A veces, la novia que comienza a planear su boda, no sabe cómo será su vestido, pero tiene claro desde el primer momento quién lo confeccionará. Aunque no imagine qué elementos construirán el resultado, deposita toda su confianza en una firma que conoce o a la que lleva tiempo siguiendo los pasos. Es lo que le ocurrió a Elena, una recién casada que, lejos del clásico look nupcial, apostó por un diseño con notas de color y un llamativo cuerpo, en el que el trabajo manual era la clave. Charlamos con ella para descubrir su historia y todos los secretos de una prenda, confeccionada por Juana Rique, que no ha pasado desapercibida en las redes sociales.
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“Sabía que sería un Juana Rique y por qué: la artesanía detrás de cada pieza, la calidad de los materiales con los que trabajan, su pasión por el detalle y su capacidad de adaptarse a cada clienta sin perder su identidad. Sabía que no importaba que no tuviese una idea clara porque el resultado iba a ser impecable e iba a sentirme ‘yo’”, introduce nuestra protagonista.
Un look de novia nada convencional
Para su ‘sí, quiero’ en Santiago de Compostela, decidió ponerse en manos de la reputada creadora, pues nadie mejor que ella sabría cómo acertar. “Dejé que volar la creatividad de Juana Rique. Recuerdo que sí compartí tres ideas: que quería llevar falda, zapatos rojos y escapar de los cortes más habituales y de las tendencias”, confiesa.
Cada cita era una experiencia maravillosa, en la que la pieza iba tomando forma bajo la batuta de la diseñadora y con la aprobación e ilusión de la propia Elena. “Disfruté muchísimo del proceso de creación del vestido desde el primer día que fui al atelier. Ese mismo día me enseñaron la seda bordada que acababan de recibir… ¡Ya ponía mi nombre!”, comparte.
“El proceso continuó con los bocetos, me presentaron tres y rápidamente identifiqué cuál sería mi vestido: un corpiño rústico, una falda voluminosa y mis sandalias rojas (que todavía no tenía, pero ya las podía visualizar en mi imaginación). No solo me pareció un diseño único, sino que además no podía encajar mejor con los suelos empedrados, los robles y hortensias del Pazo de San Lorenzo, donde nos casaríamos. Tenía sin duda mucha esencia gallega”.
Labor de artesanía
La novedad llegó días después, al móvil de nuestra protagonista, cuando la diseñadora descubrió un nuevo paso que daría con respecto al tejido, con bordado floral, de la falda. “Un buen día, amanecí con un mensaje de Juana Rique diciéndome que estaban emocionadísimas y que tenían una sorpresa. Se les había ocurrido pintar las flores bordadas en la seda con tonos rojos y verdes. Yo estaba tan emocionada como ellas, me encantó la idea”, recuerda.
Con el tiempo, el vestido fue cobrando forma. El corpiño y la falda contaban con un forro de tafeta y eran bastante rígidos. “Fue un proceso largo, principalmente por todas las horas de trabajo artesano que llevaba cada pieza. Cada flor de la falda y cada cuadradito del corpiño estaban hechos a mano, puntada a puntada y flor a flor”, señala.
La anécdota del vestido
"No imagináis el sistema de ingeniería de alto nivel que llevaba el traje. Resulta que en una de las pruebas, cuando ya no había vuelta a atrás, yo sentía que me hacía la cintura muy ancha y no me veía favorecida. Entonces, las diseñadoras me dijeron que no me preocupase, que algo se les ocurriría, y así fue. Consiguieron reducir varios centímetros el corpiño, hasta que se convirtió en una especie de corsé con cremallera y diseñaron un sistema de cierre de la falda que simplemente no puedo describir por su complejidad. Sobró decir que necesité su ayuda para vestirme el día de la boda".
Este no fue el único estilismo que Elena lució en su gran día. Hubo un segundo look, en el que confió para el momento de la fiesta, siguiendo esa tendencia por la que apuestan cada vez más novias virales. Era también una propuesta de Juana Rique, de estilo muy diferente, menos romántico y más moderno. “En este caso apostamos por un look más cómodo para bailar y nocturno. La parte superior era un trenzado a mano en tul, decorado con pedrería. Llevaba cuello subido y hombreras con toda la espalda al aire. La parte de abajo era en seda color gris perla”, describe.
Accesorios con protagonismo
Para acompañar este traje tan delicado, Elena apostó por un velo de tul clásico, en un tono algo más blanco que el tejido del vestido. Llevó, además, sus ansiadas sandalias rojas, un toque atrevido que combinaba a la perfección con el resultado. Le costó dar con ellas: “en cuanto las vi sabía que eran esas. Solo podían ser unos Manolos, claro”.
Como joyas, nuestra protagonista eligió un anillo de rubí, que le regaló su tía y pertenecía a su abuela; unos pendientes del siglo XVIII, regalo de pedida de sus suegros; una pulsera con la que le obsequiaron sus testigos y un broche, en forma de flor, que colocó en la cintura: “de mi madrina, porque quería llevar algo suyo (y era mi ‘algo prestado’)”.
Del ramo de novia, de aire silvestre, se encargó Bim Flowers. María, su fundadora, estuvo al frente de esta creación que estaba en consonancia con los tejidos del traje: “le enseñé una foto de las flores del vestido y le dije que quería que fuera en verdes. No tuve que darle más indicaciones, lo clavó. Me preparó un ramo precioso”.
Un gran moño y un maquillaje favorecedor
El único detalle que faltaba era su maquillaje y peinado. Sin embargo, sobre este cuestión, esta gallega estaba a ciegas. No sabía a quién contratar. “Recurrí al consejo de mi querida Adriana, que siempre tiene soluciones para todo. Rápidamente me envió una lista de contactos de maquilladores. Para mi sorpresa, reconocí entre los nombres uno de ellos: An Carrera. Para mi sorpresa, porque nunca me había contratado servicios de maquillaje para ningún evento antes, siempre me he maquillado yo”, revela.
