El pasado 10 de mayo, el príncipe Charles de Luxemburgo celebró su quinto cumpleaños con sus padres, los nuevos Grandes Duques de Luxemburgo, Guillermo y Stéphanie, y con su hermano pequeño, François. Fue una celebración familiar y sencilla, ya que el pequeño que ahora se convierte en el heredero, primero en la línea sucesoria y sucesor directo, tras la abdicación de su abuelo, el Gran Duque Enrique, permanece ajeno a que algún día será el octavo gran duque de su dinastía y el jefe del Estado luxemburgués.
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El príncipe Charles nació el 10 de mayo de 2020 a las 5:13 de la madrugada en el Hospital de Maternidad Gran Duquesa Carlota de Luxemburgo y se anunció con el disparo de 21 salvas de artillería, una tradición ceremonial que muestra de respeto hacia figuras de alto rango
Aunque aún es muy pequeño, el príncipe Charles, que de momento es un apasionado de los animales, las granjas y la vida en el campo, como muchos niños de su edad, ya ha comenzado a familiarizarse con el papel institucional que le espera. En los últimos meses, ha participado en actos públicos junto a sus padres, mostrando una sorprendente naturalidad ante las cámaras. Uno de los momentos más simbólicos fue la inauguración de la escuela que lleva su nombre, donde se le vio sonriente y curioso, rodeado de niños y profesores.
La transición en Luxemburgo sigue una tradición de abdicaciones voluntarias que priorizan la renovación generacional. Así lo hizo el Gran Duque Juan en 1998, y ahora Enrique sigue sus pasos, dejando paso a su hijo Guillermo, quien ha demostrado estar preparado para asumir el liderazgo. En este contexto, Charles se convierte en el rostro de la continuidad, representando el futuro de la Casa Gran Ducal.
La Gran Duquesa María Teresa ha expresado en varias ocasiones su deseo de estar más presente en la vida de sus nietos, especialmente ahora que se avecinan cambios importantes. “Quiero que me recuerden como una abuela que estuvo ahí”, confesó en una entrevista reciente, reflejando el lado más humano de la familia real.
Con solo cinco años, Charles inicia un camino que lo llevará, algún día, a convertirse en el soberano. Por ahora, su papel es el de aprender, crecer y disfrutar de su infancia, mientras el país queda en manos de sus padres, al frente de una nueva generación de un país con una monarquía constitucional hereditaria encarnada en la dinastía Nassau-Weilburg.