A pesar de vivir alejada de su familia, Irene Urdangarín siempre busca un hueco para volver a casa y disfrutar de los suyos. La sobrina del rey Felipe VI estudia Gestión de Hostelería, Turismo y eventos en Oxford, y antes de que empiece el nuevo curso, se ha escapado a Barcelona para apoyar a su hermano Pablo en el comienzo de la temporada de balonmano. En las gradas del Complejo Deportivo Municipal Las Moreras, la joven y su madre, la infanta Cristina, acapararon todas las miradas durante la jornada. Mientras animaban al Fraikin BM Granollers —equipo de Pablo—, Irene y Cristina derrocharon complicidad, haciéndonos testigos del estrecho vínculo que comparten.
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El divertido plan que compartieron, que se trata de uno de sus favoritos, ocurrió días después de que ¡HOLA! confirmara la ruptura de la joven que Juan Urquijo. La expareja, como desvelábamos en nuestras páginas, sigue manteniendo buena relación y continúan con su amistad. Tras la decisión de tomar caminos separados, Irene se ha refugiado en su familia, ganando fuerzas antes de volver a la rutina y partir para Inglaterra.
Complicidad, risas y aplausos
Ni Irene ni Cristina quitaron ojo a lo que estaba pasando en la pista durante todo el partido, atentas a las jugadas de Pablo y sus compañeros. Sin embargo, y a pesar de estar concentradas en el juego, la complicidad entre ambas se hacía notar en cada gesto que compartían, por pequeño o cotidiano que fuera.
Desde reírse a carcajadas por alguna anécdota relatada en los tiempos muertos del partido a no querer separarse en toda la jornada: así son las imágenes que demuestran que madre e hija están más unidas que nunca, y que no hay distancia que pueda separarlas. A pesar de no apartar la mirada de los movimientos de su hijo, la infanta Cristina le hizo saber en todo momento a Irene que también estaba pendiente de ella.
La hermana del rey Felipe VI aprovechó el especial momento que estaban viviendo para bañar a su hija en gestos de cariño. Abrazos repletos de amor, besos en la mejilla esporádicos o, simplemente, estar cogidas de la mano en los momentos de tensión del partido... la adoración entre Cristina e Irene era palpable sin necesidad de comentarla en alto.
Además, al final de la jornada, fuimos testigos de que la complicidad se extiende al resto de sus hijos. Acabado el último minuto del partido, Pablo se acercó a la grada para conversar con su madre y su hermana, con quien había tenido divertidos gestos a lo largo de evento deportivo. Una vez junto a ellas, Irene y su hermano mayor se saludaron con un cariñoso e íntimo gesto, como si de una broma interna se tratara. Mientras, la infanta Cristina les observaba con una mirada cargada de amor y orgullo que hablaba por sí sola.