Aldea de Tresviso, Liébana, Cantabria© Andrés Campos

CANTABRIA

Planes imprescindibles en Liébana, aparte de los que hace todo el mundo

Déjate de miradores, monumentos y pueblos abarrotados de turistas. Pasar un día con los pastores en los Picos de Europa o descubrir una aldea donde los relojes se pararon hace 400 años son dos de los 12 planes extraordinarios que aquí te proponemos.


3 de julio de 2025 - 13:30 CEST

En Liébana (comarcadeliebana.com) hay unos planes archiconocidos: pasear por Potes y Mogrovejo –dos de Los Pueblos Más Bonitos de España–, visitar el monasterio de Santo Toribio –uno de los lugares santos de la cristiandad, destino de multitud de peregrinos– y hacer una larga cola en el teleférico de Fuente Dé para subir sin esfuerzo el primer escalón de los Picos de Europa. Pero en Liébana –no en La Liébana, como decimos los de fuera–, se pueden hacer otras cosas, que solo unos pocos conocen y disfrutan. Para empezar, al llegar a la estación superior del teleférico, en lugar de quedarnos pasmados en el mirador de El Cable y sacar las fotos de rigor, podemos avanzar por la senda que lleva al collado de Fuente Escondida –tres horas, ida y vuelta– y fotografiar por el camino unas mariposas grandotas, de casi 8 centímetros de envergadura, blancas, con llamativos ocelos rojos y de volar majestuoso, que exhiben dejándose caer por las laderas de estas formidables montañas y volviendo a subir sin esfuerzo aparente. Son apolos (Parnassius apollo), una de las mariposas más atractivas que revolotean en verano en las sierras de España, a la que el calentamiento global va empujando cada año a mayor altura. Mucho más alto que aquí, ya no pueden llegar.

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diego lozano, quesos cueva santa albuzano, Liébana, Cantabria© Andrés Campos

LLENAR LA MOCHILA DE QUESOS CUEVA SANTA ALBUZANO

Turieno es un buen lugar para llenar la mochila antes se subir a Fuente DéEn el polígono de Perugales, está Cueva Santa Albuzano, donde hacen unos quesos fuera de lo normal. El de cabra madurado, en una escala del 1 al 10, es un 11. Merece la pena visitar esta quesería –conviene llamar antes al tel.: 623 97 94 83– y oír a Diego Lozano contar su increíble historia: cómo en un año ha pasado de ser un aburrido empleado de banca en Madrid a convertirse en un entusiasta productor artesanal de quesos al pie de los Picos de Europa; unos quesos que hoy se saborean, entre otros muchos lugares, en el palco del Bernabéu. Al lado se encuentra Panadería Seles, donde se hace y se reparte buena parte del pan que se consume en la comarca: barras y hogazas con masa madre horneadas con leña de encina. Y también sobaos, galletas, sequillos –¡comprar dos cajas!–, torronillas de Potes, torto preñao… Si al cargar el maletero con todo lo anterior, notamos algo raro en el coche, ahí están Talleres Martín. Empezaron arreglando tractores y ahora lo reparan todo rápido y con una sonrisa. Así da gusto sufrir averías.

 

© Andrés Campos

NUEVO CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA ESCULTURA ROMÁNICA

Piasca es un lugar bastante conocido de Liébana, donde viene mucha gente a admirar la iglesia románica más bella de la comarca, la de Santa María, y donde paran para sellar sus credenciales los peregrinos que hacen el Camino Lebaniego Castellano (caminolebaniego.com). Lo que pocos conocen, porque acaban de marcharse los obreros y de pasarle el plumero, es el Centro de Interpretación de la Escultura Románica de Liébana, que está justo enfrente del templo y donde se exhiben bajo techo muchas obras que iban a perderse a la intemperie. Casi todos los canecillos que los visitantes admiran en esta iglesia son réplicas. ¿También las dos figuras que se besan en la puerta lateral? No, esas son originales. Son esculturas del siglo XI y es un beso de verdad.

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PROBAR EL DULCE TOSTADILLO Y EL VERMUT DE BODEGA CAYO

Tampoco en Cantabria calienta el sol como en La Rioja o en la Ribera del Duero, pero las altas montañas que rodean Liébana la protegen de meteoros desapacibles y tienen los pies calentitos, idóneos para hacer vino. Hay una indicación geográfica protegida, Vinos de la Tierra de Liébana, y una bodega que destaca por su buen hacer tradicional, Cayo (bodegacayo.com), que cría los suyos en foudres de roble de 2500 litros y tiene un rebaño de ovejas para limpiar, airear y abonar el cuestudo viñedo que rodea esta casona del sitio de Mesasinpan, en Cabezón de Liébana, muy cerca de Potes. Después de catar el tinto Lusia de Mencía y Tempranillo, el tostadillo y el vermut que elaboran aquí bajo la atenta mirada de Manel Gómez, éste nos recomienda ir a La Relocha Gourmet (Independencia s/n), en Potes, para seguir bebiendo y picando cosas ricas de esta tierra en una antigua bodega de tostadillo, el vino dulce típico de Liébana. 

