PRÓXIMA ESCAPADA

Este es el pueblo de Guadalajara que este fin de semana revive la tradición ganchera del Alto Tajo


Cañones, saltos de agua, pozas de baño, oficios tradicionales y truchas…, todo ello te espera en este rincón de naturaleza excepcional.


Piraguas en el Alto Tajo, Guadalajara© @asdonaventuraperalejos
26 de agosto de 2025 - 13:25 CEST

Peralejos de las Truchas se esconde entre los pliegues verdes de la Serranía de Molina, al norte de Guadalajara. Es la capital del Alto Tajo y su corazón, el parque natural bañado por el río más importante de la península y salpicado de cañones, saltos de agua, miradores y hasta castillos que salen en Juego de Tronos. Para ser capital es pequeña, porque apenas cuenta con 150 vecinos, un puñado de calles empedradas con casas de piedra y dos plazas, silenciosas todo el año, excepto en agosto, cuando se multiplica la población y se llenan sus casas rurales, restaurantes y pozas. Su entorno es punto y aparte.

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© © Pedro Oliva - stock.adobe.com

En torno a la plaza Mayor y a la de la Fuente transcurre la vida diaria de Peralejos. En ella están sus dos monumentos más importantes: la casa grande de los Arauz -ejemplo de la riqueza de una de las familias ganaderas del lugar– y la iglesia de San Mateo, un templo edificado en el siglo XVI en piedra caliza de la zona que guarda en su interior varias joyas: su órgano, los altares barrocos de sus capillas –sobre todo el dedicado a la Virgen de Ribagorda, patrona del pueblo, con su figura tallada en madera–, y un Apostolado pintado hace cuatro siglos formado por una docena de lienzos de la escuela de José de Ribera.

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Hasta aquí podría ser un pueblo más de Castilla, pero es el Tajo –y otros ríos más modestos que le ayudan a ganar caudal, como el Cabrillas y el Gallo– el que fluye por su entorno y se abre paso por un espectacular cañón marcando su vida. Desde el mirador Pie Molino, a 1400 metros de altura, se le ve dibujando curvas entre pinares y hoces que sobrevuelan buitres leonados, guardianes de un ecosistema único y de un paisaje que cambia con cada estación.

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José Luis Sampedro dedicó a este río que separa Aragón de Guadalajara, y junto al que pasó algunas de sus vacaciones de niño, una de sus novelas más aplaudidas, El río que nos lleva, y Peralejos le rinde homenaje en forma de placas, esculturas o texto reproducidos en cada esquina. “El Alto Tajo no es una suave corriente entre colinas, sino un río bravo que ha formado a la fuerza un desfiladero en la roca de la alta meseta. Y todavía corroe infatigable la dura peña saltando en cascadas de un escalón a otro, como los que han dado nombre a aquel valle”.

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El libro narra en sus páginas la última gran maderada que tuvo lugar a mediados de los años 40 del pasado siglo en el tramo alto del río, cuyas aguas están entre las más limpias de Europa, dando cobijo a nutrias, mirlos acuáticos y esas truchas que regalan el apellido a Peralejos. La práctica que llevaban a cabo los gancheros, esos hombres valientes dedicados a transportar troncos de árboles recién talados por el río siguiendo su accidentado cauce –desde el norte de Guadalajara hasta la vega de Aranjuez y Toledo– se recrea cada año la última semana de agosto en una fiesta que tiene lugar, de forma rotativa, en los pueblos gancheros del Alto Tajo –Poveda de la Sierra, Peñalén, Taravilla, Zaorejas y Peralejos de las Truchas–. En 2025, es esta última localidad la encargada de organizarla.

© © @turismoguadalajara

Crecidas inesperadas del río y pasos comprometidos eran los principales enemigos de estos gancheros, cuyo oficio, extremadamente peligroso, era vital para la economía de la comarca. Desapareció hace ya mucho tiempo, pero su memoria no ha caído en el olvido. Los troncos de pinos volverán estos días a ser arrastrados a la antigua usanza por voluntarios ataviados con trajes como los de antes, bordados en talleres de costura que no se olvidan de la tradición. Y todo ello amenizado por pasacalles, danzas y comidas populares. Una gran celebración, declarada fiesta de interés turístico regional y bien de interés turístico inmaterial, que honra a los sufridos “pastores de los bosques flotantes”.

Las actividades de la fiesta, que cumple su 29ª edición, comienzan el miércoles 27 de agosto, y será el fin de semana cuando se podrá ver a los gancheros maniobrando troncos por la corriente con fuerza y precisión, mientras los visitantes contemplan el espectáculo desde la orilla. No faltará la música tradicional, los mercados, los talleres artesanos, los juegos populares, los conciertos y las degustaciones para animar una celebración que mezcla historia, cultura y ocio.

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Cuando la animación se calme será hora de acercarse a descubrir algunos de los rincones más accesibles y encantadores bañados por el río Tajo, como la cascada del Molino, un salto escondido entre ruinas de antiguos ingenios hidráulicos; el área recreativa de El Vaho, perfecta para descansar junto al cauce bajo la sombra de los pinos; o El Martinete, la vieja ferrería del siglo XVIII que aún conserva vestigios de su estructura y recuerda la importancia que tuvo la fuerza del agua en la vida local. O hacer actividades en sus aguas, como las que organiza Asdon Peralejos (asdonperalejos.org): piraguas, canoaraft, rivertubing, paddle surf...

© © Turismo de Guadalajara

Un poco más lejos, el paisaje se abre en panorámicas de vértigo. Si desde el mirador del Pie Molino puedes contemplar el caserío arropado por los pinares y las umbrías de Belvalle, en el mirador del Machorrillo la mirada se fija en la espectacular laguna de Taravilla, un remanso verde rodeado de bosques. Muy cerca se escucha también el estruendo del Salto de Poveda, la gran cascada del Alto Tajo, donde el agua se precipita con fuerza sobre la roca.

El recorrido puedes culminarlo en las alturas. La pequeña ermita de Ribagorda, posiblemente medieval –aislada en lo alto de la muela y centro de una popular romería–, invita a una pausa contemplativa antes de alcanzar el mirador del Rasón, uno de los balcones naturales más impresionantes de la zona, con vistas hacia la confluencia del Hoz Seca y el Tajo y las sierras que se extienden hasta el horizonte. 

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