La imagen de la reina Letizia proyecta mucho más de lo que parece a simple vista. Cada detalle está cuidadosamente elegido como parte de una estrategia muy bien pensada para transmitir el mensaje que desea. Un mensaje que va en la línea que ha adoptado en estos últimos años: una imagen más seria, sólida, coherente y menos expuesta a la frivolidad o a interpretaciones superficiales. ¿El objetivo? "Evitar titulares centrados en su físico, que la conversación gire hacia su papel institucional y no hacia su estética", asegura Anitta Ruiz, consultora de Imagen Pública. Todo eso revela la personalidad de la mujer de Felipe VI: práctica, controladora de su imagen y consciente de que, en su posición, cualquier mínimo cambio se convierte en noticia.
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Su lenguaje corporal se ha convertido en una extensión de su discurso, capaz de comunicar serenidad, seguridad o empatía sin pronunciar una sola palabra. Y es que doña Letizia ha hecho de su presencia una herramienta de comunicación tan precisa como elocuente. Y entre todos esos gestos tan medidos, hay uno que merece especial atención: sus manos, quizá el reflejo más claro de esa comunicación no verbal que domina con maestría. Son ellas las que acompañan sus palabras, refuerzan sus mensajes y, según los expertos, revelan mucho más de lo que parece.
El experto en lenguaje no verbal Jordi Reche lo resume con claridad: "La Reina es una experta en comunicación, algo que se nota cuando nos fijamos en cómo utiliza sus manos a la hora de expresarse o de posar". En ese sentido, recuerda que: "Las personas estamos programadas para que de manera inconsciente no se vaya la atención a las manos de quienes estamos escuchando, e intuitivamente nos hacemos una imagen mental de la persona por cómo las mueve. Nos fijamos en si las esconde o no, si la gesticulación es fluida, si los movimientos son naturales o impostados... Y, a partir de ahí, es cuando sentimos si la persona nos proyecta confianza y es convincente. O todo lo contrario. Además de hacernos una idea de cómo puede ser su personalidad".
Y es por ello que doña Letizia "suele controlar y marcar mucho sus gestos con las manos". "Siempre son precisos y controlados, con una clara intención comunicativa. Algo que refleja una persona segura y confiada", reconoce Jordi Reche, tal y como demuestran todas estas imágenes.
Eso sí, según Reche, tenemos que diferenciar también "el tipo de acto o tono en el que se encuentra, ya que dependiendo de ello suele adaptar su manera de usar sus manos". "En actos oficiales o solemnes acostumbra a limitar sus movimientos y a posar sus manos de manera entrelazada, a menudo sobre un bolso de mano. Logrando un tono de compostura y formalidad. También suele ponerlas a ambos lados de su cuerpo. Pero siempre proyecta con sus manos y brazos un punto de fuerza y activación, nunca los deja de manera, digamos, inerte. Si lo hiciera (como hace mucha gente al posar) transmitiría un tono de inseguridad o de estar perdida que ella no transmite nunca", apunta.
Por otro lado, cuando se encuentra en un ambiente más informal o distendido, cambia también su manera de mover las manos, de gesticular. "Como, por ejemplo, cuando habla con el público asistente a un acto. Ahí la solemos ver gesticulando de manera más relajada y expresiva, logrando con ello transmitir cercanía y proximidad". En definitiva, nos cuenta, "se nota que la Reina tiene muy estudiado qué transmitir con sus gestos de manos en cada situación".
Sus gestos más repetidos
Letizia, como otras figuras públicas muy expuestas, ha aprendido a adoptar una serie de posturas que le otorgan control y coherencia visual. Su pose —la inclinación de los hombros, la posición de las piernas o incluso la disposición de los dedos— forma parte de un repertorio estudiado que repite con naturalidad. "Siempre suele repetir más o menos el tipo de corporalidad al posar, ya que así se asegura de transmitir la imagen que desea y evita adoptar corporalidades que puede perjudicarle", afirma el experto en lenguaje no verbal.
De hecho, hay gestos que se han convertido en ese "comodín" en sus actos oficiales. Esta manera de posar es una de sus favoritas: los dedos entrelazados o suavemente cruzados con los brazos relajados pero firmes y el cuerpo erguido. ¿Y qué transmite? No solo es una postura pensada, no improvisada, que proyecta dominio de sí misma y seguridad, sino que muestra serenidad, formalidad y consistencia visual, ya que repetir una misma corporalidad en diferentes actos genera una imagen coherente y reconocible. Refuerza la idea de una presencia institucional constante, con un estilo propio y medido.
Si hablamos del "sello Letizia", no podemos olvidarnos de este gesto, quizá el más característico de todos. Con la mano relajada y los dedos ligeramente extendidos, la Reina deja siempre el dedo anular sutilmente separado del resto, un detalle que se repite en numerosas ocasiones y que se ha convertido casi en una firma de su lenguaje corporal. Se trata de un movimiento casi imperceptible que, al mirar sus imágenes con detenimiento, se revela como una constante en su manera de posar. "Ella repite siempre esa pose y es algo que le da seguridad", afirma Reche.
Cuidado personal y equilibrio
Pero las manos no solo hablan a través del movimiento. También lo hacen a través del cuidado y la apariencia. La doctora Remedios Gutiérrez, psiquiatra y psicoanalista del Centro de Estudios y Aplicación del Psicoanálisis (CEAP), explica: "Las manos, como el resto de elementos del cuidado personal, pueden ser indicativas de diversas cuestiones. En el caso de las manos, desde 'delatar' la profesión y hobbies de una persona hasta darnos pistas sobre su estado emocional. Descuidar la higiene y buen estado de manos, pelo... muchas veces indica tono depresivo, mientras que el autocuidado sin excesos denota equilibrio".
En el caso de la Reina, las manos son "uno de los elementos claves de su comunicación no verbal". Según la doctora, llevarlas cuidadas pero naturales "podría querer expresar que, en cuanto a imagen, da importancia a lo esencial sin perder el foco ni ‘perder tiempo’ con aditamentos extras como el esmaltado". Además, sigue lo que podría llamarse el ‘decreto manicura de la realeza’, una tradición no escrita en las casas reales europeas, instaurada por la reina Isabel II. Según esta norma de etiqueta, las uñas deben llevarse cortas y con tonos neutros o con un ligero brillo, evitando colores llamativos que distraigan la atención o resten sobriedad. Una pauta que Kate Middleton cumple con rigor y que doña Letizia siempre ha adoptado.
En definitiva, las manos de la reina Letizia son mucho más que un detalle estético o un simple gesto de protocolo. En ellas se concentra una parte esencial de su forma de comunicar: precisión, serenidad y elegancia. Cada movimiento parece responder a una estrategia consciente, a una manera de proyectar control sin perder cercanía. Su lenguaje corporal, pulido con los años, revela a una mujer que domina el escenario público con naturalidad y firmeza, capaz de transmitir sin palabras todo aquello que desea que su imagen exprese.
