Con sus torres coronadas por almenas, su foso, sus muros de ladrillo mudéjar y sus jardines de inspiración italiana, el castillo de Batres, a unos 30 kilómetros al sur de la capital, parece sacado de las páginas de un libro antiguo. Una fortaleza rodeada de 80 hectáreas de campo que no solo tiene historia: tiene alma.
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La primera impresión al llegar a Batres es la de un lugar apartado del mundo. El camino que conduce hasta el castillo serpentea entre campos de cultivo, encinares y olivares, hasta desembocar en un rincón casi secreto, donde se alza esta joya medieval rodeada de naturaleza. A sus pies, el río Guadarrama discurre tranquilo, y a su alrededor, el paisaje susurra historias de otro tiempo.
Aunque su origen como fortaleza se remonta al siglo XV, fue en el Renacimiento cuando Batres adquirió un carácter más señorial. Aquí vivió y creció uno de los grandes poetas del Siglo de Oro español: Garcilaso de la Vega. El castillo fue su hogar, su refugio y su musa. Sus jardines y estancias, el aire que se respira entre sus muros, formaron parte de ese universo lírico que el escritor plasmó en sus versos. De hecho, algunos estudiosos apuntan a que muchas de sus composiciones nacieron en estos mismos parajes, bajo el rumor del agua o a la sombra de los árboles centenarios.
Durante años, el castillo albergó la Escuela de Jardinería y Paisajismo de Batres, un proyecto que impulsó la recuperación del entorno natural y formó a generaciones de paisajistas. Hoy, restaurado con mimo respetando su estructura original y su esencia histórica, es un espacio privado y exclusivo que acoge eventos especiales, como el que este fin de semana reunirá a las familias Lorente y Goenaga. Batres no es solo un sitio bonito para hacer fotos, es uno de esos lugares que te envuelven en cuanto cruzas el umbral. No es extraño, entonces, que la pareja haya decidido casarse aquí. Él, conocido por su intensidad y por dar vida a personajes con fuerza, y ella, fotógrafa y artista, que se conocieron durante el rodaje de La Casa de Papel, han apostado por un espacio que respira autenticidad. Y en Batres, la piedra y los jardines cuentan historias.
La ceremonia tendrá como telón de fondo la imponente torre del homenaje –con 30 metros de altura–, el enorme patio de armas rectangular restaurado y acristalado, los salones con galerías columnadas, los caminos entre pinos y altos cipreses que recuerdan al paisaje de la Toscana, los olivos centenarios, las terrazas y la luz dorada del atardecer madrileño. El arroyo del Sotillo y una antigua presa de agua proporcionan frescor. No hará falta mucha decoración: el lugar ya lo tiene todo.
El castillo no suele abrirse al público general, solo para quienes buscan privacidad y un entorno único. Aquí no hay turistas haciéndose selfies. A este lugar se viene a celebrar lo esencial: el amor, la vida, los momentos que marcan. Con la boda de Jaime Lorente y Marta Goenaga, el castillo de Batres suma una nueva página a su historia. Un capítulo más en la larga vida de un lugar que sigue cautivando a quienes buscan algo más que un sitio bonito.
OTROS CASTILLOS MADRILEÑOS
MANZANARES EL REAL
Con unas vistas únicas sobre el embalse de Santillana, este castillo de estilo gótico-renacentista que fue residencia de los Mendoza y escenario de películas y series cuenta con cuatro torres perfectamente conservadas, destacando la del homenaje. En su interior, el patio porticado es una delicia, así como su galería gótica, considerada una de las maravillas de la arquitectura militar española.
VILLAREJO DE SALVANÉS
En la comarca de Las Vegas, al sur de la provincia, este castillo que fue sede de la Orden de Santiago pasa por ser uno de los más bonitos de Madrid, aunque solo conserva la torre del homenaje, de forma octogonal y única en España. Dentro de ella, un centro de interpretación sobre la historia de la localidad y una azotea con magníficas vistas.
FUENTIDUEÑA DEL TAJO
A 63 kilómetros de la capital por la A-3 descubrirás este castillo ligado como el de Villarejo a la Orden de Santiago y morada que fue de la reina Urraca, a la que se la llamaba su dueña, de ahí, el nombre del pueblo. Está en ruinas, pero merece una foto.