An trabajaba en córner de Nars de El Corte Inglés de Santiago de Compostela, donde Elena había adquirido productos y desde donde había salido maquillada en unas Navidades. “Pasaba por ahí sin intención de comprarme nada y volví a casa con el bolso lleno de productos molones y totalmente maquillada, lista para irme de fiesta. El gran vendedor y maquillador que me atendió ese día era el mismo An”, cuenta. Se decidió a escribirle y estaba disponible: “fue un gusto contar con su asesoramiento de peinado y maquillaje, todo un acierto y un gran profesional".
El viaje que les unió
Tan romántico como el look escogido por esta novia viral es su historia de amor. Lejos de conocerse en España, tuvieron que verse al otro lado del charco para enamorarse. Elena y Nicolás se conocieron en Colombia, en la plaza de Botero de Medellín. Nuestra protagonista fue de visita a este país junto a 10 amigas y su ya marido acudió con su primo y un amigo.
“Habíamos llegado a la plaza con un conductor que no nos daba buena espina y decidimos ir a una cafetería a conectarnos al wifi, para poder pedir un Uber de vuelta al hotel. En la terraza de la única cafetería de la plaza había tres chicos con cara de simpáticos, tomándose un batido cada uno, a los que nos acercamos y les preguntamos cómo pensaban volver a su hotel. Acabaron acompañándonos de regreso, apretados en la furgoneta de Julián, el conductor ‘siniestro’ que nos había llevado inicialmente. Nos parecieron muy amables y les invitamos a unas cervezas esa noche… Así empezó todo”.
A los cinco años de relación, llegó la petición de matrimonio. “La idea surgió cuando yo me mudé a Estados Unidos y a Nico le pareció que tenía que darme un motivo de peso para que volviese. ¡Es broma, obviamente!”, confiesa entre risas. Y continúa: “creo que los dos hemos tenido bastante claro desde el principio de la relación que queríamos compartir la vida juntos y simplemente llegó el momento en que sentíamos ganas de compartir esa promesa con Dios y con los demás”.
La belleza de Galicia
El enlace tuvo lugar el 26 de julio en el Pazo de San Lorenzo, ubicado en Santiago de Compostela, Galicia. En este espacio tuvo lugar la ceremonia religiosa y la posterior celebración, puesto que cuenta con capilla propia. “Una capilla en piedra preciosa, con un retablo del s. XVI tallado en mármol de Carrara, y una robleda en la que se dice que Rosalía de Castro se inspiraba para escribir sus poemas”, apostilla Elena.
"Durante la misa Nico se coló y dijo: 'Yo, Elena…'. A mí me dio un ataque de risa y no podía parar de reír".
"Una anécdota es que teníamos a muchos invitados desconcertadísimos porque les habíamos citado a las 3.30pm. No sabían si tenían que comer antes de venir o no… Os podéis imaginar las caras de los más mayores al decirles que les aconsejábamos hacer un brunch".
El tiempo les acompaño durante toda la jornada. Los novios reconocen que hizo un día precioso. Apostaron por un cóctel largo en los jardines del palacio dividido en una primera fase para saludar a los invitados y una segunda amenizada por la banda Tu Estribillo. Eligieron una cena de un único plato y un bufé de postres, de corte relajado.
“Tras la cena, yo me cambié de vestido y bailé con mi padre el twist de Pulp Fiction, que era lo que más ilusión le hacía a él. Bailamos en el jardín, rodeados de farolillos mientras todos tenían un spicy margarita en la mano, fue un momento genial. Luego pasamos al interior del pazo, donde Borman ya estaba listo para hacer su magia”.
Decoración en sintonía con las prendas
De la organización de esta jornada se encargaron los prometidos, acompañados por el gran equipo del propio pazo. “Son geniales nos ayudaron con casi todo, están pendiente de cada detalle y nos facilitaron mucho la gestión de los proveedores”, apunta nuestra protagonista. En lo relativo a la decoración floral, recurrieron a Carmela, de Dorian, un taller floral en la capital gallega, a quien la pareja tiene gran aprecio. “Dejamos volar su imaginación, solamente le pedí que hubiera verdes y rojos para hacer de hilo conductor con el vestido. El resto de la decoración se la encargamos al Pazo de San Lorenzo, que hizo un trabajazo”.
El mejor recuerdo que guardan de este jornada es el cariño de cada uno de sus invitados. Elena quiere rememorar la labor de todos antes de concluir su relato:
"María y Ana de Juana Rique, An en peluquería y maquillaje, Carmela y el equipo de floristas de Dorian, Charo, Lucila, Ana, Yago, Cris y todo el personal del Pazo de San Lorenzo, Íñigo y Bodegas Virtus, nuestros queridos Borman, Javi y Montse, todos los músicos de Tu Estribillo, Quique y sus clases de baile, el cuarteto de cuerda Minuetto, Global Eventos con la carpa y la iluminación, y Javi y Nuri de Boquerón á Feira, que capturaron cada momento con sus cámaras. Sin duda, fue también muy especial haber podido contar con Don Carlos oficiando la ceremonia religiosa, fue muy emotiva".
El punto final a su historia es un consejo que Elena da desde el corazón. Porque, en ocasiones, las parejas se angustian en exceso, recomienda: “no todo tiene que salir perfecto para que el día sea perfecto. Lo más importante son las ganas de los novios y todo lo demás, simplemente, no es tan importante”. Nos quedamos con ese mensaje.
