Reina durante siete décadas

Tres años sin Isabel II: la vida de los Windsor entre crisis y dramas familiares


Carlos III tiene una estilo más cercano y flexible, el príncipe Guillermo ha comenzado a construir su futuro reinado, nadie quiere vivir en Buckingham y la familia está por encima de la agenda institucional


El príncipe Andres, el rey Carlos III y la reina Isabel II en el Trooping the Colour de 2019© Getty Images
Sira AcostaRedactora senior de Realeza y Guionista
7 de septiembre de 2025 - 6:00 CEST

El 8 de septiembre de 2022, el Reino Unido despedía a Isabel II, la monarca más longeva de su historia y, probablemente, la última representante de una monarquía con alcance verdaderamente global. Su muerte no solo puso fin a un reinado de más de 70 años, sino que inauguró una etapa de transición que ha puesto a prueba a Carlos III como nuevo soberano, y a toda la familia real británica. Tres años después, los Windsor transitan entre la continuidad institucional y los desafíos personales, familiares, sociales y políticos que han marcado esta nueva era. Superadas las crisis de salud y asentadas las bases del nuevo reinado, lo que emerge es un estilo mucho más flexible y cercano en lo que respecta a la vida pública y más hermético en la vida privada.

Para ti que te gusta

Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!

Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.

Este contenido es solo para suscriptores.

Suscríbete ahora para seguir leyendo.

TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

© Getty Images
Esta fue la última aparición de Isabel II en el balcón del Palacio de Buckingham, con motivo de las celebraciones por sus 70 años en el trono en junio de 2022

La última vez que Isabel II se asomó al balcón del Palacio de Buckingham fue el 5 de junio de 2022, durante las celebraciones por su histórico Jubileo de Platino. No se puede decir que se sospechaba que sería su última aparición pública en la mítica residencia real, pero sí se percibía un aire de despedida en sus gestos y en los de quienes la rodeaban. La soberana, ya con 96 años, dosificaba cuidadosamente sus apariciones, mientras los Windsor se esforzaban de un modo evidente para que sus ausencias no resultaran demasiado llamativas. En ese momento, Isabel II se reservaba únicamente para los actos de máxima relevancia institucional, como las audiencias con el Primer Ministro, una tarea que en aquel año políticamente convulso le llevó a tratar con tres jefes de gobierno distintos.

© Getty Images
© Getty Images

Su muerte se produjo a final de ese verano en el Castillo de Balmoral, algo que a ella le preocupaba por las cuestiones logísticas que implicarían el traslado de sus restos mortales, primero hasta Londres para el funeral de Estado, y después hasta el Castillo de Windsor para su descanso final. Sin embargo, fue su única hija, la princesa real Ana, la que la animó a no cambiar sus planes y pasar el verano en Escocia, como siempre había hecho, quizá por eso fue la propia Ana la que después quiso de un modo muy personal y en solitario escoltar el traslado del cadáver de su madre hasta Inglaterra. Esta conversación, que reveló la princesa Ana recientemente, es una muestra más de que tanto Isabel II como los suyos sabían que ese final estaba cerca. La muerte la encontró igual y la Casa Real británica desplegó la Operación Unicornio, una fase especial que se sumó a la ya famosa Operación Puente de Londres, con todos los detalles que rodeaban a la fastuosa despedida que recibió una mujer que comenzó a reinar con 25 años e imprimió un estilo propio. 

© Getty Images
Los príncipes de Gales y los duques de Sussex realizaron una símbolica aparición conjunta tras la muerte de Isabel II en el Castillo de Windsor, un gesto inesperado debido a la guerra abierta entre ambos

Una era más cercana y flexible

Carlos III accedió al trono con 73 años, en medio del duelo nacional y bajo una expectación global. Tanto en las primeras apariciones como en su primer discurso, el nuevo soberano confirmó lo que ya se sospechaba, que su estilo no sería una continuación del de su madre. Desde el principio, el nuevo soberano se mostró más cercano, flexible y emotivo, dejando ver que los viejos códigos habían pasado a la historia, modernizando todo lo posible una estructura de naturaleza medieval (como fue su propia coronación, en la que introdujo distintos líderes religiosos y una apertura sin precedentes) y sin ejercer la autoridad familiar de un modo rígido. 

