Crianza

Diana Ali Ocaña, experta en autocuidado emocional: "Cuando un adolescente siente que es valioso, le resulta más fácil mantenerse firme ante la presión de los demás"


Es imprescindible que nuestros hijos sepan poner límites a los demás y la experta explica cómo enseñarles a hacerlo


Diana Ali Ocaña, experta en autocuidado emocional© Diana Ali Ocaña
10 de diciembre de 2025 - 10:51 CET

Saber decir que "no" es imprescindible a cualquier edad, pero si los niños aprenden a hacerlo desde pequeños y fortalecen esa habilidad en la adolescencia, les protegerá de muchas situaciones inesperadas y, sin duda, favorecerá su bienestar emocional. Sobre cómo enseñar a nuestros hijos a poner límites a los demás, hemos hablado con Diana Ali Ocaña, reconvertida en mentora de límites y experta en autocuidado emocional tras derrumbarse psicológicamente a causa, precisamente, de su dificultad para poner límites a los demás y a sí misma. Llegó, incluso, a pasar por el psiquiátrico, lo que le sirvió para revivir como el ave fénix y hacer un profundo cambio personal.

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Desde entonces, ha creado sus propias herramientas para establecer límites desde el amor y la firmeza. Y comparte esas herramientas en su libro Decir no también es una opción (Ed. Tu voz en mi pluma).

¿Es necesario enseñar a los niños a decir no? 

Desde mi experiencia personal, no se trata tanto de enseñarles a los niños a decir "no", sino de hacerlo nosotras para que ellos lo vean como algo natural, no como algo que tengan que aprender como un añadido. Lo que sí considero necesario es enseñarles a conocerse a ellos mismos… qué les gusta, qué no le gusta, qué les divierte y qué no, cómo les gusta que los demás le traten, qué cosas no les agradan, si disfrutan los abrazos y los besos o se sienten mejor con menos contacto físico, cómo prefieren que les hablen, cómo les gusta vestirse…Cuanto más se conozcan más, fácil les será poner límites diciendo "no".

A los niños y adolescentes no hace falta hablarles tanto de lo que no pueden hacer, sino enseñarles lo que sí pueden llegar a conseguir.

Diana Ali Ocaña, experta en autocuidado emocional

A medida que ellos se van descubriendo a sí mismos y pueden compartirlo con los padres, ese es el momento de explicarles y enseñarles que a todo lo que no les gusta tienen derecho a decir que no, aunque los demás puedan enfadarse. Es importante que entiendan que deben protegerse de herirse a ellos mismos por evitar herir a los demás. Pero, como padres, no podemos perder de vista que tenemos que hacer lo mismo.

Si, por ejemplo, tu hijo ve que hablas mal de alguien que te ha pedido algo que hiciste sin querer hacerlo, y luego lo criticas, le estás transmitiendo un mensaje contradictorio. Sin embargo, si alguien te pide algo y tú verbalizas tranquilamente por qué dices que no, porque en ese momento no encaja contigo, tu hijo te verá coherente y será más fácil que él o ella aplique eso mismo su vida…

Considero que es importante que los niños aprendan a decir "no" para poder disfrutar de una vida sana, equilibrada, feliz. Que puedan disfrutar de su día a día, de sus amigos y de la seguridad de que su palabra es importante. Y para vivir una vida sin miedo a no ser queridos, aceptados, vistos o respetados si no hacen lo que los demás quieren de ellos o si no cumplen sus expectativas.

El que los niños aprendan a decir que no, ¿no complicaría un poco más la crianza? Los padres tendrán que negociar con ellos mucho más ante cualquier propuesta que a los hijos no les agrade...

Puede ser que suceda, por supuesto que sí. Ahora bien, te pregunto ¿prefieres conocerte más a ti mismo como padre y desarrollar nuevas habilidades para negociar con tu hijo desde la calma y en un entorno donde él se sienta seguro? ¿O prefieres que, para que la crianza no se complique, dejes de enseñarles a decir no? 

