Las olas de calor son cada vez más frecuentes y esto genera complicaciones en el organismo de todas las personas, pero especialmente de los más vulnerables como los niños.
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Tal como explica el Dr. Valero Sebastián, miembro del Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría (CSV-AEP), y pediatra en el Centro de Salud Arquitecto Tolsa, de Valencia, "el golpe de calor es una situación extrema en la que un cuerpo estable orgánicamente no es capaz de regular esa subida de temperatura". Repasamos con él todas las indicaciones para evitarlo y para saber cómo actuar en caso de que se produzca.
En un coche cerrado, la temperatura puede aumentar 20 °C en menos de una hora
¿Cuáles son los síntomas de un golpe de calor en niños?
Los niños (sobre todo los menores de cuatro años, y en particular los menores de 12 meses, y aquellos que tienen patologías crónicas, sobre todo cardiacas y respiratorias) son más sensibles a los golpes de calor porque regulan peor la temperatura. Esto hace que su temperatura corporal suba con mayor rapidez que en los adultos, ya que tienen una menor reserva de agua, menor capacidad de sudoración y un sistema respiratorio más inmaduro.
La exposición a altas temperaturas provoca la pérdida de agua y sales minerales, lo que altera igualmente el sistema de regulación térmica del organismo. Esto lleva a un sobrecalentamiento corporal que compromete el correcto funcionamiento de órganos vitales.
Tal como destaca el experto, estas son las señales por las que se puede reconocer esta situación de alto riesgo (no tienen que darse todas y en todos los menores):
- El niño muestra la piel seca y muy caliente (sobre todo en casos más graves).
- Puede haber mareos, vómitos y dolor de cabeza.
- Puede haber irritabilidad.
- Aumenta su frecuencia cardiaca y hay taquicardias (se produce un ahorro de oxígeno y sangre para los órganos vitales).
- La temperatura corporal sube a 41 o 42 °C.
Cuando el golpe de calor es de mayor gravedad puede haber desmayo o pérdida de conciencia, convulsiones, cansancio excesivo, debilidad, respiración superficial y rápida y calambres musculares.
El gran peligro de quedarse dentro del coche
Por desgracia, los accidentes en que un menor fallece al ser olvidado dentro del coche por sus cuidadores siguen siendo una realidad. Como advierte el experto del CSV-AEP, "en un coche cerrado, la temperatura puede aumentar 20ºC en menos de una hora". "Si estamos a 29ºC, en los primeros 45 minutos el interior puede alcanzar los 49 °C; ahí el niño ya no puede sudar, la silla quema y su organismo se sobrecalienta", recalca.
Pero en días en que la temperatura exterior es aún más alta, el calor del interior puede alcanzar unas cotas increíbles. Así, con 39 °C fuera, algunos estudios han medido que el reposacabezas llega a los 67 °C y el asiento a 54 °C, unos valores que son difícilmente soportables.
Y esto sucede aunque se dejara una ventanilla abierta, "pues con el coche al sol, el calor se siente igual". Por eso, el Dr. Sebastián insiste en que el niño no se quede solo nunca dentro del coche, ni por un instante. Además, si el vehículo no está a la sombra, antes de entrar en él hay que bajar las ventanillas y comprobar que el sistema de retención infantil no quema (con especial cuidado con las piezas metálicas que pueden provocar quemaduras al contacto con la piel si están al sol).
Protegidos siempre frente al sol
Para evitar el golpe de calor es fundamental que el niño no se exponga a altas temperaturas. Pero esto no solo implica al sol, pues bajo la sombrilla la temperatura corporal puede ser muy alta. "El niño bajo la sombrilla percibe la misma temperatura que hay fuera, pero sin sol", recalca el pediatra. Por eso, no se aconseja estar en lugares al aire libre en las horas centrales del día durante los meses de más calor ni practicar ejercicio físico intenso. Y no vale con la protección solar en este caso, ya que evitará que la piel se queme, pero no la sensación térmica de excesivo calor.
En este sentido, los bebés no deben ir tampoco bajo muselinas en la silla de paseo, porque estas no permiten que el aire circule y la temperatura a la que se someten puede ser demasiado alta.
Los menores deben usar ropa ligera, holgada, sombrero y gafas de sol, y ser refrescados con frecuencia con un baño o una ducha. Además, hay que vigilar que están bien hidratados. "Los niños de 6 a 12 años deberían tomar de 750 a 2 litros de agua al día para evitar la deshidratación y el golpe de calor", aconsejan desde el Comité de Soporte Vital de la AEP. El mejor líquido para ello es el agua. En lactantes, se le ofrecerá pecho o leche de fórmula con mucha frecuencia (el agua se reserva a partir de los seis meses).
Cómo reaccionar si el niño ha sufrido un golpe de calor
Ante un golpe de calor, estos son los pasos a seguir, como destaca el Dr. Valero Sebastián:
- Colocar al niño tumbado boca arriba y a la sombra, en un lugar fresco y bien ventilado.
- Aflojarle la ropa y quitarle las prendas innecesarias.
- Llamar al 112.
- Ponerle compresas de agua muy fría en la cabeza, "y si pueden ser heladas, mejor".
- Si está consciente, darle de beber agua fría o una bebida isotónica.
- Si está inconsciente hay que iniciar las maniobras de reanimación si no ha llegado el 112.
"El golpe de calor puede tener daños neurológicos irreparables, y es posible que el niño necesite soporte vital avanzado. Tras el episodio, tendrá que estar en observación en el hospital unas horas para comprobar la evolución", subraya el especialista.