En las últimas horas, el Palacio Real de Estocolmo ha comunicado la triste pérdida de la condesa Marianne Bernadotte, la única tía que le quedaba al rey Carlos Gustavo de Suecia y que era muy querida por el príncipe Carlos Gustavo y sus hermanas, las princesas Victoria y Magdalena. Aunque su nombre puede resultar distante, incluso para los seguidores de la realeza, Marianne Bernadotte fue toda una personalidad. Antes de ingresar en la Familia Real y adoptar el apellido Bernadotte, ya destacaba como actriz de teatro, ícono de moda y auténtica diva. Su presencia y elegancia la convirtieron en una de las mujeres más deslumbrantes de su generación, capaz incluso de eclipsar a Isabel II durante una cena de Estado. La generación de la realeza sueca a la que perteneció vivió una historia singular: muchos de sus miembros pudieron casarse libremente gracias a que contaban con un sobrino, el actual rey, quien, pese a su juventud, asumió con determinación su papel en la monarquía.
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Marianne Bernadotte ha muerto cuando le faltaban dos meses para los 101 años
Marianne Bernadotte nació en 1924 en Helsingborg. Comenzó en la interpretación en las funciones escolares y en cuenta pudo se mudó a Estocolmo para formarse como actriz durante cuatro años y luego pasó a formar parte del Teatro Real Dramático de Estocolmo durante once años, prefiriendo los papeles desafiantes a los clásicos reservados para una chica guapa. Aunque su belleza era evidente, igual que su pasión por la moda, que le llevaba a diseñar sus propios vestidos y que al final la convirtió en una de las mujeres mejor vestidas de Europa. Marianne se casó por primera vez con Gabriel Tchang, un inventor que era hijo del embajador de China en Suecia, juntos tuvieron tres hijos y sufrieron la muerte de uno de ellos cuando todavía no había cumplido los tres años. El matrimonio se rompió y así fue como llegó a su vida el príncipe Sigvard Bernadotte, hijo del rey Gustavo VI Adolfo y otro personaje por sí mismo.
Una muerte inesperada en una generación que renunció a todo por amor
Llegados a este punto hay que recordar que el actual rey, Carlos XVI Gustavo de Suecia, sucedió a su abuelo, ya que su padre, el príncipe heredero, había muerto cuando él solo tenía cuatro años. Esa muerte, la muerte del príncipe heredero Gustavo Adolfo de Suecia con solo 40 años en 1947, no solo trastocó la línea sucesoria, sino que también marcó un hecho singular dentro de la familia real: era el único que se había casado con una princesa y podía trasmitir sus derechos dinásticos, mientras sus hermanos habían ido renunciando para poder casarse libremente. Ese fue el caso del príncipe Sigvard, que siendo el segundo hijo del rey, renunció a todo en 1934 para casarse con una alemana sin sangre azul y dedicarse al diseño, después se divorció y se casó una segunda vez, con una danesa con la que tuvo su único hijo biológico, y después, ya en terceras nupcias, se casó con Marianne en 1961, que aportó a ese matrimonio los dos hijos previos.
De los cuatro hijos varones del rey de Suecia: uno estaba muerto y los otros dos había renunciado a sus derechos dinásticos
Lo mismo, renunciar a sus derechos dinásticos por amor, es lo que hizo el pequeño de la casa, el príncipe Carl Johan Bernadotte, pocos meses antes de que su hermano mayor, el heredero, se estrellara en un vuelo de Ámsterdam a Estocolmo. Así que de los cuatro hijos varones del rey de Suecia: uno estaba muerto y los otros dos había renunciado a sus derechos dinásticos. ¿Qué varones quedaban en la casa? Los aficionados a la realeza lo habrán acertado: el entrañable príncipe Bertil, que entendió que sus planes de casarse con la británica Lilian May Davies, divorciada y sin ascendencia noble, no eran posibles. Él se quedó como protector de la Corona sueca hasta que su sobrino, el actual rey, cumpliera la mayoría de edad. Por eso, cuando Carlos Gustavo había ascendido al trono y consolidado su figura, brindó a su tío una boda real, no le hizo renunciar a nada y convirtió a Lilian en una princesa sueca con un papel oficial y el tratamiento de Alteza Real hasta el final de sus días. Sus treinta y tres años de espera para casarse pasaron a la historia como uno de los grandes amores de la realeza.