Hagas lo que hagas está perfecto, pero me gustaría que reflexionaras sobre ello. Tanto la seguridad como la inseguridad son individuales, pero lo que sembramos en nuestros hijos también. Así que, ¿qué prefieres?

¿Cómo enseñarles a hacerlo? 

Una de las claves es que los niños se conozcan bien, o incluso muy bien, y esto lo pueden ir descubriendo poco a poco a través de preguntas que les hagamos. Podemos preguntarles qué cosas los hacen sentir felices, qué cosas no les gusta hacer o qué actividades los hacen sentir tranquilos y cómodos. También es importante que identifiquen lo que les gusta y lo que no les gusta compartir, así como los juegos que prefieren y los que no disfrutan. Es útil hablar sobre su propio cuerpo, por ejemplo, preguntándoles qué partes solo ellos pueden tocar. También podemos proponerles situaciones para reflexionar, como qué harían si un amigo quiere jugar a algo que no les gusta, o cómo reaccionarían si un adulto les pide algo que los hace sentir incómodos o raros...

Algo que me parece importante, como padres, para enseñarles a poner límites diciendo "no" es darle valor a lo que piensan, dicen y sienten. Entender que son perfectos tal y como son, aunque muchas veces nos gustaría que fueran diferentes (esto nos pasa a la mayoría en algún momento u otro, así que tranquilo).

Tener claro que son únicos, que son mágicos y que cada día muestran su mejor versión (como nosotros), y recordárselo será una bonita manera de enseñarles a que decir "sí" cuando quieran decir "sí", y "no" cuando quieran decir "no" es lo mejor para ellos.

© Editorial Tu voz en mi pluma

Cuando llega la adolescencia, la necesidad de pertenencia hace mucho más difícil a veces el saber poner límites a los demás. ¿Cómo darle la fuerza necesaria a un hijo adolescente a decir que no a sus iguales?

Yo diría que, como padres, la fuerza para que los adolescentes digan "no" a sus iguales no se da, sino que se ayuda a que nazca dentro de ellos a través de su autoconocimiento. Para que se conozcan mejor y puedan compartir contigo parte de sí mismos, puedes hacerles preguntas como qué le gustaría estudiar, quiénes son sus ídolos y por qué lo son, si tuvieran una varita mágica, quién querrían ser y por qué, qué cosas le hacen sentir feliz y cuáles le hacen sentir incómodo, qué le motiva, qué tipo de relación le gustaría tener, cómo es su profesor favorito…

Todas estas preguntas le darán claridad sobre sus propios sentimientos, ilusiones y necesidades, y a ti te darán un buen punto de partida para acompañarlo. Cada vez que quiera dejarse llevar por algo o alguien o tenga dudas por querer pertenecer a un grupo, podrás plantearle la pregunta: “¿Esto te acercará o te alejará de todo aquello que es importante para ti?" o "¿Esta decisión la tomaría las personas a las que admiras?" De esta manera, sus decisiones, acertadas o no, podrán nacer de él mismo.

Es importante que los niños y los adolescentes entiendan que deben protegerse de herirse a ellos mismos por evitar herir a los demás.

Diana Ali Ocaña, experta en autocuidado emocional

Señalas en el libro que decir “sí” cuando queremos decir “no” puede tener un gran impacto en nuestro bienestar emocional. ¿Cómo puede afectar a los niños y a los adolescentes?

Es una pregunta con muchísimas respuestas, ya que a cada niño o adolescente le puede afectar de maneras diferente, dependiendo de cómo sea o de cómo sienta cada uno. Como hablábamos antes, cada persona es única y experimenta las emociones de manera única. Dicho esto, algunos efectos comunes podrían ser… baja autoestima, bajo autoconcepto, miedo relacionarse con los demás y tendencia a cerrarse en sí mismos, inquietud o ansiedad, pérdida de conexión con ellos mismos por querer complacer, enfado consigo mismos por no expresar lo que piensan o sienten, inseguridad, pérdida de ilusión por estudiar e incluso, en casos extremos, consumo de drogas, desarrollo de enfermedades como anorexia, depresión o sensación de ser diferentes a los demás…

También hablas de la situación opuesta, decir “no” cuando queremos decir “sí”. ¿Qué lleva a los adolescentes a esa contrariedad?

