Psicología

Alejandro Villena, psicólogo: “Antes a la familia le preocupaba lo que le pasaba a los niños fuera de las casas, pero hoy lo que nos preocupa es lo que les pasa dentro”


El experto recalca la necesidad de educar digitalmente a los niños desde que son pequeños y explica cómo hacerlo


Alejandro Villena, psicólogo© Alejandro Villena
2 de diciembre de 2025 - 7:46 CET

La educación digital es necesaria, pero ¿cómo hacerlo?, ¿cómo pueden los padres darles las pautas adecuadas si lo recomendable es que los niños no tengan acceso a ningún tipo de pantalla antes de los 6 años? Sobre ello hemos hablado con Alejandro Villena Moya, director del proyecto de Salud Mental Piénsatelo Psicología e investigador en adicciones comportamentales en el ITEI de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), que ha publicado recientemente El tiburón de internet (Ed. Sentir), orientado precisamente a explicar a los niños todo aquello que debe hacer saltar sus alarmas y pedir ayuda.

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¿Es necesario dar una educación digital a los niños desde pequeños?

A mi parecer, la educación digital debería ser obligatoria, y no hacerlo a día de hoy, con los tiempos que corren, es prácticamente una negligencia parental. Creo que es necesaria porque el mundo ha cambiado; hace años a la familia le preocupaba lo que le pasaba a los niños y a las niñas fuera de las casas, pero hoy día lo que nos preocupa (o nos debería preocupar) es lo que le pasa a estos niños y a estas niñas dentro de las casas. La gran mayoría de adicciones tienen que ver con conductas, ya no tienen que ver con sustancias; se suele decir que las nuevas adicciones entran por los ojos y no por otros canales. 

La educación digital debería ser obligatoria, y no hacerlo a día de hoy, con los tiempos que corren, es prácticamente una negligencia parental.

Alejandro Villena, psicólogo

El teléfono móvil, que es el nuevo medio donde socializan, se relacionan, aprenden, se informan, conocen y resuelven sus dudas, también es un medio, un lugar, donde están expuestos, donde los camellos digitales ponen sus productos. Si no llevamos a un niño a un casino o a un club de striptease o a un sexshop, no podemos darles un teléfono móvil donde están todos esos peligros, y mucho menos hacerlo sin esa educación digital. 

¿Cómo enseñarles cuáles son los 'tiburones', los peligros, de Internet antes de que empiecen a navegar por la Red?

Yo creo que esto es algo cotidiano, progresivo; tenemos que ir generando una cultura de aprendizaje, de formación, de pensamiento crítico. Podemos hacerlo, por ejemplo, enseñándoles qué es un link falso y que no, qué es una noticia falsa y qué no, qué es un vídeo falso y cuál no, en qué se deben fijar… Que vayan desarrollando el pensamiento crítico.

En función de la edad, de si tiene acceso o no tiene acceso, podemos ir complejizando un poco este aprendizaje, teniendo algunas pocas conversaciones a la semana de forma cotidiana. Si sale alguna noticia donde ha ocurrido algo, donde han suplantado la identidad de alguien, donde ha habido una estafa… Todo eso son oportunidades educativas que podemos tener para darles un ejemplo de que le puede ocurrir a cualquiera y que tienen que ser conscientes. Y ahí tenemos que hablar de los diferentes peligros, no solo de la desinformación, sino también del posible acoso, extorsión, grooming… y, por supuesto, del tema de la pornografía.

¿Cómo introducir de manera adecuada a los niños o adolescentes en Internet y a partir de qué edad?

Para introducirles habría que seguir las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría, que en principio es, de 0 a 6 años, nada de pantallas. A partir de los seis años podemos tener algún contacto muy progresivo, con control parental, priorizando siempre actividades en la vida real, offline, con personas y que no supere, de los seis a los 12 años, más de una o dos horas al día, incluidos los deberes. 

Yo, sobre todo, diría que no se utilicen las pantallas como un castigo, como un premio, como un chupete digital, que no se utilicen las pantallas como una moneda de cambio, y que haya unas normas, unas pautas, un lugar donde se usa, con un tipo de de usos permitidos y otros que no están permitidos… y que todo eso se vaya negociando de forma progresiva. Por supuesto, en esas primeras etapas, con control parental y educando para que tengan un pensamiento crítico y para que tengan la capacidad de ir distinguiendo lo que les ocurra ahí dentro. 