© Andrés Campos

ADENTRARSE EN UNA MINA DE QUESOS AZULES

Mucho más arriba de Tresviso, a 1725 metros de altura, frente al refugio Casetón de Ándara, está la antigua mina de la Canal de las Vacas, donde hasta hace medio siglo se extraía zinc y hoy enmohecen y se afinan 1700 quesos azules de La Providencia 1888. Los compran recién hechos en el pueblo lebaniego de Bejes y en la aldea asturiana de Tielve –en el vecino concejo de Cabrales– y los suben a pie, en todoterreno o con motos de nieve hasta la cueva, donde los tienen 8 meses madurando a 3 grados centígrados y con una humedad del 98%, y volteándolos a mano para que alcancen la perfección mohosa y unos precios de susto: ¡unos 55 € el kilo! Aun así, para adquirirlos hay una lista de espera de tres meses. Se puede subir andando, visitar la cueva, picotear a la salida y rematar la extraordinaria jornada comiendo en Tresviso. Más detalles, en el tel.: 606 93 07 38, en @laprovidencia1888 y en laprovidencia1888.es

© Andrés Campos

VER TRABAJAR A LAS ABEJAS DESDE UN MIRADOR

Otra visita extraordinaria es la BeeXperience de Colmenares de Vendejo (vendejo.com), en Puente Asnil, a siete kilómetros de Potes. Y lo es porque poca gente se imagina que las abejas trabajan en la lluviosa Cantabria –bueno, la verdad es que tampoco se matan, porque solo producen en verano– y menos que existe una Denominación de Origen Miel de Liébana. Y también porque esta moderna granja apícola cuenta con un apiario-mirador donde los visitantes ven confiadamente a través de un cristal cómo ellas hacen sus dulces labores y como Rubén Varona, fundador y presidente de la DO, las mueve de acá para allá, todo ello con una tranquilidad y una autenticidad pasmosas, como si fuera un documental de National Geographic. La visita, de dos horas, incluye una cata en el obrador artesano y es gratis para los menores de 18 años.

© Andrés Campos

DESCUBRIR TRESVISO, LA ALDEA MÁS REMOTA DE CANTABRIA

Para llegar a Tresviso solo hay dos opciones. Una, dar una vuelta en coche de 80 kilómetros por carreteras de la vecina Asturias: algo difícil de entender, porque esta aldea es lebaniega y, por ende, cántabra. Y dos, subir a pie por el antiguo camino de Tresviso. Tampoco es fácil. Hay que avanzar en coche 18 kilómetros desde Potes, la capital de Liébana, hasta Urdón, en pleno desfiladero de La Hermida, y aquí echarse a andar por el bellísimo –pero duro y vertiginoso– camino pedestre que sube a Tresviso: 40 revueltas, una detrás de otra, para salvar en unas tres horas los 800 metros de desnivel que hay entre dos lugares que, en línea recta, solo distan tres kilómetros. La recompensa de tantas dificultades es descubrir una aldea remota a la que apenas llega el tufillo del mundo moderno, con 53 heroicos habitantes y dos lugares donde se come como antes de que se inventaran el microondas, las grasas saturadas y los transgénicos: El Redondal (tel.: 651 54 84 53) y La Taberna de Tresviso (tel.: 942 74 44 44). 

© Andrés Campos

ORUJO DESTILADO EN ALQUITARAS DE COBRE

Orujo se ha hecho toda la vida en Liébana, primero por libre, en destilerías caseras, sin ningún control, y desde 1986 con todas las de la ley. La parva era una copa de orujo en la que se mojaba pan para desayunar antes de trabajar en el campo y los monjes –de Santo Toribio, de Piasca y de Lebeña–, que seguramente fueron los que introdujeron este aguardiente en la dieta lebaniega, lo hacían y usaban con propósitos medicinales. Ángel Moreno lo sigue haciendo en Sierra del Oso (sierradeloso.com) como siempre se ha hecho, destilando el hollejo de la uva durante 8 horas en alquitaras de cobre selladas con barro. Esta destilería de Ojedo, al lado de Potes, elabora y vende orujo-orujo y otros 56 aguardientes, cremas, licores, añejos, ginebras, vinos, vermuts e incluso un whisky, el primero de Cantabria. El fruto de la vid, en manos de Ángel, es como el cerdo, que se aprovecha todo. Por cierto, que también fabrica embutidos.

