento, vinoteca y nevera con champán. La mejor es la Suite Farero, de 100 metros cuadrados, con dos dormitorios separados por paneles de madera deslizantes, chimenea central y librerías llenas de títulos elegidos muy adrede, como El faro del fin del mundo, de Julio Verne, o El faro de barlovento, de José Luis Martín Vigil. Si te aburres de leer, puedes subir los 149 escalones de piedra que llevan hasta lo más alto de la torre para ver, como solo los ven las gaviotas y las pardelas cenicientas, el océano Atlántico y el mar de plataneras. Allá arriba huele como debe de oler en el cielo: al último sorbo de champán, a brisa yodada, a roca volcánica y a Musk de Lorenzo Villoresi, el perfume favorito de Brad Pitt. En 2020 este hotel-faro se incluyó dentro de la bolsa de regalos de lujo que entregan a los nominados a los Oscar. Los vecinos aseguran que el actor estuvo aquí.

© UWE S. MESCHEDE

El anterior es el único hotel que está instalado en un faro canario, pero hay otros dos en las islas que se encuentran muy cerca de uno, tanto que lo llevan en el nombre: Mur Hotel Faro Jandía & Spa (murhotels.com), frente al de Morro Jable, en Fuerteventura, y Hotel Faro, a Lopesan Collection Hotel (lopesan.com), junto al de Maspalomas, en Gran Canaria. El último está tan pegado al faro, que la torre de 60 metros de éste, al atardecer, deja sin el último sol a los huéspedes que están en la piscina y su larga sombra apunta hacia las vecinas Dunas de Maspalomas, señalando que es el momento de explorar una de las grandes joyas naturales de Gran Canaria, la hora dorada.

© ©hotelelfar
Terraza de El Far de Llafranc.

AMANECERES DEL MEDITERRÁNEO: CABO DE CREUS Y LLAFRANC

Todos los hoteles que hemos visto hasta ahora son idóneos para ver atardecer, para ver cómo el sol se va dormir, con su pijama naranja y su colchón de agua. Para verlo despertarse, antes que en ningún otro sitio de la península, hay que ir al cabo de Creus. Su faro es el primero que se apaga: entonces el gregal, el mistral y la tramontana que suelen azotar esta esquina del mapa –por algo le dicen la Costa Brava– se calman para que el silencio sea perfecto, de museo, y el sol naciente, nada más salir de la cama, se dedica a esbozar horizontes líquidos, oníricos, como los que pintaba Dalí en el cercano Portlligat. Si miras la hora que es, verás cómo todos los relojes –el de pulsera, el despertador, el de la cocina…– se derriten, igual que en La persistencia de la memoria.

Hace 30 años, el inglés Chris Little se enamoró de este faro, compró la vieja casa de carabineros de al lado y montó un negocio diferente, el Cap de Creus (restaurantcapdecreus.com), un restaurante de aires bohemios, con muchos pescados frescos y platos indios, actuaciones musicales y tres apartamentos en la planta de arriba. Pasar unos días en un lugar donde amanece tempranísimo y donde, abajo, hay un montón de gente comiendo y cenando a dos carrillos y oyendo a “excéntricos músicos residentes” –así dice la web del establecimiento– no es algo que entusiasme a todo el mundo. Para los viajeros más tranquilos, que no quieren llevarse sorpresas, por muy guays que sean los habituales y ricos que estén los curris, es mejor otro sitio de la Costa Brava.

© ©hotel el far
Los motivos marineros están presentes en El Far de Llafranc.

Para ellos es mejor El Far de Llafranc (hotelelfar.com), un hotel de cuatro estrellas que está pegado al faro de Sant Sebastià (1857), con nueve habitaciones decoradas con motivos marineros, un restaurante donde sirven arroces, pescados y mariscos de absoluta confianza, de la lonja de Palamós, y un mirador como hay pocos en la Costa Brava. Se ve todo el Empordà, hasta los Pirineos. Se ve el faro, plantado sobre potentes acantilados a 169 metros sobre el mar. Y se ve el sol recién nacido, pintándolo todo de amarillo.

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