Después de eso, ya van cogiendo más autonomía. Lo ideal es, primero, darles un teléfono móvil sin que tenga un acceso ilimitado a Internet y que esté más controlado (hay algunos dispositivos que lo tienen) y ya, a partir de los 15 o 16 años, ya dar un teléfono donde se pueda navegar de forma libre. Pero para que eso ocurra ha tenido que haber un acercamiento progresivo a Internet en educación, en pensamiento crítico, en educación emocional y en educación afectivo sexual también. 

Algunos países, como Australia, han prohibido recientemente el acceso a los menores de 16 años a las redes sociales. ¿Es esta una medida adecuada?

Sí, la medida de Australia es una medida muy sensata y basada en la evidencia científica. Sabemos que hasta los 16 años, como indicaba anteriormente, no están preparados para navegar de forma absoluta y libre; las redes sociales provocan distorsión de la imagen, problemas de autoestima, problemas de autoconcepto corporal, favorece la ansiedad, la depresión, favorece el sedentarismo, las autolesiones, dificulta el aprendizaje, la memoria, favorece la ansiedad, la compulsividad y la adicción… y un largo etcétera.

La evidencia es suficiente como para decir “oye, es que no estamos hablando de prohibir, estamos hablando de proteger a la infancia”. Es una cuestión de protección, al igual que hacemos con el alcohol, con el tabaco y con otras cuestiones cuando la evidencia científica nos dice que esto es algo que puede hacer daño y, sobre todo, en un periodo de vulnerabilidad.

© Editorial Sentir

¿Qué hacer si necesitamos darle un móvil a un adolescente?

Hasta los 16 años no se debería dar un móvil igual que lo tiene un adulto. Eso no significa que, como hemos dicho, no se vaya haciendo un acercamiento, de forma progresiva, a las pantallas, a la búsqueda de información, que aprendan a programar un Excel, a manejar la inteligencia artificial, a diseñar una campaña de marketing por Canva, conocer el SEO de Google... Pueden aprender muchas cosas digitales, pero nos han vendido que la digitalización de los adolescentes y las adolescentes es que tengan barra libre de wifi y que estén viendo a Lola Lolita en TikTok. Y eso no es la alfabetización digital, eso no les capacita para el mundo digital, sino que les incapacita para la vida real. 

Si no llevamos a un niño a un casino o a un club de striptease o a un sexshop, no podemos darles un teléfono móvil donde están todos esos peligros.

Alejandro Villena, psicólogo

Lo que tenemos que hacer es que haya una capacitación real, ya sea situada en las aulas o también en la familia, no solo de advertir de los riesgos, sino también de las potencialidades que tiene la tecnología, de usarlo con fines laborales, informativos, de cultura, aprender a beber de fuentes de información fiable, hacer búsquedas en bases de datos que tengan un soporte empírico... Eso es maravilloso. 

Por tanto, si vamos a hacer ese acompañamiento, sería algo muy bueno antes de los 16 años; desde muy pequeños, a partir de los seis años, podemos ir haciendo una incorporación progresiva de las pantallas, pero eso no significa el estar expuesto a esas aplicaciones, a las redes sociales, a la pornografía, etcétera. Hay algunos teléfonos que no tienen acceso a pornografía, que no puedes descargar redes sociales, que son bastante útiles y que pueden ayudar a ir normalizando eso, siempre acompañado de una educación digital, afectiva y sexual y con unas normas, con un control parental en casa y de forma paulatina.

¿Qué hacer en caso de que los padres decidan darle uno? ¿Es una buena idea, por ejemplo, firmar un contrato paterno filial con posibles consecuencias de un mal uso del dispositivo?

Sí, firmar un contrato tecnológico es una de las cosas que solemos recomendar. Es una primera idea muy buena para que, cuando le dé su primer dispositivo tecnológico, haya un contrato de qué puede descargar y qué no, qué cosa va a pasar si no lo cumples, cuáles son las los lugares donde tú puedes usar el teléfono móvil y a qué horas, qué pasa en una temporada como es verano versus una temporada como es la época de exámenes, cómo puedes pedir ayuda… y algunas normas básicas.

