Mercado Ballaró, Palermo, Sicilia© Getty Images

ITALIA

Guía de Palermo para novatos: 10 planes imprescindibles en tu primera visita

Caótica, ruidosa, descarada… y absolutamente irresistible. Palermo es un jaleo maravilloso. Una ciudad que no se entiende, se siente. Con sus 'palazzos' medio en ruinas, iglesias por todas partes y mercados que parecen una fiesta diaria, esta señora del sur te atrapará sin que te des cuenta. Y no te suelta.


26 de mayo de 2025 - 7:45 CEST

Has cogido un vuelo directo desde España, aterrizas en el aeropuerto de Punta Raisi, a 35 kilómetros del centro… y ahora, ¿qué? Llegar a la ciudad no tiene misterio: hay trenes, autobuses y taxis, aunque con estos últimos mejor pactar el precio antes de subir. Una vez situado, empieza la mañana tomándote un capuccino y déjate llevar literalmente: el casco histórico se disfruta a pie, sin mapa ni prisas. Eso sí, prepárate para un tráfico ruidoso, caótico, que te harán estar atento a la hora de cruzar. Aquí la vida va a su ritmo.

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Fuente de piazza Pretoria, Palermo, Sicilia© Alamy Stock Photo

DATE UN ATRACÓN DE IGLESIAS EN EL QUATTO CANTI

Los Quatto Canti, o Teatro del Sole, en la intersección de las dos principales calles históricas de Palermo –Via Maqueda y el Cassaro, hoy Via Vittorio Emanuele– es el corazón del casco viejo. Punto de referencia para comenzar el recorrido por la ciudad. En este cogollo te sorprenderán las fachadas cóncavas de sus cuatro palacios barrocos, sus cuatro fuentes y su colección de reyes españoles como recuerdo de quienes mandaron tantos siglos en el Reino de Sicilia. A sus espaldas, los también monumentales demonios y ninfas de la fuente renacentista de Pretoria, próxima a una de las iglesias más fascinantes de Palermo: La Martorana, del siglo XII, un absoluto tesoro por sus techos de mosaicos bizantinos. A dos pasos, otros templos: Santa Caterina, San Cataldo o la del Gesù, otro exponente del mejor barroco siciliano. 

© Alamy Stock Photo

VISITA LA CAPELLA PALATINA

El Palacio Real, más conocido como el de los Normandos, hoy alberga la Asamblea Regional, pero se pueden visitar sus salones reales, sus restos arqueológicos y la estrella indiscutible: la Capella Palatina, un exceso de mosaicos, mármol y pan de oro donde la tradición latina, bizantina e islámica se funden en una obra maestra. Como curiosidad, todos los domingos y festivos se celebra en ella una misa en latín y con canto gregoriano a la que se puede asistir. 

© Libero Monterisi / Alamy Stock Photo

VE DE COMPRAS AL MERCADO

En palermitano, decir vucciria viene a ser como decir jaleo. Así se llama uno de los mercados más emblemáticos de esta ciudad delirante que parece más de la orilla sur del Mediterráneo que de Europa. Entre el griterío de los dueños de los puestos y la arquitectura decadente del barrio, se despachan sardinas y atunes recién sacados del mar, verduras de dimensiones exageradas y todo lo rico y abundante que nutre la rica cocina de la isla. Así quién no se enamora ya del regusto arrabalero de la capital siciliana. Otros mercados que no deberías perderte son los de Il Capo y Ballarò.

© @bissobistrot

COME EN UNA TRATTORIA

Comer mal en Sicilia es casi imposible. Su cocina presume, y con razón, de estar entre las mejores de Italia y, además, no es nada prohibitiva. Por unos 20 € se come maravillosamente en trattorias –locales informales, familiares y sin pretensiones–, e incluso por mucho menos entregándose al street food en mercados y puestos callejeros. Entre sus platos imprescindibles, la pasta con sardinas o los involtini alla palermitana, la caponata –tan similar al pisto pero con berenjena y salsa agridulce–, las arancine o croquetas de arroz con todo tipo de rellenos, así como sus calóricos postres, entre los que reinan los cannoli, unos cilindros de masa frita rellenos de ricotta e infinidad de sabores. Il Bersagliere (Via S. Nicolò All'Albergheria, 38), muy cerca del Gesù, con pastas y pescados memorables y a muy buen precio; a espaldas de la catedral, Ai Cascinari (Via D'Ossuna, 43), con bastantes locales, lo cual siempre es buena señal; y Bisso Bistrot (bissobistrot.it) son buena elección.

