La actividad en la finca de Sandringham, uno de los enclaves más emblemáticos de la Navidad británica, continúa marcando el pulso de estos últimos días del año. Tras el tradicional servicio religioso del 25 de diciembre, el rey Carlos ha vuelto a acudir este domingo a la iglesia de Santa María Magdalena, el pequeño templo situado dentro de la propiedad real donde la familia Windsor mantiene una de sus tradiciones más arraigadas. La cita, más discreta que la del día de Navidad, ha dejado una imagen significativa del entorno más cercano del monarca en un momento especialmente simbólico para la Casa Real británica.
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El soberano, que mantiene su agenda navideña con absoluta normalidad, llegó a la iglesia acompañado por los duques de Edimburgo, dos de los miembros más activos de la familia en los últimos meses. A la cita tampoco faltaron la princesa Ana y su esposo, el vicealmirante Sir Tim Laurence, así como Peter Phillips junto a su prometida, Harriet Sperling, o David Armstrong-Jones —hijo de la princesa Margarita y primo del Rey—, quien asistió con su hija, Lady Margarita Armstrong-Jones.
La duquesa de Edimburgo destacó con un estilismo impecable y muy apropiado para las bajas temperaturas. Eligió un abrigo de corte clásico en tono beige, que combinó con botas de caña alta y tacón bajo en color marrón chocolate, además de un sombrero perfectamente coordinado. Su cuñada, la princesa Ana, apostó por un conjunto más sobrio: un abrigo en marrón oscuro, guantes de piel a juego y un discreto tocado negro.
La presencia de los hermanos del rey —con la excepción de Andrés Mountbatten-Windsor, despojado de sus títulos y tratamientos tras los escándalos que le vinculan al caso Epstein— refuerza la imagen de unidad y continuidad institucional que Carlos ha querido proyectar desde el inicio de su reinado. Un mensaje especialmente significativo en unas fechas tan señaladas como estas, en las que la familia real se reúne en Sandringham para celebrar las fiestas en un ambiente privado, aunque siempre bajo la atenta mirada de los medios.
Peter Phillips y su prometida
Sin embargo, la aparición que más expectación ha generado ha sido la de Peter Phillips, hijo de la princesa Ana y primer nieto de la reina Isabel II. El empresario, de 47 años, ha acudido al servicio religioso acompañado de su prometida, Harriet Sperling, un gesto que no ha pasado desapercibido. Su presencia conjunta en Sandringham supone un paso relevante en la integración de la enfermera —y futura esposa del sobrino del rey— en los actos en los que participa la Familia Real. Hay que recordar que la pareja anunció su compromiso el pasado 1 de agosto, después de un año de relación.