¿Cómo pueden los padres darse cuenta de que sus hijos están llevando a cabo prácticas peligrosas o inadecuadas en Internet?

Yo suelo decir que, más allá de eso, el control parental debemos ponérselo en la cabeza y en el corazón. Yo creo que es lo más eficaz para el control parental es que sean capaces de tomar decisiones responsables, que sean capaces de pedir ayuda, que sean capaces de detectar cuándo hay un peligro, que sean capaces de levantar la mano si sienten que hay un problema o se les está yendo de las manos y que sean capaces de navegar en Internet advirtiendo todos los riesgos que Internet tiene. 

Lo que pasa es que hay una etapa y una edad en la que los adolescentes, por naturaleza, por desarrollo cerebral, todavía no tienen ni autocontrol ni conciencia ética y son más impulsivos, están desarrollando y actualizando el software de su cerebro. No les podemos pedir algo que no pueden hacer y por eso nuestra misión, como instituciones políticas públicas, familias o ámbito educativo, es proteger a la infancia en el momento en el que la infancia no puede protegerse todavía a sí misma. 

La mejor forma de darse cuenta yo creo que es que haya comunicación. Si hay una comunicación clara, el adolescente va a levantar la mano; si se le enseña un plan para pedir ayuda, va a levantar la mano; si se le ha dicho cuál es un problema, si se le ha formado, va a saber detectarlo. Esa es la idea del cómic de El tiburón de Internet: darles unas clases de natación antes de que empiecen a nadar, que sepan localizar al socorrista, que tengan un salvavidas a mano, que sepan que hay unas boyas y unas líneas rojas que no puede atravesar. Todo esto va a ser la mejor protección. 

Si no ha tenido eso, hay algunas señales, desde el punto de vista del comportamiento y la conducta, que podemos observar. Por ejemplo, suelen estar más somnolientos, suelen bajar las notas, suelen descansar peor, suelen estar más irritables, sobreprotegen mucho la pantalla, borran mucho el historial, se sienten avergonzados, esconden y mienten y ocultan lo que pasa en sus pantallas. Todo eso nos puede ser un indicativo de que está teniendo una relación negativa con la tecnología o que algo malo puede estar pasando. 

¿Qué hacer para proteger a los hijos si llevan a cabo esas prácticas?

Como he dicho antes, yo creo que el mejor control parental hay que ponerlo en la cabeza y en el corazón. Creo que hay que darles formación, que es indispensable que haya recursos para que puedan leer los niños y niñas, para que se puedan desarrollar, aprender, conocer, sin siempre la necesidad de que sea a través de una conversación con la familia, pero es muy importante que la familia tenga estas conversaciones, que se ofrezca no desde el juicio, sino desde la ayuda, que ofrezca herramientas, que les ayuden y les eduquen en su gestión de las emociones, en sus relaciones sociales, en sus habilidades comunicativas, en la asertividad, en la gestión de los conflictos… para poder evitar los posibles peligros que hay en Internet o cualquier cuestión que les pueda pasar y que sepan anticiparse. 

También creo que deben conocer recursos que hay, como un canal de ciberseguridad del INCIBE (que está en el 017), el canal prioritario de la Agencia Española de Protección de Datos, que te permite borrar una foto si se ha subido sin tu consentimiento… Darles armas y herramientas que están a nuestra disposición para poder pedir ayuda, protegerles y saber que, ante lo que pueda pasar, siempre vamos a estar ahí presentes para ayudarles. 

¿Dejarías a tus hijos jugar en línea a un juego como Roblox? 

Bajo ningún concepto le dejaría jugar a Roblox. Y no lo digo yo, lo dicen la gran mayoría de desarrolladores de videojuegos, Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado y muchos otros profesionales, que es una de las aplicaciones donde más depredadores sexuales hay, donde a través de los chats en línea, muchas personas se aprovechan de la vulnerabilidad de esos niños y niñas, intentan captarlos para pedirles algún tipo de material sexual o para hacer algún tipo de chantaje. Hay otras aplicaciones y juegos donde, probablemente, hay menos riesgo, así que yo no lo recomendaría, creo que no es lo ideal. 

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