© Getty Images
© GTRES
© Getty Images
Tres imágenes de la Coronación de Carlos III, el 6 de mayo de 2023

Aquellos que por la propia influencia de Diana de Gales, que en la mítica entrevista que dio en 1995 lanzó la posibilidad de que el trono se saltará una generación, veían a Carlos III como un "rey de transición", pronto se dieron cuenta de que estaban equivocados, ya que el propio momento convirtió al soberano era una figura clave para la estabilidad y continuidad en un momento convulso. El trono le tocó en el momento en el Reino Unido redefinía su papel fuera de la Unión Europea y, por tanto, sus propias relaciones con los países que la componen, también se ha visto empujado por su propio gobierno a forzar los acercamientos estratégicos con Estados Unidos, a templar los ánimos ante Canadá y conciliar con aquellas regiones de la Commonwealth que se replantean sus relaciones. 

© Getty Images

Como "jefe" de la Casa Windsor, Carlos III se ha visto ante el reto de colocar a cada uno en su sitio, un camino que le allanó su madre, aunque solo lo hizo de forma parcial. Si bien Isabel II expresó su deseo de que Camilla fuera reina y le redujo el número de miembros que tenían funciones institucionales, le dejó en sus manos el reto de mantener al príncipe Andrés alejado de la vida pública y sin intención de obedecer las decisiones de su hermano, entre ellas en lo que respecta a mudarse a una casa adecuada a su nuevo rango familiar. No es de extrañar que los príncipes de Gales, que son los que más responsabilidad acumulan después del rey y hasta ahora han vivido en una residencia real más modesta que la que ocupan los duques de York sin tener funciones públicas, hayan decidido que a finales de este año se trasladarán a otra propiedad real que se presupone más grande y majestuosa, ya que se refieren a ella como "el hogar definitivo", pero también estará en los terrenos reales de Windsor, donde ya están establecidos y sus hijos van al colegio. 

© Getty Images
© Getty Images
© Getty Images

El Palacio de Buckingham, metáfora de la transformación de la monarquía

Este cambio marca uno de los giros más significativos que ha vivido la monarquía británica en los últimos tres años. No se puede decir que la familia real haya sido colocada por encima de la institución, pero sí parece que Carlos III y el príncipe Guillermo han logrado situarla en un plano de igualdad. Y el Palacio de Buckingham se ha convertido en una metáfora perfecta de esa transformación: un lugar que, pese a su simbolismo, ya nadie desea habitar.

© The Prince and Princess of Wales
Los príncipes de Gales y sus tres hijos, los príncipes George, Charlotte y Louis, compartieron esta imagen durante el Trooping the Colour de 2025

Tradicionalmente, el soberano británico y su familia se mudaban a la emblemática residencia londinense al asumir el trono, aunque no fuera de su agrado. La biógrafa real Ingrid Seward reveló que Isabel II y el príncipe Felipe quedaron profundamente afectados cuando tuvieron que abandonar Clarence House. “Winston Churchill les dijo que la Reina debía vivir en un palacio”, contó. Isabel, fiel a su sentido del deber, aceptó el mandato y se instaló en Buckingham, aunque nunca lo sintió como un verdadero hogar y aprovechando la pandemia se instaló de forma definitiva en el Castillo de Windsor. 

© Getty Images
© Getty Images

Con sus 775 habitaciones —entre dormitorios reales, estancias para el personal, salones de Estado y oficinas— y más de 800 empleados encargados de mantenerlo en funcionamiento, el Palacio de Buckingham representa más una maquinaria institucional que un refugio familiar. Y quizá por eso, hoy en día, ni el rey (que tomó la histórica decisión de quedarse en la que lleva años siendo su casa, Clarence House) ni su heredero parecen tener intención de vivir allí. Así que esta joya arquitectónica de extraordinarias dimensiones, que está siendo sometida a una remodelación faraónica de 440 millones de euros y varios años, quedará destinada a funciones institucionales. 

