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Vuelta al cole

‘Mi hijo tiene TDAH: ¿qué extraescolar es mejor?’

Elegir una actividad extraescolar u otra puede condicionar aficiones, amistades, superación de dificultades... Es una decisión importante, mucho más cuando el menor tiene algún problema como el TDAH.

Al margen de los síntomas más o menos visibles, las repercusiones del TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) pueden afectar a muchos otros órdenes, como el aprendizaje, la conducta, las relaciones sociales y aspectos emocionales, como la autoestima.

Así lo destaca el Dr. Manuel Antonio Fernández, director del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica (INANP) y neuropediatra, al que le hemos consultado acerca de cuáles son las actividades extraescolares que más pueden ayudar a estos niños y adolescentes.

Encontrar actividades alternativas a lo académico

Para los menores con TDAH es esencial encontrar áreas diferentes al puro terreno escolar donde puedan potenciar sus capacidades y talentos y desarrollar adecuadamente las áreas en las que muestran más dificultades.

“Las extraescolares son una magnífica vía para favorecer la socialización y la comunicación social, desarrollar aspectos emocionales clave como la motivación, la seguridad y la autoestima, pero además, bien seleccionadas y organizadas, pueden jugar un papel fundamental en la regulación conductual”, explica el experto.

¿Qué extraescolares son las más recomendadas en este caso?

A la hora de escoger la actividad extraescolar más idónea para un niño con TDAH el especialista destaca dos puntos clave:

  • Que sea una actividad con una clara estructura jerárquica y organizativa.
  • Que esté unida a una actividad grupal en la que el trabajo sea principalmente individual.

Es el caso de las artes marciales (en sus distintas modalidades), la natación, el atletismo y el ajedrez, detalla el director de www.elneuropediatra.es.

Artes marciales como el kárate, el judo o el aikido tienen unas normas muy definidas y en ellas la autoridad está muy establecida, además de requerir de una actividad física de intensidad creciente que se realiza individualmente o uno a uno. “Las actividades son de dificultad progresiva, los éxitos recompensados de forma rápida y las rutinas son la base del funcionamiento. Podemos decir que reúnen los requisitos casi perfectos”, enumera el Dr. Manuel Antonio Fernández.

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¿Hay que escogerlas en función de los gustos del niño?

Cuando se elige extraescolar en casos especiales como este, ¿hay que tener en cuenta las preferencias del pequeño o decantarse en función de sus necesidades derivadas del TDAH? Para el neuropediatra, “lo ideal es ser capaz de combinar las dos cosas”.

Acertar no es siempre fácil porque el niño o el adolescente en muchas ocasiones no expresa sus gustos e intereses, ya sea por un problema de comunicación con sus padres o porque no los tienen claros.

Otro hándicap puede surgir de la falta de constancia. El menor empieza la actividad, pero la abandona enseguida. “Es algo bastante habitual y en muchos casos hay que plantearse si el tratamiento y la terapia están funcionando correctamente para facilitar unos mínimos de autocontrol suficiente para ello”, subraya.

¿Cómo motivarlos cuando no quieren hacer extraescolares?

La falta de motivación para emprender actividades nuevas puede estar en muchos adolescentes. Es más, “todas las personas tenemos un mecanismo de defensa automático y muy potente cuyo objetivo es evitar el sufrimiento y mantener el mayor bienestar posible”, comenta el experto del INANP. Es lo que hace que tengamos resistencias a la hora de acometer retos innovadores o que nos saquen de nuestra zona de confort.

Sin embargo, “llega un momento en que la consecuencia de no hacer algo genera un mayor ‘sufrimiento’ potencial y esto nos hace acabar tomando acción”, revela. Pero este sistema de control falla en el TDAH, y eso tiene consecuencias claras en la motivación. Por ejemplo, en un niño con trastorno de atención e hiperactividad “no suele funcionar exclusivamente el estímulo positivo cuando no hay intención, disposición o motivación para hacer algo. Hay que enfrentar al chico a la situación opuesta y añadir un estímulo negativo a la no actuación para que su sistema nervioso rompa ese desequilibrio y le permita actuar de otra forma”, advierte.

En muchas ocasiones será necesario el apoyo de un profesional que ayude a encauzar la situación. “Nadie nace sabiéndolo todo y, aun menos, gestionar un hijo con TDAH”, comenta el Dr. Manuel Antonio Fernández.

Eso sí, su consejo es que todos los profesionales que estén en torno al chico estén informados de su condición. Además, la experiencia en el trastorno puede ser clave. “Un responsable que conoce y tiene experiencia en el tema puede suponer la diferencia entre el éxito o fracaso de un chico con dificultades en una actividad y, con ello, el éxito o el fracaso en la superación de sus dificultades sociales, emocionales, conductuales e, incluso, de aprendizaje”, revela.

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