Algunos adolescentes utilizan el “no” cuando realmente quieren decir “sí”. Principalmente, desde lo que puedo observar en ellos, esto sucede por miedos: miedo a perder el liderazgo o el grado de protagonismo, necesidad de ser aceptados, miedo a ser rechazados, miedo de hacer el ridículo, miedo a recibir burlas o desprecios, miedo a salir de lo habitual... También puede ocurrir por querer imponer su criterio, para defenderse de la presión de los demás o para probar los límites de los otros.

¿Cómo ayudarles a ser firmes en lo que realmente desean o piensan sin dejarse llevar por la opinión de los demás?

Para acompañarlos en este proceso, es importante invitarles a mantener firmes sus valores, sus prioridades, sus motivaciones. Pero para que esto sea posible primero necesitan conocerse bien. Ayudarles a trabajar en su autoconocimiento, saber qué les mueve, qué les incomoda y que les hace sentir auténticos, es fundamental para que puedan darse cuenta que es algo propio de ellos o una influencia de los demás. Recordarles que, sean cuales sean sus valores, prioridades, motivaciones, son perfectas porque son las suyas y no tienen que parecerse a la de los demás para ser correctas. 

Cuando un adolescente comprende e integra que lo que piensa y siente que es valioso, empieza a confiar más en sí mismo y le resulta más fácil mantenerse firme ante la presión de los demás. Acompañarlos desde la escucha, el respeto les permite desarrollar la seguridad necesaria para defender lo que realmente desean y necesitan.

El libro nace de tu experiencia personal, de un gran sufrimiento tras ser madre. ¿Uno de los factores de ese sufrimiento tiene que ver con la dificultad de poner límites?

El libro nace desde mi experiencia personal, principalmente por no saber ponerme límites a mí misma y tampoco saber ponerlos a los demás diciendo “no”. El hecho de no saber poner mis propios límites me llevó a vivir en incoherencia en casi todas las áreas de mi vida. Esto me llevó a un estado de estrés y cansancio casi permanente, a perder la ilusión por vivir y a quedarme sin energía para lo que era importante para mí. Todo eso, junto a otros factores, terminó llevándome a un ingreso psiquiátrico. 

A partir de ese momento me propuse trabajar en mí, mejorar mi vida y la de mi hijo. Y, una vez conseguido, decidí compartir y aportar todo lo aprendido a los demás. Creo firmemente que ninguna madre debería vivir sintiéndose dividida constantemente o sintiéndose mal por no poder estar más con sus hijos si es lo que desea.

Hablas en el libro de la necesidad de aprender a ponerse límites también a uno mismo. ¿Por qué debemos enseñar algo así a los niños y, sobre todo, a los adolescentes? ¿Cómo hacerlo?

A los niños y adolescentes no hace falta hablarles tanto de lo que no pueden hacer, sino enseñarles lo que sí pueden llegar a conseguir. Cuando les damos confianza y les ayudamos a ver sus propias capacidades y su potencial, suelen sorprendernos. Ellos tienen mucha energía de manera natural y muchas ganas de crecer, solo necesitan guía, oportunidades y un ambiente sólido que les permita desarrollarse como personas. Más que marcar límites, se trata de acompañarlos para que descubran su propio potencial.

Dicho esto, a los adolescentes sí les diría que empiecen a tomar conciencia de cómo se encuentran y se sienten tanto física, mental o emocionalmente cuando han hecho un gran esfuerzo, cuando se han sacrificado o se han dejado para el último lugar. Una vez que descubran esto, les resultará más fácil tomar decisiones basándose en sus propias limitaciones y necesidades, y no en cumplir con estándares sociales, culturales o religiosos ni en satisfacer las expectativas de los demás.

Creo que es importante que puedan mirar la vida también desde esta perspectiva, ya que pocas personas les ofrecen este enfoque. Lo bonito es que, a partir de leer este artículo, tú también puedas mirar la vida con otras gafas, estés o no de acuerdo conmigo.

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