En las últimas generaciones, por una razón u otra, a los York -título reservado tradicionalmente al segundo hijo del soberano británico- se les han complicado las cosas, empezando por la propia Isabel II que nació como princesa de York, una posición más fácil dentro de la dinastía Windsor, y terminó reinando. Después vino la era del príncipe Andrés y Sarah Ferguson como duques de York, pero su historia prometedora terminó en escándalo. No obstante, esos episodios resultarían una anécdota en comparación con el Caso Epstein, que provoco la retirada del príncipe y la caída de los York. Sobre esas ruinas simbólicas, la princesa Beatriz, la hija mayor del matrimonio, construyó su propio camino y lo hizo sin protagonismo, sin privilegios excesivos, sin el impulso mediático que tienen otros royals y mostrándose siempre al servicio de Su Majestad, primero de su abuela y luego de su tío. Ahora, cumple 37 años y lo hace en un momento clave de su vida.
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Beatriz de York se casó en el año 2020 con Edoardo Mapelli Mozzi y juntos han tenido dos hijas: Sienna y Athena
A diferencia de sus primos mayores, Peter y Zara, hijos de la princesa Ana, que no reclamó para ellos ni títulos reales ni funciones institucionales, tanto Beatriz como Eugenia de York recibieron títulos reales por expreso deseo de su padre y porque la ley así lo permitía. Además, los duques de York reclamaron para su casa una posición institucional y también una presencia mediática, así que las hermanas York crecieron bajo un foco similar al que tuvieron los príncipes Guillermo y Harry. Durante años los cuatro llevaron vidas parecidas, también vieron como sus padres se separaban, la institución se posicionaba y sus asuntos se aireaban de forma pública. Sin embargo, Beatriz y Eugenia tuvieron algo con lo que nunca contaron Guillermo y Harry: sus padres estaban unidos y juntos eran una roca.
La princesa Beatriz creció formando parte de los compromisos públicos familiares, como es el Trooping the Colour o las Navidades en Sandringham, pero sin tener obligaciones institucionales más allá que representar puntualmente a su abuelo, el duque de Edimburgo, en alguna garden party de las múltiples organizaciones que apadrinaba. Después estudió Historia de Arte en el college Goldsmiths, que pertenece a la Universidad de Londres, y desempeñó varios trabajos para grandes multinacionales hasta el puesto que tiene a día de hoy como vicepresidenta de Afiniti, una empresa multinacional con sede en Washington especializada en inteligencia artificial aplicada a centros de contacto y atención al cliente.
Coincidiendo con el reinado de Carlos III, Beatriz de York ha estrechado sus vínculos con el mundo árabe a través de iniciativas internacionales
Eso sin olvidar que en los últimos años, coincidiendo con el reinado de Carlos III, Beatriz de York ha estrechado sus vínculos con el mundo árabe a través de iniciativas internacionales enfocadas en sostenibilidad y tecnología. En 2025, fue nombrada copresidenta de un programa sobre soluciones climáticas junto a la reina Rania de Jordania, bajo el auspicio del Foro Económico Mundial. Además, ha asistido a eventos relevantes como la Exposición Internacional del Petróleo en Abu Dabi o la boda del príncipe heredero Hussein de Jordania, posicionándose como una figura activa en diplomacia y cooperación global. Aunque no hay una implicación de forma oficial, sus movimientos han sido a veces interpretados como una extensión del interés del Reino Unido o de la Casa Real británica por fortalecer lazos, ya que al tratarse de un miembro de la realeza que no tiene labores de Estado, puede abordar determinados asuntos sin representar posturas gubernamentales.
En julio de 2020, Beatriz de York se casó con Edoardo Mapelli Mozzi, que ya era padre de un niño llamado Wolfie. Entonces la pandemia brindó la excusa perfecta para tener una boda ideal, pero a puerta cerrada, ya que el príncipe Andrés atravesaba uno de los momentos más delicados de su vinculación con Jeffrey Epstein, cuando ya había dado la desastrosa entrevista en la BBC que precipitó su salida de la institución. Aun así, con la reina Isabel II como aliada, Beatriz de York celebró una boda real con todo el brillo de los Windsor y que pasó a la historia por su carácter excepcional. Nada fue elegido al azar. Todos y cada uno de los detalles escogidos venían a dejar claro que la novia era una Windsor de pleno derecho. Mientras que Kate y Meghan se casaron con una tiara de princesa, una de tantas que encierra el joyero real, a Beatriz, su abuela le cedió una tiara de reina, una pieza a la que pocas tienen acceso.
Isabel II se encargó de reforzar la figura de Beatriz de York como una Windsor de pleno derecho, una princesa de cuna y una nieta de la reina
Lo mismo ocurrió con el vestido, un diseño de Norman Hartnell que forma parte de la historia política e institucional del Reino Unido, ya que Isabel II lo había llevado en un viaje de Estado y en una apertura del Parlamento, uno de los actos con mayor relevancia institucional. La única presencia de la reina y el duque de Edimburgo, que seleccionaban los eventos familiares a los que acudían, en los retratos oficiales, sirvió para reforzar la figura de las hermanas York en un momento en el que su presencia se diluía tras la renuncia de su padre.
La princesa Beatriz de York y su esposo, Edoardo Mapelli Mozzi, son padres de dos niñas: Sienna, nacida en 2021, y Athena, que llegó al mundo de forma prematura en enero de 2025. Sobre este difícil episodio, Beatriz compartió en una emotiva carta sobre que “nada te prepara para el momento en que te das cuenta de que tu bebé va a llegar antes de tiempo”, describiendo la experiencia como una lección de humildad marcada por el miedo a lo desconocido y una preocupación abrumadora por la salud de su hija. Aunque la pareja ha mantenido una imagen pública de unidad, algunos medios británicos han especulado en los últimos meses de forma constante sobre una posible crisis matrimonial. A pesar de los rumores, ambos siguen transmitiendo una imagen de estabilidad y compromiso familiar.
Cinco años después de su boda y del peor momento que vivieron los York, momento en el que Beatriz siempre apoyó a su padre, ese temor de verse afectada por su caída ha desaparecido. La sobrina del rey Carlos III encarna un nuevo paradigma de la realeza contemporánea: coherencia, trabajo silencioso y empatía. Beatriz de York no solo representa un renacer personal, sino también la posibilidad de que los York vuelvan a tener un lugar importante en la historia de la monarquía británica. El suyo es un ejemplo de cómo reescribir el legado sin confrontarlo, con pasos firmes y palabras contadas.