© Getty Images
El Palacio de Buckingham en un momento de la salida de los reyes Carlos y Camilla de camino al parlamento
© Todd-White Art Photography/Ben F,Royal Collection Trust / © His Majesty King Charles III 2024
Corredor principal del ala este del Palacio de Buckingham.
© Royal Collection Trust / Peter Smith
Uno de los salones, de las 775 estancias, que tiene el Palacio de Buckingham

Los príncipes de Gales han establecido sus reglas

En estos tres años, marcados por las enfermedades de Carlos III y Kate Middleton, las crisis de credibilidad y esa sensación de trono vacío que se instaló mientras la opinión pública intuía que algo ocurría, pero no sabía qué, los príncipes de Gales han vivido una transformación profunda. Durante el reinado de Isabel II, por respeto y convicción, Guillermo y Kate se ajustaron a las tradiciones y normas que para ella eran importantes. Sin embargo, en esta nueva era, los príncipes de Gales han empezado a definir su papel con más autonomía. Guillermo se convirtió en heredero de la Corona británica a los cuarenta años, no a los tres, como ocurrió con Carlos III. Esta diferencia ha sido una ventaja significativa: ha asumido el rol con plena conciencia de cómo quiere desempeñarse como figura global y hombre de Estado, anticipando lo que será su futuro reinado. 

© Getty Images
© Getty Images

Desde el inicio, los príncipes de Gales comenzaron a desprenderse de ciertas funciones tradicionales con las que no se sentían identificados —una decisión que incluso les valió algunas críticas dentro de la propia familia real— para abrir paso a nuevos retos y gestionar su imagen pública de forma más moderna y aparentemente cercana, ya que en determinadas cuestiones, como en el pago de impuestos o la gestión del ducado de Cornualles, el príncipe Carlos era más transparente.  Además, en este tiempo, el príncipe de Gales ha renovado profundamente su equipo, incorporando perfiles más cercanos a la gestión de marcas globales, que a los tradicionales funcionarios de palacio, con el objetivo de proyectar una imagen más moderna y eficaz. 

© princeandprincessofwales

Esta estrategia ha sido clave para impulsar el alcance internacional del Premio Earthshot, creado en 2020, que ya se considera una de las iniciativas medioambientales más ambiciosas del mundo. Gracias a este enfoque, Guillermo y Kate han sido incluidos en la prestigiosa lista de la revista TIME, como una de las parejas más influyentes del panorama internacional, destacando por su compromiso con causas como el desarrollo infantil, la salud mental y la lucha contra el cambio climático. Esta evolución no solo redefine el papel del heredero, sino que también establece un nuevo modelo de liderazgo conectado con los desafíos contemporáneos. Por otro lado, su ausencia en los BAFTA, coincidiendo con las vacaciones escolares de sus hijos, fue una declaración clara: su agenda pública se adaptará, siempre que sea posible, a la vida familiar. Al menos mientras George, Charlotte y Louis sean pequeños, la prioridad será estar presentes en su día a día.

© Getty Images

Una segunda fila sin roles protagónicos

Indudablemente, con los duques de Sussex fuera de la vida institucional, los protagonistas de esta nueva etapa de la monarquía británica son Carlos III, la reina Camilla y los príncipes de Gales con sus tres hijos, quienes concentran la atención pública y marcan el rumbo institucional al ocupar los primeros puestos en la línea sucesoria. Sin embargo, no están solos. La princesa real Ana es posiblemente el apoyo más sólido y discreto que sostiene la estructura desde dentro, con una de las agendas oficiales más activas, es evidente que ha heredado muchos rasgos de Isabel II y está dispuesta a sostener el reinado de su hermano. Por otro lado, y tras la desaparación oficial del príncipe Andrés, el único hermano en activo con el que cuenta el rey es el príncipe Eduardo, que también asume aquellas funciones más tradicionales como los patronazgos de organizaciones benéficas y hereda aquellas labores de representación que en su momento asumió su padre, el anterior duque de Edimburgo, o el duque de Kent. También ha asumido misiones diplomáticas de alto perfil, como representar al rey en la misa de investidura del Papa León XIV en Roma. Su mujer, la duquesa Sofía, también  ha ganado visibilidad en los últimos años, especialmente tras la salida de Harry y Meghan. Su cercanía con la reina Isabel II y su implicación en temas como la violencia sexual en zonas de conflicto le han dado un lugar más destacado. 

© Getty Images for Kensington Pala
© royal.uk
© Getty Images

En solo tres años, que han sido intensos tanto en lo institucional como en lo familiar, Carlos III ha consolidado un reinado que comenzó marcado por la avanzada edad con al que asumió el trono. Ahora se abre un nuevo curso con una agenda marcada por compromisos de gran simbolismo y alcance internacional, todo ello mientras continúa con su tratamiento contra el cáncer y mantiene su implicación en causas medioambientales, diplomáticas y familiares, consolidando así un reinado que combina tradición con activismo global. 

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.