La Familia Gran Ducal, casi al completo, ha puesto el broche de oro este domingo a lo que han sido tres intensas jornadas de celebración que marcan el inicio de una nueva era para todos ellos y para su pueblo. La última gran cita, programada para las once de la mañana, se ha vivido con mucha emoción y entusiasmo bajo un tiempo inestable que les obligaba a tener cerca el paraguas. Lo que ha transcurrido desde el viernes hasta hoy ya es historia del pequeño país centroeuropeo, cuya Casa Real ha contado además en estos días con el respaldo de otros representantes de monarquías europeas.
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El cierre de los fastos ha tenido como escenario la Catedral de Notre-Dame de Luxemburgo, el emblemático templo del siglo XVII que se ha engalanado para la ocasión y desplegaba una enorme alfombra roja a su entrada por donde iban llegando poco a poco los invitados. Una vez dentro, tenía lugar el solemne Te Deum presidido por el cardenal Jean-Claude Hollerich, ceremonia religiosa cuyo nombre proviene del latín (traducido como A ti, Dios) y que constituye un himno litúrgico en la Iglesia Católica.
Como no podía ser de otra forma, al frente de la comitiva estaban Guillermo (43 años) y Stéphanie (41) de Luxemburgo, mientras que los principales ausentes han sido sus dos hijos pequeños: Charles (5) y François (2), a quienes sin duda se ha echado de menos. Esta vez, a diferencia de lo que vimos antes de ayer en la fecha que se firmaba la abdicación del gran duque Enrique, los dos pequeños no han estado con sus padres debido a su corta edad.
María Teresa de Luxemburgo (69), quien está contemplando con orgullo cómo su primogénito acaba de ascender a la jefatura del Estado, iba del brazo de su marido y la veíamos muy sonriente cuando todos juntos hacían un posado oficial para la posteridad. Allí estaban también los príncipes Sebastián; Félix y su esposa Claire con sus niños Amalia y Liam; así como Luis con sus hijos Gabriel y Noah.
Otros miembros de la realeza que han acudido a la cita han sido el príncipe Juan y la condesa Diana; o Guillermo y Sibilla de Luxemburgo. En cuanto a la aristocracia del Viejo Continente que también veíamos a las puertas de la catedral, allí se encontraban Nicolás y Margarita de Liechtenstein o los archiduques Christian y Marie-Astrid de Austria.
Terminada la misa, Guillermo y Stéphanie salían del templo y saludaban brazo en alto a los ciudadanos que los han arropado con vítores y aplausos durante la mañana. Todo ello el día después del majestuoso y multitudinario evento que tuvo lugar el sábado por la noche, enmarcado en estos tres días de celebración, cuando un espectáculo de drones a las afueras de la capital iluminó el cielo luxemburgués como nunca antes.