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VIAJAR AL PASADO SIN SALIR DE VEGA DE LIÉBANA

En realidad, sin salir de Ledantes, porque en este pueblecito de 43 almas de Vega de Liébana –donde Cantabria se toca con Palencia y León– tienen como nuevas dos cosas antiquísimas. Una, las pinturas murales de la iglesia de San Jorge, del siglo XVI, que han sido restauradas por Lydia Quevedo dentro del proyecto Murales Ocultos (muralesocultos.com) de la Fundación Santa María de Toraya y en las que el santo aparece matando al dragón con armas e indumentaria de caballero medieval, como la Leyenda áurea manda. Y dos, el batán que hay en la confluencia de los arroyos Valtiero y San Andrés, que fue construido en 2006 en el mismo lugar en el que funcionó uno de finales del siglo XIX y probablemente otros anteriores. Ver aquellas ingenuas pinturas de caballeros y dragones y estos mazos gigantescos que, movidos por el agua, golpeaban las telas de lana hasta convertirlas en paños tupidos y resistentes, es como viajar 600 kilómetros y 400 años, porque parecen salidas de la mollera de Don Quijote. 

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EL INSÓLITO HÓRREO DE AVELLANEDO

Mucha gente cree que los hórreos son un invento gallego que se difundió por Asturias y nunca logró superar la barrera de los Picos de Europa. Y se equivocan, porque en Liébana los había en el siglo IX, según el Cartulario de Santo Toribio, y sigue habiendo uno muy chulo de 1700 en Avellanedo que ha sido restaurado recientemente con primor, reponiendo y ensamblando las maderas de roble como se hacía antaño, sin usar clavos ni tornillos. En esta aldea de Pesaguero también hay una iglesia de origen románico, la de Santa Eulalia, cuya techumbre está sostenida por vigas caballares curvas, que fueron labradas de una pieza en los troncos de grandes robles. Y cerca, en la Posada El Hoyal (elhoyal.com) de Pesaguero, hay un restaurante ideal para comer y brindar a la salud de los viejos carpinteros. Las bolsitas de queso fresco de Pido con gambas están muy ricas. Las empanadas 'picantinas', también. Pero las torrijas caramelizadas con miel son lo mejor. Y la simpatía de Óscar, el dueño, lo mejor de lo mejor.

© Andrés Campos
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PASAR UN DÍA CON LOS PASTORES DE BEJES

Ser pastor en tierra de lobos y precipicios no es un oficio sencillo, pero Raúl Ruiz, que tiene 21 años y mil futuros, no quiere otro. Está encantado de pastorear 840 melenudas ovejas lachas en los pastos estratosféricos de Bejes –otra remota aldea lebaniega, como la vecina Tresviso– y de enseñarles a los turistas cómo las mueve de acá para allá con un mando a distancia de cuatro patas, un border collie llamado Leal. De los lobos se ocupan 12 mastines con pinchudas carlancas al cuello: cualquier cosa para hacer frente a los que mataron 18 ovejas el pasado enero. Braulio, el padre de Raúl y quien le ha inculcado el virus pastoril, sube en un todoterreno con ellos –con los turistas, no con los lobos–, les muestra el ballet de su hijo con las ovejas y los perros, les sirve el desayuno sobre el capó del Defender –un queso picón de Bejes y una bota de vino– y luego los lleva a Tresviso y los trae de vuelta por los únicos caminos que hay, las pistas vertiginosas de las antiguas minas de zinc, que hacen que, a su lado, la carretera de la muerte de Bolivia parezca una autopista. El mundo gira cada vez más loco, pero Braulio y su hijo, haciendo lo que hacen, lo mantienen en su sitio. Para pasar el día con ellos, hay que llamar al tel.: 649 19 62 64.

© Andrés Campos

DESAYUNAR, COMER, CENAR Y DORMIR CON VISTAS

Una buena base de operaciones para hacer todo lo anterior es El Corcal de Liébana (elcorcaldeliebana.es), una posada familiar con encanto de Tama –en Cillórigo de Liébana, a cinco minutos de Potes– que parece nueva y ya tiene 18 años. Hay 8 habitaciones grandes y monas, un jardín para desayunar con vistas a las montañas y un restaurante, Casa Fofi, donde se come y cena bien, casero y barato. El cocido lebaniego es notable. Y la sopa de pescado, sobresaliente: muy de kilómetro cero, de los Picos de Europa, no es, pero de eso se trata, de probar otras cosas.

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