Se casará el 26 de octubre con Kei Komuro

La alegría que ha recibido Mako de Japón en medio del revuelo provocado por su boda

El Gobierno de Paraguay ha condecorado a la Princesa y a su padre, el príncipe heredero, por su implicación en las estrechas relaciones que ambos países mantienen

por Beatriz Castrillo
Mako de Japón

Antes de que acabe el mes y si todo va según lo previsto, Mako de Japón se convertirá en una mujer casada. Un anhelo que la Princesa, que el próximo 23 de octubre cumplirá 30 años, lleva persiguiendo desde hace casi dos años. Por fin ya hay fecha definitiva, el día 26 de este mismo mes, para que la hija mayor del príncipe heredero Akishino de el ‘si, quiero’ a Kei Komuro. Sin embargo, estos últimos días como soltera están siendo un verdadero suplicio para ella y no por los nervios que toda novia puede sentir antes de verse vestida de blanco, sino por las duras críticas que ha recibido por los conflictos financieros en los que ha estado envuelta la familia de su novio. Una polémica que ha hecho que la fecha del gran día haya estado tantas veces en el aire. Las críticas y la incertidumbre le han pasado factura a la sobrina del emperador que está aquejada de un trastorno de estrés postraumático. No obstante, en medio de este maremagnum, la Princesa ha recibido una alegría por su trabajo institucional. El gobierno de Paraguay la ha condecorado por su labor para estrechar lazos entre ambas naciones.

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El acto, que aunque fue muy sencillo por las restricciones impuestas del Covid fue muy solemne, tuvo lugar esta misma semana en la residencia oficial del príncipe Akishino en Tokio. Hasta allí se desplazó el embajador de Paraguay en Japón, Florentín Antola, que otorgó la Gran Cruz Extraordinaria de la Orden Nacional del Mérito a la Princesa y a su padre por orden del presidente paraguayo, Mario Abdo Benítez, en el marco del aniversario de la visita de ambos al país sudamericano. Hace quince años el heredero viajó a Asunción y hace cinco que Mako hizo lo mismo. Estos desplazamientos se han producido para poner en valor la inmigración nipona y en ambas ocasiones padre e hija tuvieron una nutrida agenda con encuentros con autoridades nacionales y representantes de la sociedad civil paraguaya. Pero no solo Mako y su padre han sentido a Paraguay tan cercana, la Familia Imperial siempre ha mantenido unos lazos muy estrechos de amistad y varios de sus miembros han viajado al país.

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Además de las visitas, Fumihito, príncipe heredero Akishino, y su hija la princesa Mako han participado en diversos actos oficiales de Paraguay. Reciben regularmente en audiencia a la delegación de jóvenes paraguayos del colegio Paraguayo-Japonés de Asunción durante su estancia en el país del sol naciente y sus viajes han contribuido, según la embajada, a “estrechar aún más las excelentes relaciones existentes entre Japón y Paraguay”. El reconocimiento también hace hincapié en que la Familia Imperial ha hecho posible que “Paraguay y Japón sean socios importantes, que trabajan juntos a favor del bienestar de nuestras naciones y del mundo por igual, a través de la promoción de los valores compartidos: la democracia, el libre comercio y los derechos humanos”.

Las relaciones que ambos países se remontan al 17 de noviembre de 1919 y son muy cercanas,a pesar de la enorme distancia geográfica. Hace dos años diversos actos recordaron esta amistad centenaria que se vio muy reforzada a partir de 1936 con la migración de japoneses a Paraguay y que es uno de los pilares de estas buena sintonía. Precisamente, gran parte de la industria alimenticia del país sudamericano se deba a que los inmigrantes japoneses introdujeron métodos, tecnología y especies.

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La entrega de esta insignia puede que sea uno de los últimos actos públicos de Mako de Japón antes de su boda. Tras el enlace la princesa dejará su título y ya no trabajará para la Familia Imperial ya que las al casarse con un plebeyo pierde sus privilegios. Pero, también ha rechazado la tradicional ayuda económica de algo más de un millón de euros que el Estado nipón otorga a las mujeres que abandonan la Corona al casarse para evitar nuevas tensiones de los sectores más críticos.

Kei Komuro y Mako se conocieron en el año 2012 cuando estudiaban en la Universidad Cristiana Internacional de Tokio. Anunciaron su compromiso en 2017 y tenían previsto casarse en noviembre de 2018. La madre de Kei tenía pendiente un asunto financiero de casi 30.000 euros con su expareja lo que obligó a Palacio a aplazarla hasta 2020. Mientras se resolvía el asunto, Kei se instalaba en Nueva York, donde actualmente trabaja como abogado y vivirá el matrimonio. El príncipe Akishino dio su plácet a la boda, que se celebrará sin los milenarios ritos nipones, con la condición de que se resolviera el asunto económico de su familia, algo por lo que fue muy cuestionado.

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