La Familia Real británica se encuentra en un momento de gran agitación y preocupaciones. El príncipe Andrés anunció el pasado viernes que dejará de usar el título de duque de York, después de que salieran a la luz unos correos suyos con Jeffrey Epstein, el financiero que apareció muerto en la cárcel mientras esperaba juicio por tráfico sexual de menores, en los que se evidenciaba que seguía manteniendo contacto con él a pesar de haber sido condenado.
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Con la popularidad de nuevo en entredicho, parece que la monarquía inglesa ha tenido que echar mano de alguno de sus miembros de segunda fila. Uno de ellos es Mike Tindall, marido de Zara Tindall y yerno de la princesa Ana. El exjugador de rugby inglés se ha convertido en una parte indispensable de la Familia Real y es considerado como un gran confidente y un primo muy querido para el príncipe Guillermo y Kate Middleton.
No es de extrañar que muchos expertos en realeza británica lo califiquen como el 'pegamento' que mantiene unida a la familia, mientras otros le elogian por su capacidad de aportar una sensación de 'normalidad' a los Windsor. A diferencia de su mujer, Zara, hija de la princesa Ana, Mike Tindall proviene de una familia humilde de la ciudad de Otley. Conoció a la sobrina del rey Carlos III mientras ambos se encontraban en Australia, gracias a la presentación de amigos en común. Se casaron en Edimburgo en 2011 en una ceremonia que no fue televisada, lo que lo convirtió en un enlace mucho más discreto que el Guillermo y Kate, quienes pasaron por el altar solo unos pocos meses antes.
Esta vida discreta se traduce en el día a día del matrimonio Tindall y sus tres hijos Mia, Lena y Luca. Los cinco residen en la finca de Gloucestershire de la princesa Ana y les encanta disfrutar del campo y de las pruebas hípicas, pero siempre están dispuestos a aparecer en los actos que el monarca británico les pida. En las carreras de Ascot son fijos y suelen unirse a la Familia Real para contemplar las competiciones.
Mike Tindall ha expresado su profundo respeto y admiración por la difunta Isabel II, abuela de su mujer. En su libro, el exdeportista recuerda haber pasado mucho tiempo "viendo las carreras con ella por televisión" y lo comparó a la experiencia que "mucha gente ha tenido con su abuela". "A veces me preguntan si la Reina se comportaba de forma informal como la gente 'normal', y la respuesta es sí. Su vida no era como un episodio de Downtown Abbey, con comidas largas y todos vestidos con sus mejores galas cada noche".