© Alamy Stock Photo

PIÉRDETE POR EL BARRIO PORTUARIO

Al final de la Via Vittorio Emanuele, está La Kalsa, el barrio portuario y originariamente árabe de Palermo. Hace no tanto, era una zona marginal y sus edificios, a veces derrumbados, pueden intimidar, pero aquí se esconde el alma de la ciudad. Más allá de puñados de iglesias y palacios, hoy rebosa de ambiente y de locales animados para tomar una copa o cenar, como l’Antica Focacceria S. Francesco (afsf.it), toda una institución de la cocina popular, o la Osteria dei Vespri (osteriadeivespri.it).

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ASISTE A UNA ÓPERA O BALLET EN EL TEATRO MASSIMO

Sobre todo, los fines de semana, el centro histórico rebosa de ambiente, pero no todos los días se tiene la oportunidad de asistir a una ópera o un ballet en el teatro lírico más grande de la muy lírica Italia, el Teatro Massimo –sí, el de la escena final de El Padrino III–, o en recintos emblemáticos como el Teatro Politeama. Tú eliges: ¿plan más cultural o más lúdico?

SORPRÉNDETE EN LAS CATACUMBAS DE LOS CAPUCHINOS

Ningún lugar más singular en la ciudad que las catacumbas que guarda este convento. Macabro, sí, sin duda, pero imposible quitarle los ojos de encima a las cerca de 8000 momias que encontrarás organizadas según su estatus social y vestidas con sus mejores galas. Pasear entre esos pasillos y criptas es adentrarse en un viaje fascinante —y un poco inquietante— por la Palermo de siglos atrás, donde la muerte se muestra con un respeto casi teatral. No es un lugar para todos, pero sin duda es una experiencia que se queda grabada y revela la cara menos conocida de esta ciudad de contrastes (catacombefraticappuccini.com).

© Alamy Stock Photo

ENTRA EN EL PALACIO DE LA ZISA 

A un breve paseo de las catacumbas se levanta el espléndido palacio de la Zisa, construido en el siglo XII como residencia de verano para los reyes normandos y uno de los 9 monumentos del circuito árabe-normando de Palermo y sus alrededores que la Unesco catalogó como Patrimonio de la Humanidad. Hoy en día, el palacio alberga el Museo de Arte Islámico, que exhibe una colección de objetos procedentes de Sicilia y otras regiones del Mediterráneo (federicosecondo.org/en/castle-of-zisa).

© Alamy Stock Photo

ACÉRCATE A LA VILLA DE MONREALE Y PASEA POR SUS BULEVARES

En las colinas de Palermo, a unos 8 kilómetros del centro solo 8 kilómetros y con extraordinarias vistas del valle del Oreto, la antigua villa arzobispal de Monreale no solo deslumbra con joyas como el claustro de Santa Maria la Nuova, la catedral, sino que también invita a perderse entre encantadoras callejuelas salpicadas de terrazas donde comer –y probar su famoso pan, claro–. Una buena idea: sentarse en la terraza de Taverna del Pavone, con vistas al valle, para disfrutar de la cocina siciliana sin prisas. Otro lugar con vistas es el Monte Pellegrino, el gran mirador natural de la ciudad, cerca del santuario de Santa Rosalia, la patrona.

De vuelta a la ciudad, toca disfrutar del Palermo más elegante, el del siglo XIX. Pasear por bulevares señoriales y edificios de aire distinguido, como la Villa Malfitano o el delicioso Jardín Inglés, que se abre junto a la Via della Libertà. Allí, podrás contemplar fachadas de estilo Liberty y darte algún que otro capricho en sus elegantes boutiques.

© @grandhoteletdespalmes

DUERME EN UN PALAZZO

Para una experiencia única, nada mejor que elegir un palazzo para tu estancia, como el Grand Hotel des Palmes (despalmes.mangias.com), una joya art nouveau donde Wagner ultimó su Parsifal y que en 1957 fue escenario de una cumbre mafiosa al más alto nivel. Más que un hotel, una villa palaciega frente al mar es Villa Igeia (roccofortehotels.com), con unos jardines impresionantes, y Casa Nostra (casanostrapalermo.com), un precioso hotel boutique. En el centro histórico y reformado con gusto está el Palazzo Brunaccini (palazzobrunaccini.it).

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.