La condesa Marianne también era tía política de la reina Margarita de Dinamarca
La historia de esta generación de príncipes suecos estaría incompleta sin recordar que tenían una hermana, una única hija, una única princesa: Ingrid de Suecia, que se casó con el príncipe Federico de Dinamarca, juntos ascendieron al trono como Reyes de Dinamarca y tuvieron tres hijas, entre ellas la reina Margarita de Dinamarca. Por tanto, la condesa Marianne, es tía política no solo del rey Carlos Gustavo de Suecia, también lo es de la reina Margarita de Dinamarca.
Marianne y Sigvard estuvieron casados más de cuarenta años, hasta el fallecimiento de él en 2002. A lo largo de su vida, la condesa Marianne fue una figura muy apreciada por la Familia Real sueca, ocupando siempre un lugar destacado junto a las hermanas del rey. Asistió a bodas reales, bautizos, entregas de los Premios Nobel e incluso a una cena de Estado con Isabel II, en la que deslumbró con su elegancia.
Sin embargo, hay un detalle que no se puede pasar por alto. Durante años, Sigvard luchó por recuperar sus títulos reales suecos, llegando incluso a llevar su causa ante la Corte Europea de Derechos Humanos en 1983. Pese a sus esfuerzos, su sobrino nunca le devolvió sus privilegios: ni el título de príncipe ni el tratamiento de Alteza Real ni el condado que de forma tradicional los príncipes suecos reciben nada más nacer. Hoy, con el anuncio oficial del fallecimiento de Marianne, la institución la recuerda como la esposa del conde Sigvard, lo que resulta curioso, dado que ese título tiene más raíces luxemburguesas que suecas.
El condado para los príncipes que lo han perdido todo
Fue en julio de 1951, diez años antes de su boda con Marianne, Sigvard consiguió que la Gran Duquesa Carlota de Luxemburgo lo nombrara Conde de Wisborg un título nobiliario luxemburgués creado en varias ocasiones para príncipes de Suecia que tras contraer matrimonio morganático habían perdido sus títulos reales. Sigvard no tuvo suerte en sus pretensiones de volver a ser príncipe; sin embargo, sí fue uno de los pioneros del diseño industrial sueco, uno de los más famosos de su tiempo, desde objetos lujosos hasta utensilios del día a día, un camino que ha seguido su sobrino nieto, Carlos Gustavo de Suecia, que también trabaja de forma privada en el diseño industrial bajo su propia firma. Marianne y Sigvard además compartían además su amor por la interpretación, el teatro y el cine, ya que él también estudió durante un tiempo materias relacionadas y llegó a ejercer como asistente de dirección en Alemania y Suecia.
Juntos, los condes de Wisborg, pusieron en marcha una fundación para la investigación del cuidado ocular pediátrico y un fondo para artistas con premios anuales de becas, que les reportó satisfacciones personales y reconocimientos públicos, a sus galas iban los Reyes de Suecia, Noor de Jordania o Farah Diba, entre otros. Además, ella potenció la investigación de una causa con la que la realeza sueca se siente muy sensibilizada, la dislexia, ya que afecta a varios de sus miembros. En 1998 fue nombrada doctora honoris causa en medicina por la dislexia y la oftalmología pediátrica en el Instituto Karolinska. En 2006, la Facultad de Psicología de la Universidad de Bolonia le otorgó un doctorado honorario por su apoyo a la investigación sobre la dislexia. Marianne Bernadotte también fue presidenta honoraria de la Asociación Sueca de Dislexia y de la Fundación Sueca de Dislexia.
Cuando Sigvard falleció el 2002, que fue enterrado en el Palacio de Haga, una de las residencias reales, Marianne pidió que pusieran su nombre en la lápida: "Cuando visito la tumba de Sigvard en el Cementerio Real, veo mi propio nombre, mi año de nacimiento y luego una línea. Luego solo tienes que poner en qué año será. Probablemente, no serán muchos años más, pero tal vez un par", dijo en la condesa en el año 2019. Ha sido su hija, Marie Gabrielle, la que explicó las circunstancias de su muerte: "Estaba tranquila y en paz, rodeada de sus seres queridos y se quedó dormida en la residencia de ancianos de Gärdet en Estocolmo. Tenía más de 100 años y faltaban sólo dos meses para su cumpleaños número 101".