Que si hubo penas en estos últimos meses, la Reina también contaba sus alegrías. Como nunca, se veía a Isabel II llevando bastón -uno que perteneció a su marido-, pero la sonrisa no faltaba, sin importar que era claro que tenía problemas de movilidad, seguía teniendo aquel entusiasmo por su labor que nunca abandonó. No solamente la familia creció significativamente en el último año y medio con el nacimiento del primogénito de la Princesa Eugenia, la segunda hija de los Duques de Sussex y la primogénita de la Princesa Beatriz, sino que también tuvo la oportunidad de aprovechar al máximo el tiempo con sus bisnietos. El cariño que se le veía por los pequeños Cambridge, era uno especial y que seguramente marcará el camino en su futuro.
Mucho se dijo que aquella mirada melancólica de la Reina desde el balcón del Palacio de Buckingham hace un par de meses se sentía como una despedida. Y es que la Reina tuvo que vivir sin su eterno compañero la celebración de su Jubileo de Platino, un momento histórico, pero también muy significativo. Rendía cuentas a sus súbditos, entregándoles a sus herederos. El que en el balcón se haya visto únicamente a Carlos -todavía príncipe- con Camila, y a los Duques de Cambridge con sus tres hijos, daba un claro mensaje de continuidad para la corona británica.